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La sala estaba envuelta en un aire pesado, una mezcla de risas nerviosas y el aroma persistente de hierba y vino. El televisor parpadeaba imágenes que ninguna de las dos estaba realmente viendo. Aquellas sustancias que habíamos consumido hacían que los bordes de la realidad se sintieran más blandos, y la marihuana añadía una sensación surreal a cada segundo que pasaba.

Me sentía fuera de mí, con la realidad ralentizada y desenfocada saturándome. Tal vez... que ambas consumiéramos no había sido la mejor idea. Al menos tenía la certeza de que Neko estaba peor que yo. 

El teléfono vibró en mi regazo, un sonido que parecía más fuerte de lo normal en la quietud del momento. Lo desbloqueé con rapidez, sintiendo que cualquier distracción sería bienvenida.

Era un mensaje de Yoko.

"¿Sigues despierta? Esta fiesta es un desastre, pero estoy pensando en ti. Quisiera que estuvieras aquí".

Me tomó unos segundos procesar las palabras, que parecían salir de la pantalla y flotar. Sonreí de manera inconsciente, permitiendo que el mensaje me quemara el pecho. Pero esa calidez no pasó desapercibida.

-¿Es de Yoko, verdad? -cuestionó Neko. La sangre me abandonó el rostro.

Preguntó imprecisa, desinhibida, pero lo suficientemente afilada para hacer daño.

-¿Qué? -Mi mente, embotada, tardó en captar.

-Siempre es ella -replicó, sus palabras arrastradas por el vino y el humo-. Todo lo que haces, todo lo que piensas, siempre gira alrededor de Yoko.

Rodé los ojos, tratando de ocultar cómo ese comentario me había incomodado. Intenté restarle seriedad y no sentirme paranoica. No era la primera vez que hacía una escena de celos, pero sí era la primera vez que utilizaba aquel tono en simultáneo con una mirada sombría. 

-No es así -me cerré. 

-Claro que lo es -continuó y disparó una risa teñida de algo amargo-. Te conozco, Faye. Tú te das cuenta de cómo te mira.

Esas palabras me golpearon como una ola helada, sacudiendo la niebla de mi mente. No quise responder. No pude. ¿Neko estaba sospechando?

-No entiendo... -mentí con un hilo de voz. 

-Yoko... -Neko continuó, inclinándose peligrosamente hacia mí-. Ella... está enamorándose de ti, Faye. Y tú, tú no haces nada por evitarlo.

-¡No digas estupideces! -susurré, sintiendo que el aire se volvía denso. Aquella insistencia comenzaba a molestarme. 

-¡Claro que lo digo! -soltó, su voz quebrándose por la mezcla de rabia y algo más profundo-. Porque no puedo soportarlo. Siempre fue lo mismo. Siempre ella -temblé tras sus últimas palabras, temiendo que, finalmente, Lux tuviera razón. 

La miré fijamente, intentando procesar lo que estaba diciendo, pero mi cabeza se sentía como si estuviera en una nube espesa.

-¿Qué quieres decir con eso? -pregunté al fin, aunque no estaba segura de querer escuchar la respuesta.

-Envidio lo que tienen -admitió, dejando escapar una risa triste-. Siempre lo he hecho. La forma en que te busca, en que te mira, en que tú la cuidas como si nada más importara.

Su confesión me dejó sin palabras, el peso de su verdad aplastándome tortuosamente.

-No es lo que piensas...

-¡Ya basta con tus excusas! ¡Detente! -gritó de repente, levantándose con un movimiento torpe que casi la hace caer-. ¿No te das cuenta de que eso me lastima más? -sus ojos estaban rojos, heridos. 

La hermana de mi mejor amiga || FayeYoko × Faye Peraya y Yoko ApasraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora