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A la mañana siguiente, el sol brillaba con fuerza, pero mi ánimo estaba en su punto más bajo

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A la mañana siguiente, el sol brillaba con fuerza, pero mi ánimo estaba en su punto más bajo. La experiencia en la feria aún reverberaba en mi mente, pero la realidad del acoso de Jake se cernía sobre mí como una sombra pesada. Caminando hacia la escuela, intenté recordar las risas y la felicidad de la noche anterior, pero las palabras crueles de Jake se habían quedado grabadas en mi memoria.

Al llegar a la escuela, vi a Jake en el pasillo. La tensión en el aire era palpable, y mi corazón comenzó a latir con fuerza. De repente, Jake se volvió hacia mí, su rostro adornado con una sonrisa burlona.

—¡Miren quién está aquí! ¡El maldito huérfano! —gritó, su risa resonando en todo el pasillo.

El dolor y la humillación me invadieron nuevamente. No sabía qué hacer. Mis amigos estaban cerca, pero el miedo y la tristeza se apoderaron de mí. Sin poder contenerme, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Sin pensar, me di la vuelta y corrí hacia el baño, sintiendo que el mundo se desvanecía a mi alrededor.

En el baño, con las luces tenues reflejándose en el espejo empañado, recordé la conversación que había tenido con mi madre antes de su muerte. Su voz resonaba en mi mente, suave pero firme, siempre diciéndome que debía ser valiente, que nunca debía dejar que los demás me hicieran sentir inferior. Pero en ese momento, la valentía parecía un concepto distante, casi como un sueño que nunca podría alcanzar.

Mi madre había luchado contra el cáncer durante años, una batalla silenciosa y desgastante que le había robado la energía y la vitalidad que solían definirla. La imagen de su sonrisa apagada aún me dolía. Por otro lado, mi padre había desaparecido antes de que yo naciera, dejando un vacío en mi vida que nunca podría llenar. Me adoptaron hace tiempo, pero a menudo sentía que no era más que una carga para ellos. Ellos ni siquiera se preocupan por mí; su atención se centraba en el nuevo bebé que esperaban.

Nos mudamos aquí, a este pueblo tranquilo, solo porque querían un lugar idóneo para el nacimiento del niño, un lugar sin problemas, como si mi vida fuera un problema que debían dejar atrás. La tristeza que llevaba dentro pesaba cada día, como una losa que oprimía mi pecho y dificultaba cada respiración. Ahora, al mirar al espejo, veía a una niño que apenas reconocía, con el alma atrapada en un torbellino de emociones. Y, para empeorar las cosas, Jake parecía aprovecharse de esa vulnerabilidad. Su risa burlona y sus comentarios hirientes eran un recordatorio constante de lo que significaba sentirse pequeño y sin valor en un mundo que no se detiene por nadie.

Los días pasaron, y aunque los chicos hicieron todo lo posible para levantar mi ánimo, el eco de las palabras de Jake seguía resonando en mi mente. Un día, mientras estaba con el grupo en la calle, me encontré hablando de Jake de manera más abierta.

—Jake William es el p-peor —dije, con una mezcla de frustración y dolor—. Y no lo digo p-por celos. Hasta se lo d-diría en la c-cara.

Mis amigos asintieron, compartiendo mi desdén por el chico que había hecho de mi vida un tormento. Pero justo en ese momento, Jake apareció, interrumpiendo nuestra conversación.

—Finn, necesito tu ayuda —dijo, acercándose.

Me quedé paralizado, sin saber qué responder. La incredulidad y el desdén se mezclaron en mi pecho.

—Eres el peor —le respondí, con la voz temblorosa pero firme. No podía permitir que se acercara, no después de lo que me había hecho.

—Eso debió doler —dijo Liam, sentado en una esquina de la baldosa.

—Sí, le dolió —respondió Alex, a su lado.

Los demás chicos se quedaron en silencio, sorprendidos y orgullosos. Jake frunció el ceño, pero no se alejó.

—Escucha, Finn, no es lo que piensas. Solo... —empezó a decir, pero lo interrumpí.

—No me i-importa lo que necesites. No quiero t-tener nada que ver c-contigo. Solo déjame en p-paz.

Al girarme, sentí una mezcla de alivio y tristeza. Por un lado, había defendido mis límites; por otro, la posibilidad de que Jake realmente necesitara ayuda era desconcertante. ¿Podría haber algo más detrás de su comportamiento?

Mis amigos se agruparon a mi alrededor, apoyándome en mi decisión. La conversación se desvió hacia otros temas, pero mi mente seguía dando vueltas. Jake no era solo un matón; era un chico que había crecido en este entorno, posiblemente cargando sus propios demonios.

A pesar de todo, la situación me dejó una sensación de inquietud. Si Jake estaba actuando así porque estaba lidiando con problemas propios, eso no justificaba su comportamiento. Pero, ¿qué pasaría si había más en su historia?

Los días continuaron y la presión del acoso persistía, pero ahora había un nuevo dilema en mi mente. Necesitaba enfrentar a Jake, no solo por mí, sino por todos los que pudieran estar sufriendo a causa de su conducta. Sin embargo, ¿estaba preparado para hacerlo?

Mientras tanto, decidí hablar con mis amigos sobre lo que había estado sintiendo. Sentía que necesitaba su apoyo más que nunca, y estaba decidido a no dejar que el miedo me consumiera. En lugar de huir, esta vez quería enfrentar la situación con la ayuda de quienes realmente se preocupaban por mí. Era hora de ser más valiente, y quizás, entender lo que realmente había detrás del comportamiento de Jake.













 Era hora de ser más valiente, y quizás, entender lo que realmente había detrás del comportamiento de Jake

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𝙎𝙘𝙧𝙚𝙖𝙢 𝙖𝙜𝙖𝙞𝙣 𝙗𝙤𝙮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora