Capítulo 2 (Nueva Versión)

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Zeth observó con diversión cuando la mujer soltó un respingo —sin duda, sorprendida al escucharle— y se giró, mirando en dirección opuesta a él, sin saber definir de dónde provenía el sonido que reverberó en su cabeza.

Eso le dio la oportunidad de estudiarla, poniendo toda su atención en su pequeña figura, ahora iluminada por la luz de las lámparas de cristal que caían como rocío del techo pintado del templo. Casi parecía mentira que semejante cosita diminuta hubiese podido escalar la montaña. Incluso con la inmortalidad de los seres de las Dimensiones Mágicas, había situaciones que fácilmente podrían acabar con la existencia de uno de ellos.

Y precipitarse al vacío desde la altura del Ariat era una de ellas.

No obstante, era difícil no mirarla por razones ajenas a su deber como guardián.

La mujer era una criatura preciosa, con curvas exuberantes, un suspiro de cintura, amplias caderas y labios plenos que prometían una invitación al pecado. Además, su rostro era una obra de arte delicada enmarcada por una cortina de seda negra que le encantaría que se derramara por su colchón mientras la montaba y...

Maldición.

Llevaba demasiado tiempo sin acostarse con una mujer... No podía creer que, en medio de su trabajo, sus pensamientos se dirigieran en esa dirección, y menos hacia un ser al que tendría que eliminar.

«Es casi una lástima tener que matarla...» pensó, y contuvo las ganas de suspirar.

Era una cosita de nada, adorable... Zeth dudaba que, aun con él en su forma humana, le llegara al esternón. Realmente era una verdadera tragedia... Aunque...

Lo ponderó por un instante.

«Si das media vuelta y regresas, te permitiré vivir» indicó como última advertencia, esperando que la tomara. No tenía ganas de apagar la chispa del... Hada. Eso último le sorprendió. Jamás había visto a una pisar el templo antes, pero las alas que parecían delicado encaje detrás de la mujer eran inconfundibles.

Un Hada Nocturna.

¿Cuándo fue la última vez que vio a una de su casta? Quizás un siglo atrás.

Era de admirar, la valentía de la pequeña cosita. El Hada no se sobresaltó la segunda vez que habló en su cabeza, en cambio, observó a su alrededor con deliberada lentitud y, sin hacer movimientos bruscos, Zeth la vio estudiar su entorno con atención mientras la Faery tejía círculos mágicos con la intención de detectar su presencia.

Muy inteligente de su parte... lástima que no la ayudaría ahora mismo.

La mujer inhaló, y su labio inferior tembló ligeramente antes de abrir la boca:

—Me disculpo por entrar sin invitación, yo...

Zeth bufó y, cuando lo hizo, una ola de aire caliente dejó su boca, atemperando la estancia y moviendo las velas y antorchas encendidas. Vio los ojos del Hada ampliarse, y el destello de estos removió algo en él que encontró extraño y algo incómodo.

«No necesito escuchar tus excusas, criatura de Natura. Las razones del porqué has venido a saquear el templo de mi Diosa no son de mi interés... Mi paciencia se está agotando. ¿Te irás o tendré que poner fin a tu vida por tu osadía?» replicó Zeth mientras se sentaba en el piso del templo, el mismo retumbando un poco por el movimiento, dando la impresión de que se vendría abajo debido a ello, aunque sabía que era imposible.

Este templo estaba construido para soportar cualquiera de sus embates en forma de bestia, Belisha misma se había asegurado de ello, por lo que Zeth era libre de moverse a su placer.

El Beso de la Reina Nocturna [Saga Dimensiones Mágicas #1] (Borrador Retirado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora