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Camino por la vereda con un fuerte dolor de cabeza, hace mucho que no me pasaba. Llevo en mi bolso mi cuaderno y mi cámara fotográfica con el propósito de fotografiar paisajes, pero no logro concentrarme. La frase resuena en mi mente:

<< Debes actuar con la moral >>

Entro en un campo distinto donde camino largo rato por el trigo el cual rosa mi piel y me hace difícil la caminata, cuando logro salir de la larga siembra me pongo en marcha, me adentro un poco en el bosque cerca de un río y subo a un árbol donde la vista sea clara, con mucho cuidado destapo la cámara, tomo un par de fotos de el campo de trigo ya que con el viento impulsándolo y haciendo volar pequeñas hojas se puede captar una imagen muy hermosa. La fotografía sale impresa por la parte inferior de la cámara y con un clip la sujeto a otro montón de fotos que guardo en mi cuaderno. Meto todo a mi bolso y bajo del árbol, camino aun más, no tengo ánimos de volver. Quiero llegar al río el cual se encuentra mas lejos de lo que pensaba. Llego hasta allí, hundo mis manos en el agua fría y lavo mi cara luego tomo un gran sorbo de agua limpia, cristalina.

Veo a mi alrededor buscando un árbol que sea alto y "escalable", cuando por fin encuentro uno subo a el y admiro el paisaje, ahora es mucho mas bello. El trigo llega hasta el brote de la montaña donde se divide con el río y la vegetación. Al igual que antes tomo dos fotos para captar el paisaje completo. Todo está muy húmedo producto de el rocío y de posible niebla que cruzo por aquí en la noche, hay mucho barro y el árbol está mojado, pero no me importa; no es que me vaya a detener por unas cuantas gotas.

Uno las fotos al montón y guardo todo de nuevo en mi bolso y lo sierro.

Me precipito a bajar pero me detengo al escuchar una rama quebrarse, que estoy 100% segura de que no fui yo, mi corazón late fuerte, escucho voces.

Todos los recuerdos vuelven a mi cabeza: desde como hace dos meses que algunas personas anónimas han estado quemando cosas, personas que nadie sabe quiénes son porque nadie nunca las ha visto. Solo se sabe que son peligroso y si alguien (como yo) se llegara a topar con ellos estaría perdido. (O al menos eso dicen ya que nadie lo ha podido comprobar)... se había oído decir que estas personas escapaban a los bosques y campos, ya que la SIC no suele entrar a estos lugares, son como propiedad de nadie (como imaginarán; para preservar la paz de los individuos y que no hayan peleas por territorio), yo nunca he visto a alguno por lo que no lo creo muy cierto pero justo en este momento tengo los pelos de punta, el miedo me invade, y mi respiración se acelera. Tarto de calmarme y disminuir mi respiración para no ser escuchada.

-¿Segura que nadie nunca llega aquí?- dice una voz masculina con temor.

-Segura, ahora cállate que me desconcentras-

-Pero... ¿Qué pasa si alguien viene?-

-ya te dije que nadie viene por aquí, es muy seguro ¿sí?- la voz de la mujer es fuerte, ronca y clara; seguro una persona corpulenta.

-y... ¿Qué hago yo?- dice el hombre

La mujer da un resoplido.

-Bien, si tanto quieres ser útil anda por ahí a enterrar estas cosas, no podemos ser descubiertos, especialmente por la SIC, esos tipos están malditos.- dice para si misma

Silencio

-¡vamos! ¡¿Qué esperas?!-

El hombre camina hacia un lado y se dirige al río por lo que lo puedo ver con claridad. Es un hombre aproximadamente entre 25 y 30 años, mediana estatura y cabizbajo, muy flaco, no parece criminal. Me volteo para ver a la mujer, me inclino un poco ya que está fuera de mi alcance y subo una rama más sin hacer el más mínimo ruido.

La mujer es alta, corpulenta, de piel clara y de unos ojos pequeños pero azules, pelo rojizo corto y sucio. Seño fruncido y ropas sucias al igual que el hombre. Con un cuchillo corta algunas ramas en dirección al río dejando como un especie de camino falso, como si alguien hubiera pasado por ahí muy rápido. Luego corta un pequeño pedazo de su camisa y lo tira al suelo, enganchado en una rama. Es inteligente, luego guarda el cuchillo en una bolsa y sale con cuidado de su obra. Se limpia las manos llenas de tierra con una botella de agua. Oigo al hombre venir.

-Listo- dice, con las manos sucias.

-¿Lo hiciste bien?-

-Sí, lo deje muy enterrado, no podría encontrarlo de nuevo-

-Bien- dice la mujer terminando de guardar unas cosas en la misma bolsa donde guardo el cuchillo.

Me inclino un poco más ya que una rama me tapa, pero para mi suerte mi pie se resbala, y suena, alcanzo a agarrarme de una rama y equilibrarme para no caer. ¿Me habrán escuchado? NO, NO, NO, NO, NO, no me pueden haber escuchado ¿Qué voy a hacer ahora? Me escondo tras el troco grueso de espaldas. Dejando mi vista atrás y respirando lo menos que puedo, lo que se me hace muy difícil ya que en este minuto mi pecho sube baja del miedo. Mis manos comienzan a temblar pero las junto para controlarlas.

-¿Escuchaste eso?- dice la mujer, hay no, hay no, hay no.

-¿Qué cosa?- dice el hombre confundido.

-Shhh...- dice ella tratando de escucharme, mi corazón late rápidamente y transpiro, cierro los ojos

-¿Qué pasa?- dice él distraído -¡Clare tenemos que irnos!-

-Cállate, espera...-dice omitiendo su comentario, oigo el sonido del cuchillo al salir de su funda, como cuando un fierro es afilado con otro fierro. Contengo la respiración.

Hay silencio durante unos segundos

-Clare no hay nada ahí-

Hay silencio nuevamente, obviamente ella no se ha rendido, de repente se oyen sirenas a lo lejos.

-¡Vamos!- dice ella después de una pausa. Guarda su cuchillo nuevamente y emprenden camino rápidamente en dirección contraria a la del camino falso.

Alcanzo a tomar mi cámara y tomarles una foto antes de que desaparezcan entre los árboles, el click no se escucha gracias a las sirenas que resuenan en el ambiente, logro tomar otras dos fotos. Relajo mis músculos al notar que ya están demasiado lejos para oírme, pero aun así prefiero quedarme quieta por al menos 10 minutos, por si acaso. Me quedo sentada en una rama del árbol todo ese tiempo, tal vez más. Sin mirar las fotos ya que las manos aun me tiemblan, las guardo en mi bolso junto a la cámara.

Miro alrededor y bajo del árbol con un salto. El miedo no se ha marchado de mi, sin darme cuenta corro por la tierra húmeda, llego al trigo pero no me detengo, sigo corriendo sin parar, sin pensar en lo que estoy haciendo, no me doy cuenta cuando llego al límite del campo y por una alambrada salgo hacia la autopista y espero un ómnibus impaciente mientras camino agitada. No pasa mucho tiempo hasta que uno se detiene a recogerme, toca la bocina ya que estoy muy despistada en mis pensamientos, me subo, y me siento en el primer asiento que encuentro, me siento más segura.

El conductor me mira extrañado y alza la voz

-¿pasa algo niña? Estas pálida-

Solo levanto la vista para mirar al conductor y sin gesto alguno negar con la cabeza.



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nos vemos en el próximo capitulo, su muy sensual escritora:

marianawilmo ;) 

covered eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora