Origen.

0 0 0
                                    


xx/xx/20xx

La noche era clara gracias a la luna llena, que iluminaba el cuerpo inerte de una chica. Apenas era tocada por esa tenue luz en medio de las paredes blancas. Una ráfaga de viento entró en la habitación y golpeó su rostro. Todo era tan diferente: el lugar, el tiempo, los días... Incluso ella misma era distinta: más madura, más razonable, menos inocente y un poco menos infantil. No era el plan acordado, pero el trato, tarde o temprano, debía cumplirse.

Ya no estaba en aquella piscina de agua fría. Ya no había escombros ni rastros de un incendio accidental. No había libros que recordaran que, en lo que ahora solo era una edificación en ruinas, alguna vez estudiaron niños. Aun así, el ritual no se detuvo. La ráfaga que entró en la habitación cargó consigo una tímida llama de fuego, creada por una vela que una de las enfermeras había dejado como señal de respeto. El agua fresca de un vaso que estaba sobre la mesa también se elevó, formando una enorme burbuja. Ambos elementos giraron juntos sin tocarse, mientras un remolino de polvo se formaba en medio de la habitación. Era pequeño, pero no débil. Agua, fuego, tierra y viento giraban por la habitación, uniéndose sin tocarse, formando lo que parecía una estrella. Pero le faltaba un punto.

Sorprendentemente, como si la magia hubiera comenzado a existir solo para esta chica, un poco de agua se separó de la burbuja y empezó a congelarse, formando el quinto pico que le faltaba a la estrella, la cual se posó sobre el cuerpo de la joven.

La estrella brilló con fuerza, elevando el cuerpo sobre la camilla. Los elementos se dividieron: la pequeña llama se integró en el cabello de la chica, tornándolo de un color rojizo tan oscuro que parecía la misma sangre; el hielo penetró su piel, dándole un tono pálido, y su sangre se congeló. La tierra esculpió su cuerpo, que sería por la eternidad el de una joven de veinte años, una chica con buenos atributos. El agua, en cambio, prefirió no intervenir en lo físico y simplemente se quedó dentro de ella, formando parte de su personalidad. Finalmente, el viento entró representado por una hermosa hoja verde.

—Kali... Kali Element... —El silencio abrumador fue interrumpido por una voz arrulladora, proveniente de la misma luna. El brillo desapareció y el cuerpo volvió a su lugar—. Kali Element... ¡Kalira, despierta!

Fue en ese momento cuando la joven abrió sus ojos, tan verdes como esmeraldas.

Kaly Element Where stories live. Discover now