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La lluvia caía sobre la academia de héroes, el día había sido un poco pesado para el peli verde, exámenes y entrenamientos con su grupo de alumnos, sonrió al ver a un par de alumnos compartir una sombrilla, tal vez era la nostalgia que sentía o quizás solo el cansancio por soportar a un grupo de adolescentes que amaban meterse con él.
—Midoriya-sensei, ¿no se ira a casa aun?– cuestionaron tras el.
Se giró a la chillona voz que le hablaba, era una de sus alumnas, cabello rubio, ojos azules, sonrisa traviesa. Era su alumna más problemática y a la vez la más aplicada.
—Claro que si Isa-chan, solo me gusta apreciar la lluvia– respondió con su usual sonrisa.
—Pero a Dynamith-sama no le gusta la lluvia ¿no?– murmuro con burla la pequeña.
La mención del héroe explosivo lo puso nervioso, sin embargo cuando iba a reprenderle la niña se carcajeo y salió corriendo de ahí.
—¡Hasta mañana sensei!– grito a lo lejos, agitando su brazo en despedida.
El pecoso suspiro frustrado, esos niños atentaban mucho contra su estabilidad emocional.
—¿Qué haces aquí todavía?– cuestionó una voz soñolienta.
—Aizawa-sensei– nombró sorprendido.
—Deberías irte, aunque no te guste estar aquí no acelerara las cosas– comento saliendo de su saco amarillo —Toma esto, ve casa y descansa un poco, mañana será un nuevo día– le dijo entregándole un paraguas. —Una cosa más Midoriya, Feliz cumpleaños niño– le dijo revolviendo su cabello rizado.
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—Omedetō Izuku– susurro con su cabeza sobre la mesa.
Había llegado a su hogar hacia una hora aproximadamente, se encontraba sentado frente a un tierno pastel de fresas tematizado con pequeños conejitos de crema.
