Hoy en un buen día para volverse locos ¿no?

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Mientras los "intentos de héroes" se encontraban en esa oscura cueva, Happy Tree Town se había transformado en un lugar completamente distinto.

La ciudad, una vez llena de color y risas, ahora estaba dominada por una sensación de opresión y control. Las calles desiertas parecían de otro mundo, con sus farolas titilando como si apenas pudieran soportar la oscuridad que se cernía sobre el lugar.

Las casas, que antes estaban llenas de vida, ahora eran fortalezas selladas, sus ventanas tapiadas y puertas cerradas con varios candados. Los pocos que quedaban en el pueblo no eran más que sombras, moviéndose en silencio, siempre vigilados.

Mientras la oscuridad envolvía Happy Tree Town, Nibbles estaba en la alcaldía, rodeado de un mar de cámaras y pantallas que le permitían vigilar cada rincón de la ciudad. Las luces intermitentes de los monitores iluminaban su rostro pálido, dándole un aire aún más siniestro. Los ojos de Nibbles, enrojecidos por la falta de sueño y el peso de su propia locura, apenas parpadeaban mientras trazaba planes en una pizarra gigante. En su mente, todo tenía sentido: deshacerse del ídolo maldito era la única solución para restaurar el orden definitivo. El pueblo necesitaba ser purgado de aquello que traía descontrol.

De pronto, las puertas de la alcaldía se abrieron de golpe, y entraron Handy y Nutty, ambos respirando agitadamente.

Nutty:
— ¡Hey, Nibbles! ¿Qué... qué demonios pasa con todo esto? ¡El pueblo está hecho un caos!

Handy:
— Esto no está funcionando, Nibbles. Dijiste que era para protegernos, pero ya nadie puede salir ni respirar. ¿Qué carajos estás haciendo?

Nibbles, sin apartar la vista de sus pantallas, murmuró para sí mismo:
— Es por el bien de todos... solo un poco más... y esto estará bien... perfecto...

Nutty, frunciendo el ceño, miró alrededor, viendo los planos desordenados y las imágenes de las cámaras de vigilancia. Se acercó a Nibbles, zarandeándolo suavemente: — ¡Ey, despierta! Estás hablando solo. ¿Desde cuándo te volviste tan loco?

Nibbles soltó una risa suave, casi robótica, y se giró lentamente hacia ellos. Sus ojos parecían vacíos, pero detrás de esa mirada había una firme convicción.
— Esto es por el bien de todos, Nutty. Estoy eliminando lo que nos destruye, lo que corrompe. Este ídolo... esta maldición... ¡voy a acabar con ella de una vez por todas!

Handy, sin manos y visiblemente molesto, se inclinó hacia Nibbles.
— No puedes hacer esto solo, hermano. Te estás hundiendo más en esta locura. Ni siquiera sé si sabes lo que estás haciendo ya.

Nibbles los miró con una sonrisa retorcida.
— No necesito ayuda. Ya lo tengo todo bajo control. Una vez que me deshaga del ídolo, todo estará... perfecto.

Nutty:
— ¿Control? ¡Esto no es control! ¡Nos estás controlando a todos como si fuéramos juguetes en tu maldito juego!

Nibbles, enfurecido, golpeó la mesa. — ¡No entienden nada! ¡No estoy loco! ¡Esto es lo único que puede salvarnos!

Los gritos resonaron en la sala, haciendo eco en las paredes vacías. Handy y Nutty se miraron, ambos conscientes de que Nibbles había cruzado un punto sin retorno. El silencio que siguió fue pesado, solo interrumpido por el constante zumbido de las pantallas.

Finalmente, Handy habló:
— Nibbles... ¿y si esto no es por el bien de todos? ¿Y si solo estás destruyendo todo lo que alguna vez fue importante?

Nibbles, con una mirada perdida, solo murmuró: — No... esto es por el bien de todos...

Mientras la tensión en la alcaldía alcanzaba su punto máximo, Nibbles, totalmente enloquecido por el caos y la presión, se volvió hacia el ídolo maldito que había guardado durante tanto tiempo. En un arranque de frustración y locura, lo tomó con fuerza y, sin pensarlo dos veces, lo lanzó al suelo con toda su furia. El ídolo se rompió en mil pedazos al impactar con el suelo, y el sonido resonó por toda la alcaldía como un trueno.

Nibbles, con una mirada desencajada y sus ojos completamente abiertos:
— ¡Se acabó! ¡Esto es por el bien de todos! ¡No hay vuelta atrás!

Nutty y Handy miraron atónitos, sin poder creer lo que acababa de hacer.

Nutty:
— ¿Acaba de... romperlo?

Handy:
— Este tipo está más loco de lo que pensábamos...

Pero Nibbles no paró ahí. Respirando agitadamente y sin control, miró alrededor, como si el caos lo envolviera por completo. Vio un palo de madera tirado en el suelo, lo agarró con fuerza, y su risa comenzó a llenar la sala. Una risa desquiciada que indicaba que ya no había salvación para él.

Nibbles, levantando el palo:
— ¡Todo esto es por su bien! ¡No entienden nada!

Y en un acceso de locura, empezó a destrozar todo a su alrededor. Las mesas volaban por los aires, las pantallas y cámaras caían una tras otra, rompiéndose en pedazos. Nibbles gritaba y golpeaba sin control, mientras Nutty y Handy retrocedían, horrorizados.

Handy, mirando con desesperación:
— ¡Está completamente fuera de sí!

Nutty:
— ¡Tenemos que salir de aquí antes de que nos toque a nosotros!

Mientras Nibbles seguía destruyendo todo a su paso, lo único que quedaba era la sensación de que Happy Tree Town ya nunca volvería a ser lo que era.

Sangre Dulce || Happy Tree Friends Donde viven las historias. Descúbrelo ahora