𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒖𝒏 𝒑𝒂𝒑á

iii. mandado al frente

🧃

tiago no pudo evitar sonrojarse cuando vio a mauro. era muy guapo y estaba seguro de que el hombre era exactamente su tipo, sin saber que su pequeño hijo se había dado cuenta de las miradas que se estaban mandando los adultos. cuando a tiago le hablaron, por primera vez, del amor a primera vista, se convenció de que, tal vez, y solo tal vez... sí era real.

"sólo te parece que está re bueno el pibe", le susurró la voz en su cabeza. 

—a mauro también le gustan los hombres, papi —susurró lucas, un poco bastante audible, provocando un sonrojo en ambos adultos. 

—al señor mauro —lo corrigió tiago, desviando la mirada del hombre, dedicándose a mirar a su hijito, quien en ocasiones podía ser bastante molesto y chismoso; pero lucas no lo hacía con mala intención, él no pensaba con malicia, sino que siempre tenía la intención de ayudar. él había sido testigo de su padre, lamentándose del fallido amor con su madre y las fallidas relaciones pasajeras después de ella. 

aunque lucas no conoció a ninguna de las parejas de su padre, puesto que este jamás dejó entrar a alguno en su casa, mientras estuviera él. si quería tener una noche de pasión, lo llevaba con su abuela, a quien lucas quería muchísimo. a veces, el pequeño no quería devolverse a su casa, puesto que le encantaba la sazón y los postres de su abuela. 

—mi abu me va a dar la casa a mí, y a no a vos, papi —solía decirle, sacándole la lengua, solo para molestarlo. 

ambos adultos miraron al pequeño, quien los miraba como si esperara que ambos hicieran algún movimiento. las dos madres y el resto de los niños, por otro lado, estaban en un área especialmente reservada para que la gente pudiera comer ahí. lucas siguió mirando a los adultos, con lo cual, mauro se incomodó un poco y desvió la mirada, aclarando su mirada antes de volver a hablar.

—tenés un hijo muy... travieso.

—sí. es una ternura, pero es un diablito...

—¡sigo acá! —exclamó el pequeño, frunciendo el ceño, lo cual hizo reír a su papá, quien lo levantó, dándole besitos en las mejillas, haciendo que el niño se riera, pero al mismo tiempo, tratara de alejarse. 

mauro miró esa escena y eso lo llenó de una especie de calidez. cuando iba saliendo de la adolescencia, empezó a considerar la idea de una familia. y ahora frente a él tenía un cuadro perfecto. además, se dijo, podía darse la oportunidad de conocer a tiago más a profundidad y, tal vez, tener algo con él. aquel pensamiento lo descolocó un poco: nunca había pensado eso de una persona que acababa de conocer.

frunció el ceño. todo era culpa del mocosito en brazos de su padre. este lo volteó a ver y a mauro le gustó ese brillo que se había formado en los ojos de aquel. se pasó una mano por el pelo y suspiró. le iba a dar el gusto al pequeño y se armó de valor.

—oye, ¿me das tu número? la verdad me gustaría conocerte... —algo le decía que tiago iba a cambiar su suerte.

—oh, claro, sí. está bien.