iv. un tierno mal tercio

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🧃


después de un par de días, mauro tomó la decisión de armarse de valor y mandarle un mensaje a tiago. fue algo que él mismo no se podía creer, porque sentía que se estaba apresurando mucho a invitarlo a algo. la respuesta de tiago tardó en llegar, pero mauro no le dio importancia, ya que lo atribuyó a que el morocho estaba trabajando con más de veinte desastrosos niños en una sola aula. 

"hola, mauro, gracias por escribirme :3"

mauro había reído, pero lleno de ternura, pues no había esperado que el otro hombre adulto respondiera usando caritas de ese estilo.

"no olvidaría escribirle al guapo que me flechó ;)" 

fue su humilde respuesta coqueta. luego de eso, se animó a pedirle una cita. la verdad parecía un desesperado de mierda, pero el chico era realmente guapo y no quería desperdiciar cualquier oportunidad, por más mínima que fuera. 

"uh, dale, cuándo sería la cita?" 

"yyyy, mañana te parece bien?"

"es que mañana no podría dejar a lucas con mi mamá"

"no importa, q venga, no me molesta"

así, el pequeño lucas había sido invitado a la cita entre su padre y el trabajador del zoológico que le había caído tan bien. mauro había elegido un café, en donde el niño no se aburriera para que no fuera a hacer un berrinche o algo así. mauro los vio llegar y vio que el niño iba caminando raro: sin pisar las rayitas en las calles.

—¡hola, señor mauro!

—hola, lucas.

—papi se sonrojó mucho cuando lo invitó a una cita —dijo el pequeño, sentándose en la silla correspondiente. ante las palabras de su hijo, tiago se sonrojó intensamente, lo que hizo que mauro le creyera completamente al pequeño.

—se nota.

tiago tomó asiento y los tres se quedaron en silencio. al no encontrar nada de eso interesante, el niño sacó un carrito del bolsillo de su short y empezó a jugar, haciendo ruidos en volumen bajo. ambos voltearon a verlo y luego se voltearon a ver el uno al otro. ambos adultos rieron, pero el niño no les prestó atención.

—me gustaría conocerte —dijo mauro. inmediatamente después de eso, la chica que los iba a atender se acercó a tomar los pedidos. tiago y mauro pidieron el mismo café, algo sencillo, nada elaborado. entonces, el pequeño saltó con que él quería un batido de fresa.

—un batido de fresa para el pequeño —dijo mauro, como si tuviera el gran poder adquisitivo (igual, no iba a costar tanto), lo que provocó una risa de tiago. 

—gracias por invitarnos. 

—contáme de vos, tiago.

—mm, ¿qué querés saber? —estalló en risas. —se hacía el misterioso. pues eh... tengo —entrecerró los ojos y lo escuchó contar en un susurro— veintiséis años, ¿vos?

—veintiocho. me dijo lucas que sos maestro.

—sip, de jardín de niños.

—¿jardín de niños? lucas ya habla como niño de primaria...

—sí, es muy listo... tuvo que madurar pronto —susurró. mauro entendió que tiago no quería hablar de su relación con la madre del pequeño y entendió. sus bebidas llegaron y el pequeño se emocionó tanto por su batido, que casi deja abandonado su carrito. tiago se lo guardó en su bolsillo y luego volteó a ver a mauro.

—tal vez otro día podremos tener una cita, nosotros solos... 



𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒖𝒏 𝒑𝒂𝒑áDonde viven las historias. Descúbrelo ahora