Capitulo 15

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Desperté un poco confundida, no sabía dónde estaba, ni que estaba pasando. 

Oía gritos, dos hombres a lo lejos discutían. No podía ver quiénes eran, todo estaba confuso, veía borroso y todo daba vueltas a mi alrededor. Quise llevar una mano a mi cabeza, donde estaba golpeada pero no podía, mis manos estaban atadas, con fuerza, al igual que mis pies. No podía pararme, no podía moverme de allí. Busqué a mi hermana pero ya no la veía, no podía gritar tampoco por la mordaza en mi boca. 

Lucas se acercó tenía una expresión que jamás había visto antes, tenía los ojos a punto de salirse de su lugar, rojos. Tenía cara de loco desquiciado. Se arrodilló para mirarme a la cara, comencé a llorar de los nervios y del miedo que sentía. El sonrió, su sonrisa era aterradora. Baje mi mirada al suelo, él chistó, luego tomó mi cabello y tiró de el para que lo mirara. -¿Sabes cuánto tiempo desee esto?- Me acarició el rostro y secó mis lagrimas. -Hace mucho tiempo.- Tenía miedo, respiraba con dificultad. Deseaba que David nos encontrara y nos salvara, pero eso era imposible ¿Cómo encontraría este lugar? -No llores mi amor. Todo esto va a ser tan placentero.- Me besó en la mejilla. Volvió a mirarme a los ojos. -Voy a sacarte la mordaza pero no vas a gritar, ¿ok?- Asentí atemorizada. Quitó la mordaza, intentó besarme los labios pero corrí la cara haciendo que bese mi mejilla nuevamente. Sentía asco. -Si yo quiero besarte te beso.- Dijo con voz profunda.

-Me das asco.- Dije y escupí su rostro. Él rió, levantó su mano y golpeó mi cara. -No me importa, podes golpearme todo lo que quieras pero jamas te voy a besar.- Me miró con odio. -¿Dónde esta mi hermana?-

-La pequeña Sofía, esta por allá con un amigo.- Me observó y sonrió. -No te preocupes la esta cuidando.- Miró hacia atrás y me señaló, pude ver a alguien a lo lejos pero no sabía quién era. -Por cierto, lo conoces a mi amigo.-  Se levantó y caminó hacia aquel hombre, le dijo algo y el hombre negó con la cabeza, se corrieron a un costado y pude ver a mi hermana al parecer dormida o no lo sé. Le grité pero ni siquiera se movió, comencé a llorar nuevamente no sabía si estaba viva o no. 

Lucas regresó, con aquel hombre que estaba con mi hermana, levanté la mirada hacia Lucas. Mire a aquel hombre y esperen es... Mi corazón comenzó a latir muy fuerte, mi respiración se aceleró. -Y te presentó a David. Espera, ¿ya se conocían verdad?- David estaba parado a su lado, mis lagrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas. -Bueno,- Dijo y se arrodilló. -como veras mi amigo es un idiota, lo único que tenía que hacer era conocerte para que podamos matarte pero el idiota se enamoro y complicó los planes.- Lo miró a David y volvió hacia mi. -Mereces saber nuestra historia.- Dijo sonriendo como loco. -Cuando eramos muy jóvenes en Rosario me acosté con la mujer de mi padre, David también lo hizo. Cuando ambos nos enteramos decidimos matarla y fue tan placentero ver como sufría, como suplicaba. Eramos los únicos que decidíamos el destino de todas esas mujeres. Nosotros decidíamos cuándo vivían y cuándo morían.- Suspiró. -Y ahora, es el turno a las hermanitas Del Río.- Se levantó, David seguía a su lado sin decir nada, observando el suelo. En ningún momento me miró a los ojos. 

-Estúpido imbécil, mirame a los ojos.- Le grité a David. -Sos un maldito.- Lucas observaba y se reía como si estuviera viendo una cómica escena. -Inventaste todo eso de la familia.-

-No, espera. Tiene una familia, es cierto. Una hija y una bella esposa, Lara y Marisol, su esposa.- Interrumpió Lucas. -La familia feliz.- Agregó. -Los dejo solos.- Y se retiró de nuestro lado.

Comencé a llorar desconsoladamente. -Es lo que tenía que hacer.- Dijo David, con voz fría. Me sentía asquerosa, pensar que él iba a ser quién me salvaría del estúpido Lucas. Pensar que me sentí enamorada de él, que estaba dispuesta a perdonar lo de su familia, que iba a pedirle que deje todo por mi. Pensar que tuve sexo con un asqueroso asesino. David se arrodilló. -Cuando dije que te amaba era cierto.- Dijo en voz baja.

Me produjo tanto asco, mi estomago se revolvió sentí que iba a vomitar. -Imbécil.- Balbuceé. 

-Cuando encontraste las cosas de Valeria iba a contarte la verdad pero ibas a asustarte, ibas a contarle a la policía y yo tengo una familia, no podía permitirlo.-

-David,- Gritó Lucas mientras ponía a mi hermana en una silla en el medio de la habitación. Otra silla estaba ubicada a su lado. -traela.- Le indicó. 

David me levantó, comencé a moverme para que me suelte pero fue en vano. Me sentó y ató a la silla, igual que Sofía. -¿Sofi?- Dije, ella me miró, podía sentir el terror en sus ojos, estaba llorando al igual que yo. -Lo siento.- Dije, sentía responsabilidad, no pude cuidarla y metí a los enemigos en mi vida y por lo tanto en la suya. 

-Bueno, basta de disculpas.- Dijo Lucas. -Ahora vamos a jugar a algo que me gusta mucho.- Se alejó de nosotros y regresó rápidamente con un revolver en la mano. Colocó una sola bala y giró el cilindro donde estaba la bala. -La ruleta. Me gustaría que muera una al azar.- Apuntó primero a Sofía. -La más joven primero.-

-¡NO!- Grité entre llantos. -Primero yo.- 

Un ruido ensordecedor se oyó en la puerta subiendo las escaleras. -Policía- Gritaron. Se oía a mucha gente pisando fuerte acercándose hacia nosotros. -Manos arriba señores.- 

-Mierda.- Murmuró Lucas. 

Ambos levantaron sus brazos. -Ahora giren con lentitud hacia nosotros y dejen el arma donde pueda verla.- Ellos lo hicieron. El hombre que me parecía conocido, al parecer era el primo de Lucas, se acercó a ellos y dijo que estaban bajo arresto. Luego de que  se los llevaran una mujer, policía, se acercó a nosotras y nos desató mientras nos preguntaba si estábamos bien. Abracé a mi hermana con fuerza mientras le repetía una y otra vez que lo sentía mucho y ella decía que lo que había sucedido no era culpa de nadie. El primo de Lucas regresó a nosotras. -¿Están bien chicas?- Ambas asentimos. -David declaró ayer, contó todo y entregó pruebas suficientes para encerrarlos para siempre.- 

¿David en realidad lo había hecho? 

Nos llevaron a una clínica, a pesar de que repetimos una y otra vez estábamos bien y nos tomaron declaraciones. Allí estuvimos un par de días, al parecer los golpes eran algo graves. 

Una vez que salimos de allí, el primo de Lucas nos dijo que ya estaban presos que lo estarían de por vida. Pregunté si podía ver a David, él me dijo que no sería buena idea, pero insistí y finalmente aceptó. 

A los dos día me llamó para decirme que vaya a verlo. Manejé durante dos horas y aunque piensen que estoy loca lo hice, llegué y me hicieron pasar a una pequeña sala gris, completamente. Me senté nerviosa y luego un policía trajo a David. La sangre se me heló, tenía miedo. Se sentó frente a mi. -Pensé que serias la última persona en visitarme.-

Respiré profundo y exhalé, lo miré a los ojos, ojos que ya no reconocía. -¿Por qué declaraste?-

-Porque te amo de verdad, no quería que te pasara nada malo.-

-Sin embargo, me llevaste a ese lugar. Pero ya no importa, solamente quiero decirte que me pareces detestable.- Iba a levantarme pero antes me surgió una duda. -Antes de irme quiero saber algo más.- El me observó desconcertado. -¿Qué eran esos numero que aparecían en los cuerpos?-

-Eran los horarios en que las chicas morían. Lucas los ponía para crear una falsa pista o algo así.-

-El día del parque, el día que nos conocimos ¿fue casualidad?-

-No.- Negó con la cabeza mientras contestaba.

Asentí decepcionada al darme cuenta que nada fue real. -Deseo que ambos se pudran en la carcel.-Me levanté y me fui de allí. 


Fin

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