La familia real de Qebel acostumbraba a cenar en un bullicioso, pero encantador desorden. Cualquiera ajeno a la misma que presenciara la escena, pensaría que aquel era un comportamiento impropio para la realeza; sin embargo, en ese país, era una imagen común a la que pocas personas, salvo algunos nobles un tanto reservados y tradicionales, prestaban atención.
Y ese tipo de gente, en opinión de Daryn, era difícil de complacer incluso siguiendo a rajatabla el protocolo más estricto; así que, ¿para qué molestarse?
Sus padres, el rey y la reina, junto a sus siete hermanos, formaban una amorosa y dedicada familia como cualquier otra. En su mesa se discutían toda clase de temas, desde política a cómo les iba en el día a día a cada uno de ellos y sus respectivos intereses, hasta los recientes rumores y sucesos en las tierras feéricas. Por lo tanto, era natural que esa noche la discusión girase en torno a su hermana mayor, la primera princesa, Maritia, quien esa mañana había recibido y rechazado la propuesta de matrimonio de Yhair, el rey Fae Oscuro.
―Fueron sus ojos, definitivamente ―la escuchó decir en un tono bajo y conspiratorio, mientras se arreglaba un perfecto bucle de cabello castaño―. Tan fríos... ―se estremeció de forma visible―. Por muy apuesto que sea, me niego a aceptar a alguien que tiene una marcada y legendaria vena de crueldad.
Daryn luchó por contener una mueca, percibiendo la peculiar sonrisa de Maritia desde el otro lado. Sus ojos castaños parduzcos, con pequeñas motas verdes, reflejaban la luz de las velas que decoraban la mesa. Algo le decía que la mayor de sus hermanas hubiera rechazado la propuesta de todas maneras, incluso si el candidato no fuera tan espeluznante.
Un matrimonio, político o de cualquier clase, no era algo que interesara a Maritia de Qebel en el futuro próximo; y la larga fila de corazones rotos que dejaba tras de sí ya era motivo de escándalo, o eso le habían dicho sus otras hermanas.
―Ah, querida... imaginamos que debió ser un momento difícil para ti ―convino su madre―. Era una unión favorable para ambos reinos, más no a costa de tu felicidad.
Jaeger, su hermano mayor, sofocó una risa exagerada.
―Tendrías que haberlo visto, madre. Todo pomposo y arrogante, pero cuando Maritia lo rechazó, parecía que le hubiesen encajado un atizador en el...
—Es suficiente —interrumpió su padre, mirándolo con una mezcla de afecto y dureza—. Sabes que no permito ese lenguaje vulgar en presencia de las damas.
—¿Quieres decir que permite el lenguaje soez solo frente a otros hombres? Eso es ciertamente discriminatorio, padre —agregó Daryn, sonriendo para sus adentros al ver la reacción de su padre qué, puesto en un aprieto por parte de su hija menor, se sonrojó de forma violenta tartamudeando incoherencias que hicieron al resto reír con evidente gozo.
El resto de la velada, como siempre, fue agradable y divertida. Con cortesía, Daryn se retiró esa noche temprano, feliz de tener sentirse en casa y bienvenida...
Avanzando por los corredores del palacio, un rayo de luna golpeó uno de sus mechones de un fuerte azabache, volviéndolo un hilo de plata.
Suspiró.
A pesar de todo, resultaba evidente que Daryn no era hija de la familia real. No cuando ellos eran dueños de un hermoso y ondulado cabello castaño y ojos pardos, y ella de una lisa cortina de color cuervo y ojos caleidoscópicos.
Ni siquiera era de su misma raza. Vista por donde fuese, ella era un Hada Nocturna. Qebel, en cambio, era el hogar de los Fae Tierra. Sin embargo, eso no era importante. Ellos eran la familia de su corazón y quienes, en su momento de necesidad, la adoptaron, cuidándola y amándola como a cualquiera de sus propios hijos.
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El Beso de la Reina Nocturna [Saga Dimensiones Mágicas #1] (Borrador Retirado)
FantasyElla necesitaba un milagro... Daryn de Dimos, Sexta Princesa de Qebel del reino de los Fae Tierra está desesperada. El celoso pretendiente de su hermana envenenó el árbol de la vida de su Tierra y los Fae están al borde de la extinción. Sólo ella...