En el Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokio, los días siempre eran frenéticos.
Ijichi Kiyotaka, encargado de la logística y soporte, corría de un lado a otro, asegurándose de que los estudiantes estuvieran en las misiones correctas, las barreras se activaran a tiempo y las solicitudes del director se cumplieran. Para él, la vida en el Colegio era caótica, pero predecible.
Todo estaba bajo control, o al menos lo intentaba, excepto cuando se cruzaba con la doctora Shoko Ieiri.
Shoko era completamente opuesta a Ijichi. Mientras él se preocupaba por los detalles y el orden, ella parecía flotar por la vida sin preocupaciones, aunque todos sabían que su talento como sanadora era indiscutible.
Brillante en su trabajo, su actitud fría y distante desconcertaba a Ijichi. No lograba entender cómo alguien tan esencial en el colegio podía ser tan despreocupada. Sin embargo, cada vez que la veía, algo en él se agitaba, una mezcla de admiración y nerviosismo que nunca lograba controlar.
Una tarde, después de una misión desastrosa en la que varios hechiceros resultaron gravemente heridos, Ijichi se encontró en la sala de curaciones ayudando a Shoko.
No era algo que soliera hacer; normalmente su trabajo se centraba en el campo o en la oficina. Sin embargo, con tantos heridos, se necesitaban manos adicionales, y aunque torpe, Ijichi hizo su mejor esfuerzo para asistir en lo que podía.
Su presencia en ese lugar no era habitual, y la tensión se sentía en el aire mientras intentaba seguir el ritmo de Shoko, quien se movía con una destreza increíble entre los pacientes.
Shoko:Gracias por la ayuda (dijo sin levantar la vista de su tarea mientras curaba a un estudiante).
Ijichi, que no esperaba ningún tipo de reconocimiento, se sonrojó inmediatamente, sorprendido de que ella le hablara directamente.
Ijichi:...No es nada... solo estoy haciendo lo que puedo (respondió nervioso, sin saber muy bien dónde colocar las manos).
Las horas pasaron lentamente. El ambiente en la sala de curaciones estaba cargado de tensión y agotamiento.
A pesar de su actitud despreocupada, Ijichi no pudo evitar notar la suavidad con la que Shoko trataba a los heridos. Era como si, debajo de esa fachada cínica y relajada, existiera alguien que realmente se preocupaba por los demás de una manera profunda y sincera. Ese lado de Shoko, oculto tras su máscara de indiferencia, fascinaba a Ijichi.
---
Días después, tras otro enfrentamiento agotador, Ijichi se encontró solo en la sala de profesores. Estaba exhausto, sus ojos se cerraban lentamente mientras intentaba revisar algunos informes.
Justo cuando estaba a punto de quedarse dormido sobre la mesa, la puerta se abrió de golpe y Shoko entró, como si el cansancio no la afectara. Llevaba un cigarrillo en la mano y, con su habitual aire relajado, se sentó frente a él.
Shoko:Te ves fatal (comentó con una sonrisa, algo inusual en ella).
Ijichi rió nerviosamente, frotándose la nuca.
Ijichi:...Lo mismo podría decirte... estas misiones están acabando con todos nosotros.
Shoko lo observó por un momento, su mirada intensa lo hacía sentir más nervioso de lo que ya estaba. Pero, para su sorpresa, ella rompió el silencio con una sinceridad que no esperaba.
Shoko:..Siempre me pregunto por qué sigues aquí. Este trabajo no es para cualquiera, y tú... bueno, siempre pareces al borde de un colapso nervioso (dijo, aunque su tono no era cruel, sino curioso)
Ijichi se quedó sin palabras por un momento, sorprendido por su franqueza. Nadie le había dicho algo así antes, al menos no de esa manera. Finalmente, después de unos segundos de reflexión, encontró las palabras.
Ijichi:..Puede que no sea fuerte como los demás, pero siento que si no hago lo que hago, todo se desmoronaría. Todos tienen su rol, y este es el mío (respondió, con una honestidad que lo tomó por sorpresa incluso a él mismo).
Por primera vez, Shoko lo miró con algo que parecía ser respeto genuino. No era una respuesta heroica, ni algo que pareciera grandioso, pero era auténtico. En ese momento, ella vio algo en Ijichi que antes había pasado por alto: su dedicación inquebrantable, su lealtad y su convicción. Algo dentro de ella cambió ligeramente, aunque no lo mostró de inmediato.
---
Con el paso de los días, las interacciones entre ellos se volvieron más frecuentes. A pesar de su actitud despreocupada, Shoko empezó a buscar la compañía de Ijichi en momentos que antes habría pasado sola. Se quedaban hablando después de largas jornadas, o se encontraban en las pausas entre misiones.
Shoko, que solía guardar sus pensamientos para sí misma, comenzó a abrirse un poco más, compartiendo sus frustraciones sobre el agotador trabajo de curar sin descanso, de ver a sus compañeros regresar heridos una y otra vez.
Shoko:Curar no es solo una técnica... es agotador mentalmente (admitió una noche)
Mientras ambos descansaban en los escalones de la escuela. El cielo se teñía de colores cálidos mientras el sol se ponía.
Ijichi, siempre atento, escuchaba cada palabra, dándose cuenta de que, a pesar de su fachada dura, Shoko también sentía el peso de su responsabilidad. Él la admiraba cada vez más, pero sus sentimientos habían comenzado a cambiar.
Ya no era solo admiración; era algo más profundo, algo que no se atrevía a nombrar. Cada vez que ella le sonreía, aunque fuera de manera irónica, su corazón latía un poco más rápido.
Una tarde, después de una misión especialmente agotadora, ambos se sentaron en silencio en los escalones del colegio, disfrutando de la calma que seguía al caos. Shoko encendió un cigarrillo, mirando el horizonte mientras el humo se elevaba lentamente.
Shoko:...Sabes, nunca pensé que me importaría alguien en este lugar (dijo de repente, rompiendo el silencio).
Ijichi la miró, sorprendido. No estaba seguro de qué significaban esas palabras, pero sintió que el ambiente cambiaba ligeramente.
Ijichi: ¿Qué quieres decir? (preguntó con cautela, su corazón latiendo con fuerza).
Shoko exhaló lentamente el humo y lo miró directamente, sus ojos más suaves de lo habitual.
Shoko: Vos... nunca pensé que me preocuparía por alguien como vos (admitió, su tono neutral, pero con una sinceridad que lo desarmó).
Ijichi sintió que el tiempo se detenía. Las palabras de Shoko resonaron en su mente, y antes de que pudiera responder, ella sonrió levemente, una sonrisa que, por primera vez, parecía completamente genuina.
Shoko:Supongo que estoy tan sorprendida como vos (añadió antes de levantarse lentamente) Nos vemos mañana, Ijichi.
Mientras la veía alejarse, Ijichi se quedó inmóvil, procesando lo que acababa de suceder. No sabía si lo que había entre ellos era amor o simplemente el inicio de algo, pero estaba seguro de una cosa: su vida, tan predecible hasta ese momento, acababa de cambiar para siempre.
---
Así comenzó una relación construida en medio del caos y la incertidumbre. En un mundo donde la fragilidad de la vida era evidente cada día, Ijichi y Shoko, dos almas tan diferentes, encontraron algo inesperado: una conexión profunda que les dio fuerza en los momentos más oscuros. Y aunque nunca lo dijeron en voz alta, sabían que, a partir de ese momento, siempre se tendrían el uno al otro, en las batallas, en las misiones y en los silencios compartidos.

ESTÁS LEYENDO
Amor Inusual
FanfictionEn esta historia, vamos a ver cómo dos hechiceros que apenas tenían un vínculo ,traspaso la imaginación de muchos ,una pareja inusual. Un asistente de hechicero encontrará una luz de conformidad a la persona que tanto lo apoyo en su vida de estudian...