Después de vivir más de tres días en la cabaña, y estar intentando arreglar el portal más o menos a ciegas-sin mucho éxito-, finalmente había limpiado la casa completa, si no mencionaba algunas habitaciones que decidió no tocar. El primer y segundo piso ya no estaban con vidrio roto, papeles tirados y arrancados, madera rota, manchas de tinta y lo que esperaba no fuera manchas de sangre. Todo lo había dejado en dos grandes bolsas de basura que Ford tenía guardadas en un cajón de su cocina.
«¿Había siquiera dónde tirar todo esto?»-se preguntó a si mismo, ya que en ningún momento había visto algún bote grande fuera de la casa de Stanford.-«Ah, pero de qué mierda hablo. Si hay uno a un lado de la carretera.»
Había uno para que camiones fueran a recoger la basura.
Quién diría que un pueblo tan pequeño pareciera barrio de ricos.
Pero había un problema.
No podía llevarlo en el auto.
-Demasiado grande.-comentó en voz alta a si mismo, mirando la bolsa de basura. Esa cosa rompería también los asientos por el vidrio dentro si es que perforaban la bolsa.-Tendré que ir a pie.
Ese día tenía planeado hacer varias cosas, como ir a comer al trabajo de Susan y buscar al tal asistente, así que esperaba y rogaba que esto no tardara mucho tiempo. No lo podía empujar para mañana, ya que si hacía eso, esa bolsa podría estar en una esquina por semanas.
Si es que Ford no volvía, claro. Él iría a tirar la bolsa de inmediato, o lo mandaría a él a hacerlo.
Miró el reloj en la pared, pensando en qué haría en las siguientes horas.
-Son casi las seis de la mañana, debería estar devuelta a las siete cómo máximo. No debería tardar más de una hora.
Suspiró pesadamente antes de ir a la cocina, donde había dejado sus cosas en el respaldo de la única silla que quedaba, agarró la chaqueta que le habían dado el día anterior, y se la puso.
-Muchas gracias, Susan.-dio una pequeña sonrisa. Era muy útil.
Si no fuera por esa chaqueta, en menos de diez minutos se estaría cagando de frío afuera. La suya no está hecha para estar tanto tiempo en el frío extremo.
Lo único bueno de esa mañana era de que la nieve no parecía querer enterrarlo vivo en el momento en que ponga un pie afuera, y considerando que los últimos días había nevado casi sin cesar, hoy era tranquilo.
Contento con que el día estaba ligeramente planeado, fue al baño y se miró un poco al espejo para después agarrar la cinta de regalo-que a este punto sería suya, cagaste Ford-y la usó para amarrarse el cabello.
Se veía algo decente, no habría problema si es que se encontraba con alguien. Dudaba que pasara, en especial a esa hora y lugar, pero con su suerte no podía no hacer algún arreglo.
Se puso las botas y empezó a caminar por la nieve, arrastrando la bolsa por la nieve antes de ponerla por sobre su hombro.
Un pedazo de vidrio que había roto una parte de la bolsa le cortó la mejilla, pero no era un problema.
Tendría que ir todo el camino así, si seguía arrastrando la bolsa terminaría por romperla y todo caería en la nieve. Sí pasaba eso no lo recogería, y podría reventarle un neumático si es que pasaba por encima.
Miró hacia sus lados mientras seguía el camino, un poco agradecido de que era más o menos directo, porque si no, se perdería fácilmente.
Todo se veía blanco, incluso si ya no estaba nevando como si fuera lluvia torrencial. El viento era fuerte, pero podía caminar sin problemas. Era solo una molestia.
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El líder y el rebelde.
Hayran Kurgu"Bórrame la memoria, vamos, sé que quieres, Fiddleford McGucket." Por un momento Stanley pudo haber pensado que podrían haber sido amigos, quizá en otro universo Ford no lo rompió tanto como para que terminara así; el líder de la Sociedad del Ojo Ce...