Después de cenar lo acompañó a la cama para que durmiera, se quedó a su lado durante casi una hora hasta que se durmió profundamente. Acomodó las almohadas debajo de su cabeza y lo cubrió con las sábanas dándole un beso en su frente. Su temperatura ya estaba normal.
Se colocó un abrigo y salió de la casa yendo hacia la ruta que siempre usaba Thomas para irse a su trabajo, callejón derecho, justo en el fondo en la curva para volver a la calle principal había un bar de aspecto desagradable. Le había dicho millones veces que no tomara atajos y fuera por la calle principal, pero después de años viviendo en un lugar la confianza crecía.
Entró al bar y quizás por su aspecto llamó la atención de todos los que estaban dentro, se acercó a la barra mirando fijamente al hombre que estaba detrás.
—¿Que desea, princesita?
—Hace unas horas golpearon a alguien por aquí, ¿quisiera saber si sabe algo?
—¿Y si lo supiera... que harías? —apoyó las manos en la mesa y se inclinó hacia adelante. Tyler le sonrió y acarició su mejilla viendo como la expresión del hombre cambiaba al sentir ese filo contra su mejilla.
—Podemos hacerlo por las buenas o por las malas, tu decides. —se alejó un poco de él sentando—. Se que las cosas no se hacen de gratis, podría pagar por información.
—Me pagaron por mi silencio.
—¿Cuánto? Te pago el triple. —le dijo enseguida. El hombre lo miró seriamente y con un movimiento de cabeza señaló una mesa a sus espaldas. Se acercó a la mesa, todos fueron guardando silencio con su presencia.
—¿Que quiere, princesita?
—¿Todos usan esa frase patética o que? Estoy buscando a alguien que apuñaló a un chico hace unas horas.
—¿Y por qué piensas que fuimos nosostros?
—Pues es el único bar de mala muerte por aquí.
—Piérdete ratita. —se colocó detrás de él colocando el cuchillo en su cuello.
—¿Me llamaste como? —el hombre levantó las manos—. ¿Quien fue?
—No estaba en el plan herirlo, pero él se descontroló y tuvimos que ponernos agresivos.
—¿Quien los mando?
—No lo sé, solo vino y nos pagó.
—¿Cuál era su aspecto?
—Tenía quizás cuarenta o cincuenta, cabello marrón, ojos oscuros.
—¿Tenía un tatuaje en el cuello? —el hombre asintió y ladeó la cabeza viendo con miedo esos ojos...—. Responde.
—Si.
—¿Que te dijo que hicieras? —se sacó del bolsillo una hoja de papel colocándola frente a su rostro.
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Quiero volver a ti.
RomanceDespués de irse para tener una mejor vida, solo pudo arrepentirse día con día, queriendo volver. Solo logró tener el valor de volver cuando ese mensaje le llegó, diciéndole que él había muerto. Realmente lo extrañaba y solo pudo conformarse con unas...