El último día de la misma rutina de siempre, esa que compartía y construía con mi mejor amiga Neko, había llegado. Pero este no era un día cualquiera. No, este era el día antes de la gran prueba emocional que, estaba segura, superaría con éxito.
Yoko, la hermana menor de Neko, estaba a punto de irrumpir en mi vida otra vez, y aunque juraba que estaba preparada... la verdad es que tenía ciertos temores. Miedos lógicos, teniendo en cuenta lo que habíamos atravesado. Pero el dolor me había fortalecido el último año, eso me brindaba bastante seguridad.
La cabeza me zumbaba tras la fiesta de la noche anterior. Habíamos salido y experimentado con sustancias de las que ni me acordaba cómo las habíamos conseguido. No era la primera vez que vivíamos una noche de desenfreno, pero esta vez lo habíamos llevado al extremo. Claro, tenía sentido: era nuestra despedida, ya que en menos de veinticuatro horas, Yoko, la niña mimada de la familia, la hermana pequeña de mi mejor amiga, llegaría para quedarse. Y no sé si era la resaca o la ansiedad, pero la idea de verla de nuevo me hacía sentir como si me estuviera preparando para una guerra.
Me desperecé lentamente, pero me sobresalté al notar un bulto humano a mi lado, bajo las sábanas. Una forma que, honestamente, no recordaba haber invitado. Le di un golpecito involuntario y recibí un quejido en respuesta. Sí, definitivamente era una persona.
-¡Auch! -se removió y, al destaparse, me encontré con una mata de cabello platinado desordenado y un par de ojos adormilados pero dulces.
-¿Quién eres? -pregunté, apoyándome en el respaldo de la cama, confusa y esperando que la situación no empeorara con algún recuerdo terrible.
-¿En serio, Faye? -respondió, ofendida, y me di cuenta de que el desastre era inevitable-. Es la cuarta vez que nos acostamos este mes. ¿Cómo es posible que aún no me reconozcas?
Rasqué mi cabeza con algo de culpa, tratando de enfocar su rostro, pero no había forma. Nada. Cero recuerdos en el disco duro de mi mente.
-Perdóname, tal vez... la próxima vez... lo haga -dije tratando de no parecer la peor persona del mundo.
-¿Habrá próxima? -replicó con una chispa de emoción que me hizo darme cuenta de que acababa de cavar mi propia tumba. Definitivamente, mi cerebro seguía dormido.
-Eh, bueno, no necesariamente una próxima vez en ese sentido... Podemos... no sé, encontrarnos por ahí -intenté salvarme, agitando las manos en un gesto ridículo para detener sus ilusiones antes de que se desbordaran, pero su puchero me apuñaló.
-Claro... -contestó, ya con un pie fuera de la cama, buscando su ropa. Luego se volvió hacia mí-. Me llamo Rosé, por cierto. Aunque claro, probablemente lo olvides de nuevo.
-Encantada de cono... -intenté replicar, pero me cortó con una mirada que podía partir la tierra.
-¡Que ya nos conocíamos! -bufó y yo decidí no seguir arruinando las cosas. Mejor dejarla ir con algo de dignidad. Con un portazo se marchó, dejando su perfume en mis sábanas y a mí con una resaca que no menguaba.
Suspiré, masajeándome las sienes, intentando lidiar con el martilleo en mi cabeza. Claramente me había olvidado de beber los siete vasos de agua antes de dormir. Pero antes de que pudiera relajarme, Neko irrumpió en mi habitación como un vendaval, sin golpear ni pedir permiso.
-¡Faye, levántate ya! ¡Tenemos que limpiar! Yoko llega hoy -gritó, como si yo estuviera en condiciones de procesar esa información.
-¿Qué? ¿Cómo que hoy? Dijiste que llegaría mañana -salté de la cama como si mi vida dependiera de ello. Mi cerebro daba vueltas, tratando de entender qué estaba pasando mientras Neko corría en círculos.

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La hermana de mi mejor amiga || FayeYoko × Faye Peraya y Yoko Apasra
Fanfiction[Segunda temporada de "La mejor amiga de mi hermana"] Sus últimas palabras fueron hermosas, sí, pero no ocultaron la fealdad ni la amargura de su partida. Su huida, adornada con una ternura que nunca llenó el vacío que dejó, transformó las vacacione...