Hoja De Metal

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"Hasta la madre loba es capaz de dar la vida por sus cachorros, pero estos pueden llegar a ponerle fin a la vida de su madre sin siquiera saberlo."







Sabía que había pasado un mes , cada día la nana me traía tres platos durante el día los anotaba arrancando un cabello por cada comida y  en total habían sido  94 cabellos .

Me sentía nerviosa, con el estómago hecho un nudo. No sabía nada de Manuel y, aunque no lo extrañaba para nada, la incertidumbre sobre su paradero me llenaba de miedo. ¿Qué le podría haber pasado? ¿Qué podrían hacerme a mí si él no regresaba? La falta de información me carcomía los huesos, cada minuto sin noticias aumentaba mi ansiedad. No podía dejar de pensar en todas las cosas horribles que me sucedería. La idea de que algo le hubiera pasado y que eso afectara mi destino me aterrorizaba. No sabía qué esperar, y esa incertidumbre era una tortura constante.

Escuché como alguien venía

—Señorita Karol, como usted sabe, no la puedo dejarla  salir, por más que me lo pida. No puedo.

Me miró con nostalgia, sus ojos reflejaban una tristeza que parecía compartir mi dolor.

Yo solo asentí, sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Si él no regresa, me dejarás libre?

—No, señorita Karol, la llevaremos a la AC.

Mis ojos se abrieron como platos y una lágrima cayó por mi mejilla . La desesperación se apoderó de mí al pensar en lo que significaba esa respuesta. Si él moría, pasaría a una casa de prostitución, nuevamente sería vendida. Pero esta vez, mi destino sería muy diferente, quizás no tan cruel o quizás aún peor.

¿Por qué la vida se ensañaba conmigo de esta manera tan cruel, tan despiadada, tan brutal? ¿Por qué no podía tener compasión conmigo? ¿Qué le costaba a la vida dejarme en paz? Si él moría, se suponía que yo sería libre, de alguna otra manera sería libre, pero no para meterme en una casa de prostitución.

Mi pecho se oprimió con una fuerza que me dejó sin aliento. No puedo dejar que me vendan, no otra vez. Si es necesario, tendría que luchar. Esta vez haría lo que fuera para lograr obtener mi libertad, incluso si eso significaba arrebatar una vida. No soy  quién  para matar, pero  tendría que hacerlo, pero siempre recriminé a Manuel por matar, y ahora yo estaría dispuesta a hacer lo mismo solo para obtener mi libertad. ¿A qué precio tendría mi libertad? Y si no lo logro, podría morir.

Prefería la muerte. Así estaría una vez más con mis padres. No me importaría nada eso, lo sé. Sin parar, las lágrimas caían como cascadas por mi rostro, empapando mi piel con la amargura de mi destino. La desesperación y la tristeza se mezclaban en un torbellino de emociones que me dejaban sin fuerzas, pero con una determinación  de no volver a ser una víctima.

Recuerdo las risas de mi madre, las palabras de aliento de mi padre, y me pregunto cómo habrían reaccionado ellos al ver en lo que se ha convertido mi vida.

A veces doy gracias por qué mi madre ya no esté sufriendo en este mundo, de lo contrario estoy segura que hubieran muerto de un infarto. 

Escuché un grito desgarrador proveniente de la nana.

Mi corazón se detuvo por un par de segundos y el miedo me invadió completamente. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, como si el aire mismo se hubiera vuelto helado y pesado.

Karol Jamás Te Irás De Mi Lado©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora