i. visita al zoológico

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🧃


lucas se despertó temprano y emocionado ese día. salió corriendo de su habitación, subiéndose en la cama de su papi, aplastándole el estómago con una de sus rodillas.  

—ay, rayos, lucas... —tiago se levantó y se fijó en el reloj. —dale, amor, son las cinco de mañana. entramos a las ocho y el zoológico es a las diez, tesoro. 

—¿qué significa, papi?

—que tenemos cinco horas para el zoológico. mucho tiempo. dale, dormí con papá.

el pequeño lucas sonrió, aún sin entender bien el concepto de tiempo, pero confiaba en su padre, pues él nunca le mentía. así que se recostó en el pecho de su papá y sonrió antes de volver a cerrar sus ojitos, al tiempo que su progenitor pasaba un brazo por su cuerpito, envolviéndolo en su protección.   

lucas se dio muchas vueltas en la cama mientras dormía, conciliando el sueño casi hora y media después. a su edad, todavía dormía con la boquita abierta, era de las pocas costumbres que nunca dejó después de dejar de ser un bebito. se despertó cuando tiago le dijo que lo hiciera, era un niño muy obediente. 

tiago le ayudó a ponerse su remera y lucas sonrió, orgulloso. se puso sus pantaloncitos y los calcetines se le atoraron en sus dedos. tiago, quien también se estaba vistiendo, fue en su ayuda y evitó que el niño llorara. luego, padre e hijo se peinaron juntos, antes de ir a desayunar.

—papi, sos muy lindo.

—aw, bebé, vos sos más lindo —dijo, apretándole los cachetes y dándole varios besitos. 

después del desayuno, lavarse los dientes y terminar los últimos detalles, subieron al auto. el mayor puso una canción infantil, la favorita de lucas, mientras se dirigían a la escuelita del niño. una vez tiago se estacionó, lucas movió sus piecitos, emocionado.

—¡ya quiero ir al zoológico, paapiii!

—ya sé, amor. estás muy emocionado, pero antes debemos repasar las reglas, pequeño. 

pronto fueron llegando los demás niños al salón. lucas saludaba alegremente a todos los niños, quienes eran igual de alegres que él. detrás de ellos, cuando terminaron de entrar, entraron dos mamás, quienes se habían ofrecido a ayudar a cuidar a los niños. 

—hola, niños, buenos días. 

—buenos días, profe —corearon todos con una sonrisita. sin duda, tiago era el profe preferido de muchos niños. 

—vamos a repasar las reglas que ya hicimos la vez pasada, ¿de acuerdo? —los niños asintieron—. bien, primero irán todos en parejas, dénse la mano, ¿sí? si quieren ir al baño, díganle a lola y a mari, ¿sí? son las mamás de... —volteó a ver a ambas mujeres.

—yo soy la mamá de mariana —dijo lola, con una sonrisa, algo coqueta, que incomodó un poco a tiago. 

—y yo soy la mamá de bauti —dijo maría.

—ah, sí. bueno, recuerden no apartarse del grupo, niños. no queremos que se pierdan, ¿sí?

un pequeño alzó su manito y él le concedió la palabra, desviando la mirada hacia su propio hijo, quien movía los pies, estando muy emocionado, más que cualquier otro niño en el salón.

—¿y luego comeremos?

—sí, santi. comeremos después —aclaró tiago.

tras unos minutos más, los pequeños y sus cuidadores salieron del lugar. lucas le daba la mano a su mejor amigo, un chico llamado valentín. esos dos niños eran como el sol y la luna, pues valentín era el introvertido que lucas, quien hablaba hasta por los codos, había adoptado como su amigo.

—recuerden obedecer las indicaciones de los cuidadores del zoológico, niños. 

𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒖𝒏 𝒑𝒂𝒑áDonde viven las historias. Descúbrelo ahora