Cap 11.

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 Y voy a las carreras, con mis cajas de bebidas dulces para acompañar el Bacardi,

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... Y voy a las carreras, con mis cajas de bebidas dulces para acompañar el Bacardi,

Con él persiguiéndome por toda la ciudad...

El vuelo hacia París fue de poco más de dos horas y cuando llegaron, ya era más de medianoche. Fue un poco decepcionante en general, pues Jeongin gustaba de observar los paisajes desde la terminal hacia el hotel. Podía sonar tonto, sin embargo, era algo que le fascinaba en general, y ahora se pilló sólo con las luces nocturnas.

No había sido el plan original. Supuestamente iban a salir un poco más temprano, a eso de las seis de la tarde para llegar a las ocho y media, pero el vuelo sufrió un retraso y Hyunjin se había puesto de mal humor con eso. Jeongin creía que no era tan importante, sólo un par de horas, sin embargo, luego recordó que el viaje no eran vacaciones, sino negocios. Negocios importantes. Y, quizás, Hyunjin ya tenía un itinerario que seguir. Ante dicha situación, sólo se quedó callado.

El viaje al hotel fue principalmente en carretera, con pocos vehículos y un silencio sepulcral dentro del auto. Jeongin comenzó a sentirse un poco inquieto, no le gustaban esos silencios y le hacían sentir intimidado. Hyunjin iba con su tableta, con los lentes puestos y el ceño fruncido en señal de concentración. Cerca de diez minutos después, Jeongin comenzó a ver los primeros edificios, que eran principalmente industrias y fábricas.

—¿Hyunjin? —susurró, desviando su vista.

—¿Mmm? —Hyunjin no levantó sus ojos.

—¿Sabes francés? —preguntó Jeongin con verdadera curiosidad, ya sin ser capaz de aguantar el silencio.

Oui, ma chère —contestó Hyunjin con calma y Jeongin sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal—. Les bases de la conversation.

No sabía qué demonios había dicho (bueno, la primera palabra sí sabía, era una afirmación), pero como ocurrió con el italiano, su omega se retorció en señal de placer. Hyunjin apagó la tableta y Jeongin se acercó a él, abrazándolo por el cuello para besarle en la boca.

—¿Tienes hambre? —preguntó Hyunjin con preocupación.

—Un poco —aceptó Jeongin—. ¿Sabes también alemán y ruso?

Ja, natürlich —contestó Hyunjin en alemán, y Jeongin gimió—. I drugikh yazykakh tozhe —añadió en ruso. Jeongin se sentó en las piernas de Hyunjin.

—Debes estar inventándote todas esas palabras —acusó el omega para volver a besarle.

Sólo se alejó cuando Seungmin, desde los asientos delanteros, anunció que ya estaban en la ciudad. Ignorando el bulto contra su trasero, se bajó para mirar por la ventana mientras que Hyunjin gruñía por lo bajo.

—No se ve nada interesante —se lamentó Jeongin con disgusto.

—Mañana veremos todas las cosas que quieras —suspiró Hyunjin—. El miércoles tengo mi reunión con la Mère de la Unione Corse, Paola Francisci.

Made in Gold (Hyunin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora