Día 6: Mudanza

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Pareja: Duncan Vizla/Nolan Price

Fandom: Polar. Ley y el orden.

                             🐻‍❄️

Duncan buscó su arma en la parte baja de su espalda cuando la puerta de uno de los departamentos se abrió, se quedó tensamente de pie en el pasillo, un hombre salió sosteniendo una caja llena de artículos de decoración, una lámpara de noche sobresalía junto a un florero, parecía el final de una mudanza.

El hombre era delgado, parecía tener la misma edad que Duncan, también era unos centímetros más bajo que él. Vestía una camisa azul pálida de botones con mangas dobladas y un pantalón de vestir gris, parecía un oficinista que había terminado un largo día de trabajo, las ondas de su cabello castaño y plateado estaban despeinadas debido a un claro esfuerzo, dándole un aspecto todavía más agotado.

Era un hombre elegantemente atractivo, de belleza madura que seguía manteniendo la atención de Duncan a pesar de haberlo descartado como una amenaza.

Claramente no se dedicaba a las mismas actividades que Duncan y el hecho de que hubiera salido en ese momento era pura coincidencia, tenía poco que ver con el trabajo que acababa de terminar en la puerta de al lado. Los ojos cerúleo se toparon con los de Duncan con sorpresa, la sospecha apoderándose de ellos mientras lo estudiaba de pies a cabeza.

Había pensado que no tendría un aspecto intimidante al vestirse como un simple electricista de la ciudad, con un cinturón de herramientas y chaqueta para ocultar su arma, tal vez se había equivocado y la verdadera naturaleza de uno no se podía ocultar. A Vivian siempre le había resultado gracioso su intento por camuflarse con su entorno para un trabajo, decía se esforzaba demasiado. 

Los bonitos ojos se entrecerraron, vio sus labios separarse —tal vez con demasiada atención— para seguramente comenzar a hacerle una serie de preguntas que podrían llamar la atención y complicar su escape, así que se adelantó con la clara intención de tomar la caja.

–Permíteme ayudarte, parece pesado.

–Ah, tu… gracias, que amable.

El hombre lo estudió seriamente con curiosidad, mientras le entregaba la caja sin pensar.

–¿Mudanza? Este parece un buen vecindario –dijo Duncan, dirigiendo él la conversación.

–Oh si, solo… nuevos aires, supongo –contestó, una pequeña sonrisa cordial–. ¿Hay algo malo con la electricidad aquí? El casero no me comunicó nada sobre eso –dijo, aparentemente ocurrente.

–Si, pero afortunadamente no tendrás que lidiar con eso ahora.

 El hombre solo asintió un poco divertido por su respuesta, girando y agachándose para tomar otra caja.

Duncan ladeo la cabeza dándole una rápida y apreciativa mirada sin poder contenerse, el hombre lucía muy bien esos pantalones aburridos.

Se dirigieron al ascensor, cada quien con una caja en sus brazos.

–Lamento estar distrayendote de tu trabajo –comentó dentro, lanzándole una mirada.

–Yo me ofrecí, no hace falta ninguna disculpa.

–Tu acento… ¿Puedo saber de donde eres?

Duncan parpadeo, dándose cuenta que aún había sospecha en el otro hombre, lo cual era extraño, estaban en Nueva York, la cantidad de inmigrantes que trabajaban en el sector obrero debería darle una coartada sólida.

–¿Por qué? ¿Te gusta? –se encontró preguntando, en lugar de hacer algo como dejarlo inconsciente por inmiscuirse en sus asuntos 

El hombre pareció sorprendido, claramente no esperando ese tipo de respuesta. Lo vio soltar una pequeña risa divertida e incrédula. 

–¿En serio? –preguntó con las cejas alzadas.

Duncan se encogió de hombros, esperando no se notara lo oxidado que se sentía para flirtear. Había pasado un largo tiempo desde que mostrara interés en alguien por iniciativa propia y no simplemente buscará echar un polvo. En medio de un trabajo nada menos.

–Podrías simplemente decirme que no me meta en tus asuntos.

–Podrías haberme dicho lo mismo antes, cuando me ofrecí a ayudarte, pero aquí estamos.

El hombre rió en voz baja. 

–Aquí estamos.

Duncan lo miró con atención, disfrutando de su timidez confusa ante sus palabras.

Salieron del ascensor y se dirigieron a la salida del edificio.

–¿Entonces? ¿Mi voz te parece atractiva? –intentó bromear Duncan, entregando la caja para que la metiera en su auto.

El hombre lo miró aún más sorprendido, como si le pareciera increíble Duncan lo volviera a intentar. No parecía notar la vergüenza de Duncan ante su propio comportamiento.

–Jamás dije eso –declaró, cruzándose de brazos.

–¿Cómo te llamas? –se encontró preguntando.

–Nolan. 

–Duncan –ofreció, sosteniendo su mirada.

Un ligero sonrojo se apoderó de sus mejillas, a Duncan le pareció encantador.

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Viejos hermosos coqueteando de forma incomoda🤣

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