Un joven con nombre en la oscuridad

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Mientras el joven se dedicaba a cortar un árbol, creando un ritmo casi hipnótico con el sonido de su hacha, le contaba lo sucedido

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Mientras el joven se dedicaba a cortar un árbol, creando un ritmo casi hipnótico con el sonido de su hacha, le contaba lo sucedido. La chica, sentada en una hamaca, lo observaba con atención con sus ojos llenos de asombro por la revelación de su compañero.

—No puedo creerlo —dijo, impresionada.

—Así es… —respondió él, guardando un breve silencio antes de golpear el tronco con fuerza—. Hoy, para mí, es el día… 75 desde que llegué aquí. Para ti, es el día 55, eso creo…

—Pero si acabo de despertar hace un par de horas —replicó ella, la incredulidad evidente en sus ojos.

El joven soltó el hacha, dejando que el sonido del metal al caer se mezclara con el murmullo del bosque. Se acercó a una botella de agua que tenía cerca y bebió con avidez, sintiendo cómo la frescura del líquido lo revitalizaba. La chica no pudo resistir apenarse por las acciones del joven.

Luego, él, volvió su mirada hacia la chica, usando una expresión tornándose seria.

—Escucha, niña —comenzó, con una voz grave y directa—. Después que activé la segunda ruina de la Luz, regresaba a este lugar cuando te encontré. Solo con un trozo de tela cubriéndote los senos y otra en la parte de abajo…

—¿¡Qué!? —exclamó ella, sorprendida y avergonzada, sus mejillas encendiéndose de un rojo intenso.

—…no te hice nada inapropiado, ¿de acuerdo? Te cargué en mi espalda y te protegí todo el camino hasta llegar aquí —aclaró el joven, intentando suavizar la situación.

La chica bajó la mirada, tratando de ocultar su bochorno, mientras una mezcla de confusión y vergüenza la invadía.

—Oye, tranquila, ¿sí? —dijo él, notando su incomodidad—. No sé cómo o por qué estuviste todo ese tiempo en estado vegetativo. Pero te di de comer y también… bueno, eso no es necesario que te lo diga.

—¿De qué hablas? ¿Dímelo? —insistió ella, con una curiosidad que competía con su incomodidad.

—No-no. Olvida esa parte —respondió el joven, moviendo la mano en un gesto de desestimación.

—Pero, ¿qué cosas es? —preguntó con su interés ahora completamente capturado.

El joven, sintiendo que la conversación se tornaba incómoda: —Déjalo… de esa ropa que llevas… bueno…—duda en confesar lo sucedido. Hasta que se le ocurre una buena interpretación para no sacarla de sus casillas—. Puedes verificar qué aún posees esos trapos.

La chica al escucharlo se sintió completamente vulnerable y le dió la espalda para mirar debajo de su vestimenta. Asegurándose se que le decía la verdad.

El joven se acercó cuidadosamente a ella: —Oye… lo hice porque no podía dejarte así y…

—Gracias —interrumpe la chica inesperadamente.

The Wild DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora