🎇【2】Sorpresas oscuras.

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Otra noche deslumbrante se desplegaba en la Casa del Ratón. Como de costumbre, los personajes empezaban a llegar, saludándose al entrar, dirigiéndose a sus mesas y preparándose para disfrutar del espectáculo.

Mientras tanto, en los Bastidores...

—Muy bien, ya está todo listo —Minnie se acercó a Mickey, tocándole suavemente el hombro. Últimamente, él había estado muy nervioso y preocupado todas las noches. Lo que ocurrió aquella noche con Pedro, cuando amenazó con cerrar el lugar, seguía atormentándolo. Pero no era solo eso lo que le aterraba; sin público, no habría show, y sin show, el club caería en manos de Pedro, algo que Mickey no podía permitir—. Solo falta que el menú esté listo para los invitados.

—Sí, pero... ¿Y si hoy tampoco viene suficiente gente? —respondió Mickey con inquietud. 

Minnie rodó los ojos, ya un poco harta de escuchar lo mismo una y otra vez. Desde aquella noche con Pedro, Mickey no había sido el mismo. Siempre preocupado, siempre ansioso, como si en cualquier momento todo fuera a derrumbarse.

—Mickey, por favor —dijo Minnie con un suspiro, cruzándose de brazos mientras lo miraba—, llevas semanas con lo mismo. No puedes seguir dejándote llevar por lo que pasó esa noche. Pedro no tiene el control, tú lo tienes. El club sigue en pie, el show sigue en marcha, y tú eres el que lo mantiene vivo.

Mickey tragó saliva, sintiendo ese nudo en el estómago que no terminaba de desaparecer. Sabía que Minnie tenía razón, siempre la tenía.

—Okey, admito que tienes razón. Pero, solo para asegurarnos. ¿El escenario está bien?

—Impecable y reluciente —contestó Minnie con su clásica calma.

— ¿Y las luces? ¿Están en su lugar?

—Todas en orden. No te preocupes, las revisé personalmente.

— ¿Y los documentos de las reservas? —insistió él, caminando de un lado a otro.

—Daisy ya los organizó. Alfabéticamente, numéricamente... Incluso por colores si lo prefieres.

— ¿Y las facturas?

—Pagadas. Cada una de ellas —la sonrisa de Minnie se amplió, pero el ceño de Mickey seguía fruncido.

Minnie suspiró, deteniéndose frente a él. Tomó sus manos con suavidad y lo obligó a mirarla a los ojos.

—Mickey, has hecho esto durante tanto tiempo. Has enfrentado obstáculos antes. Sabes cómo salir adelante, siempre lo has hecho. Además, este lugar es tuyo. Nadie te lo va a quitar.

El roedor tragó saliva, tomando aire. Tenía que creer en eso, ¿No? Tenía que hacerlo funcionar... Una vez más.

Justo en ese momento, Goofy irrumpió en la sala con una botella de aceite en las manos, agitando los brazos torpemente.

— ¡Oigan, chicos! ¿Alguien ha visto mi delantal? —preguntó, rascándose la cabeza—. No lo encuentro por ninguna parte, incluso busqué por la azotea.

Mickey y Minnie lo miraron incrédulos. Minnie suspiró, mientras Mickey señalaba su cintura.

—Goofy... lo llevas puesto —dijo Mickey.

Goofy miró hacia abajo, sorprendido, como si acabara de descubrir un gran misterio.

—¡Ah! Aquí estás —respondió, dándole un golpecito al delantal y sonriendo largamente.

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⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

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