—¡Mierda!— gritó con desesperación, ya era demasiado tarde para reaccionar. Se había quedado congelado en el momento en que vio a Ford levitar y la luz que le quemaba las retinas al verla directamente.—¡Mierda, mierda, mierda!
El portal ya se había apagado cuando logró pararse, cuando Ford ya había pasado por aquél objeto y desaparecido sin dejar rastro, pero no había sido el final de su actividad, para nada.
Los cables no habían soportado, Ford no había calculado bien cuánta energía ocuparía, y por ello misteriosamente prendieron fuego. Era lento, e imperceptible para Stanley, pero el humo de los pequeños fuegos que se propagaban por los pocos materiales que podían viajaban lentamente al aire. Incluso mientras el humo nublaba su vista de ciertas partes de la máquina, no dirigió su mirada más lejos del centro de la máquina.
—¡Maldita sea! ¡Acabo de tenerlo devuelta, no lo puedo perder otra vez!
Intentó volver a prender el portal otra vez, intentando que esa estúpida palanca se moviera cómo cuando había empujado a Ford contra ella, pero había quedado atascada en donde estaba.
No podía aceptarlo, con toda su fuerza intentaba mover la palanca; la única pieza de mecánica allí que entendía. ¿Qué había esperado Ford? ¿Que entendiera porqué había un pedazo gigante de metal en su casa? Para Stanley no era más que un cacharro que se había llevado a su hermano.
El fuego no tuvo demasiado para propagarse, por lo que se apagó eventualmente, pero el aire se volvió pesado con el humo que quedó. La mayoría eran tipos de metal que solo dejaron de funcionar una vez que el portal había dejado de utilizar energía. Stanley iba a seguir empujando la palanca, pero las pocas luces que habían se apagaron. El portal había creado un apagón.
Eventualmente dejó de pelear contra la palanca, no había caso, no era capaz de moverla y la adrenalina se estaba yendo, dejando que su herida finalmente empezara a ser un dolor de huevos. Por un momento miró hacia delante, donde estaban las únicas cosas que eran prueba de lo que había ocurrido. De lo que había visto.
Las únicas dos cosas que eran prueba de que no había alucinado con que su hermano había sido devorado lentamente por su propia creación.
Un diario de tapa roja, una mano dorada—con seis dedos, eres muy obvio, Ford—en el centro con un simple número tres en el medio de esta.
Y las gafas cuadradas—«no son cuadradas, esa no es la forma correcta», diría Ford, si estuviera todavía con él—.
Tomó el diario y leyó la primera página, y la segunda, y la tercera. Llegó hasta la quinta antes de decidir que perdía el tiempo—no era por haber visto la cara de su hermano toda rayada con lápiz rojo—y pasar de página en página lo más rápido posible antes de encontrar una página específicamente del portal—¿Gnomos? ¿En serio, Ford? Perdiste los cabales, hermano— aunque no había mucho que entendiera.
Primero vio la página en donde había mayormente una explicación de dónde consiguió los materiales, o donde debía de hacerlo, pero Stanley supuso que no necesitaría ese conocimiento. El portal ya estaba completamente hecho, ¿No?
Ahora que recién empezaba a revisar, vio el desastre que el pequeño incendio creó en los cables. Eso necesitaría arreglo, pero no uno en donde necesitara saber complejas matemáticas que nunca entendería y los materiales que aparentemente eran «raros». Cableados eran fáciles, podía hacer eso.
Cambió de pagina, y no parecía nada importante. Una expedición a conseguir materiales, sonaba divertido.
No parecía nada importante.
No lo parecía, hasta que volvió a pasar de página. Ford no había estado solo creando esa cosa que tenía en frente. Podría pedirle ayuda, si es que seguía en el pueblo. Decía que era del sur.
ESTÁS LEYENDO
El líder y el rebelde.
Fanfiction"Bórrame la memoria, vamos, sé que quieres, Fiddleford McGucket." Por un momento Stanley pudo haber pensado que podrían haber sido amigos, quizá en otro universo Ford no lo rompió tanto como para que terminara así; el líder de la Sociedad del Ojo Ce...