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Lía había llegado media hora antes a la casa de su primo, en sus manos llevaba unos análisis que había conseguido por un contacto. Jes la dejó pasar y ella ocupó rápidamente un lugar en la sala de estar.

―No pude hablar con mi esposo. ―Le entregó los papeles―. Estos fueron tus últimos exámenes. ¿Entendido?

―Esto es falso. ―Soltó una carcajada y lo dejó sobre la mesa―. ¿De dónde lo sacaste?

―Yo puedo confiar en tu palabra, pero mi esposo es un hombre de datos.

―Entonces... ¿Lo estás engañando? ¿Qué tan metido está él en esto? ―El informe bioquímico se veía bien―. No voy a tocar a alguien que no esté en todos sus sentidos.

―Solo es una mentira piadosa. ―Su esposo llegaría en cualquier momento y no quería que Jes lo arruinara todo con sus comentarios estúpidos―. Perderíamos días hasta obtener resultados nuevos.

Los días habían pasado y Jes se sentía cada vez más afectado por los síntomas del celo. Lía le había recomendado que no tomara inhibidores ya que tenían efectos anticonceptivos. Fue a abrir la puerta y, por alguna razón, lo hizo con una fuerza desmedida.

―Buenas noches. ―Un hombre joven lo saludó con cortesía y sin la mala costumbre de mirar hacia el interior de la casa como reflejo―. Supongo que esta es la casa del señor Tilapornputt.

―Sí, adelante. ―Se hizo a u costado y Bible tuvo que inclinarse un poco para poder pasar porque el hombre nunca se le había sacado de encima―. ¿Tuviste problemas para llegar? ―Su voz salió ronca y el chico solo sonrió.

―Lamento llegar tarde. Tuve una merienda con unos amigos. ―La verdad era que se había estado preparando para cualquier situación; las feromonas del alfa lo estaban encerrando―. ¿Dónde está Lía?

Llegaron a la sala de estar. Lía se levantó para saludarlo con un beso que Jes no quiso ver. El calor del celo se le estaba subiendo a la cabeza y su alfa quería acurrucar su hocico en la glándula del omega para relajarse. Le urgía que el chico revisara los informes y Lía los dejara solos.

―Bib... ―Ella le entregó los papeles con toda la seguridad que pudo―. Los resultados son buenos y no hay riesgo para la concepción.

―Bueno. ―Le devolvió los papeles con cuidado―. Ahora el problema va a ser la concepción.

―No lo creo ―, le respondió Jes antes de recostarse contra una pared.

Bible levantó los hombros y luego observó a su esposa. Ella estaba conteniendo su ira. ¿Por qué Jes tenía que empezar a comportarse como un engreído?

―Serán dos encuentros por semana... ―Intentó tomar asiento, pero Jes lo sujetó del brazo.

―Estoy en celo y serán tres días, pequeño.

Los ojos de ambos cambiaron de color y por razones algo diferentes. Jes se dejó atrapar por los ojos esmeralda de su... ¿primo? Deseaba verlos repletos de lágrimas y fuera de control.

―Ojos dorados... ―Bible bajó los hombros y se sintió extrañamente vulnerable―. Esto es una locura. Lía, vete ahora. ―Su cuerpo estaba reaccionando de una forma vergonzosa y no quería que ella lo viera así―. Suéltame por favor, tengo que despedirme.

Jes chasqueó la lengua y liberó su brazo. Lía no podía reconocer a su primo en ese estado. Bible le hizo un gesto y salieron de la casa. Sentía culpa. ¿En qué estaba pensando? Tenía que volver a casa con su esposa...

―¿Bib? ―Él le dio un beso en la frente y le entregó su anillo de bodas.

―Sabes que serán tres días y no puedes poner un pie en este lugar. Es muy peligroso. ―Suspiró y esperó a que ella subiera al auto―. Es horrible escuchar las conversaciones ajenas―. No tenía que mirar hacia atrás para saber que el alfa lo estaba acechando.

Ingresó a la casa sujetando la mano del alfa, Jes había llevado al límite su autocontrol y pagaría las consecuencias. Bible le acarició la mejilla y asintió con la cabeza. Había abierto la jaula de una bestia salvaje y se lo iba a devorar. Estando tan expuesto a las feromonas, solo faltaban minutos para que él también explotara.

...

Jes lo sacudió en la cama hasta arrancarle la ropa. En un principio intentó desvestirlo de forma normal, pero se volvió loco al ver sus tatuajes; de su ropa interior solo había quedado el elástico de la cadera. Ya no había un solo cabello prolijo en su cabeza.

―No soy un contenedor de plástico. ―Le mordió un pezón y Bible soltó un grito―. Si quieres que me venga en tu interior, vamos a tener sexo como se debe, cariño.

―Hazlo ya. ―Se incorporó en la cama y lo besó con fuerza―. Clávate hasta el fondo y no salgas hasta que estés satisfecho.

No tenía forma de llevar a cabo sus técnicas para asegurar la concepción si Jes no estaba dispuesto a soltarlo. Su cuerpo había sido encerrado entre la cama y la respiración pesada del alfa.

―Separa las piernas ―, se lo dijo como si ya no lo hubiera forzado él mismo con sus manos―. Estas líneas se me meten en la cabeza y me marean. ―Acarició los tatuajes en los muslos de Bible y bajó su cabeza para repasar las formas con su lengua.

Bible estiró los brazos hacia la cabecera de la cama y empujó todos sus prejuicios al vacío. Sentía el calor de su propio celo creciendo en su bajo vientre, su pene erecto fue torturado por la lengua del alfa y todo se tornó oscuro.

―No hagas eso. ―Jes subió por su torso hasta quedar cara a cara―. Déjame ver tus ojos verdes.

―Concéntrate en lo importante.

―Yo decido qué es lo importante. ―Le mordió el labio inferior―. Y ahora quiero verme reflejado en esos ojos cuando te coja.

La piel del alfa estaba tostada por el verano de Tailandia. Algo que un extranjero de crianza como Bible no había visto jamás en Londres. También lo hipnotizaba su inglés con acento y las palabras que se le escapaban en su idioma natal; Bible no entendía, pero el calor de su celo había llegado hasta la punta de sus pies.

Un grito agudo liberó cientos de feromonas que se mezclaron con el aroma de Jes en la habitación. ¡Sus celos habían coincidido! 

SIN FIRMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora