Todo ha cambiado

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Nos separamos del resto y nos paramos en un semicírculo. 

- Sugiero que vayamos a nuestro sitio. - dice Lilith decidida.

- ¿A vuestro sitio? - pregunto.

- Donde las vírgenes que lloran. -

- No me has ayudado en nada... -

- Allí se puede llegar volando. - apunta Adam.

- No pasa nada, Genevieve. Aprenderás incluso antes de las clases de vuelo. -

- Muy bien, lo hemos decidido, ¿por qué estamos perdiendo el tiempo? - Asher cruza los brazos delante de su pecho.

- ¿Volarás sola o quieres que te lleve? - me vuelve a ofrecer Adam.

- Volaré sola, no te preocupes. - digo con una sonrisa.

- ¿Estás segura? -

- Ella no es una niña, Adam. - se queja molesto Sean.

Todos empezaron a mover sus alas y a despegar del suelo, para alejarse entre las rocas y las nubes rosadas.

Solo Adam y yo nos quedamos en el suelo. Él me lanza una mirada comprensiva y despegó.

- Estaré cerca. Intenta no perderme de vista. - dice mientras se mantiene en el aire mirándome. 

¿Por qué no me enseñaron esto tan pronto como llegué aquí?

Está bien... no debe ser complicado. Solo es agitar las alas.

Al principio, muy débilmente, pero luego con más confianza, empecé a mover las alas y despegué de inmediato.

Lo más difícil era mantener el equilibrio.

Estaba volando, pero de lado, hacia atrás, golpeándome con todos los obstáculos que se pasaban por mi lado.

Lilith y los demás ya habían desaparecido a lo lejos.

Adam se paró y volvió unos metros para esperarme.

De esta manera pasamos volando las torres de la escuela y bajamos a una gruta.

El aterrizaje fue duro: perdí el equilibrio, rodé por el suelo y caí boca abajo.

Adam me ayudó a levantarme, y los demonios aplaudieron. 

- Eres muy valiente. - contesta Lilith.

- ¿Qué es este sitio? - pregunto mientras me quito la tierra de la ropa.

- Hace muchos años, los ángeles y los demonios inferiores venían aquí a rezarle a O'Dion. - Asher mira impresionado a su alrededor.

- Pero según las leyendas, un día, una mujer vino aquí para rezar y al parecer, rezó por alguien que al parecer, no debería. - Sean se une a la explicación.

- Ella inundó la piscina con sus lágrimas. - Lilith mira la gran fuente que había al fondo de la gruta.

En el fondo, había unas manos enormes talladas en piedra, que sostenía una gran fuente rodeada de jóvenes y bellas ángeles en piedra con largas túnicas y cabelleras trenzadas y largas. Cada una de ellas miraba al agua, o intentaba mojarse las manos con delicadeza, mientras que alguna parecía tapar su cuerpo con la fina túnica que dejaba ver su cuerpo a través. Para subir a la fuente, había una larga escalera que subía de las manos talladas al borde de la fuente, en la que te podías sentar para rezar.

- Después de eso, las estatuas empezaron a llorar, cada vez llenando más la piscina con nuevas lágrimas. - Adam también mira las estatuas.

- Y este sitio se volvió en el lugar del dolor. - Lilith no le quita ojo.

Alas en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora