11. Lluvia de estrellas

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Aziraphale llegó con anticipación al observatorio, se quedó en el umbral sabiendo que tendría que enfrentar a su compañero después del beso, lo vió recargado sobre una mesa leyendo unas hojas, su becaria Ashley se acercó a él, bajó las hojas que tenía en las manos para escucharla y ella se acercó para besarlo, él la alejó rápidamente, se veía molesto, escuchó como le dijo "no" y caminó directo a la salida donde estaba el rubio, que le dio una media sonrisa.

-¿Me acompañas a revisar los telescopios?

-¿Estás bien? ¿No te meterás en problemas?

-No, el observatorio tiene cámara y la coordinadora de la facultad ya sabe esto, por eso pedí otro ayudante, pero no me la han asignado.

-¿Y de lo otro? -el profesor lo miro confundido- lo de tu ex.

-Ah, no pasa nada -trato de no darle importancia.

-Creo que tu ex es un imbécil.

-Bueno si, solo que dijo algo que sí me dolió y es que soy un desastre.

-No creo que seas un desastre, mírate, eres grandioso.

-Por alguna razón que no comprendo, desde que llegaste a casa siento que puedo ser alguien mejor, pero hay algo en mí que me hace sentir despreciable, me molesta.

-¿Quieres hablar de eso, quieres que llame a tus amigos?

-¿A mis amigos? ¿cómo los llamarías?

-Me dieron su número, dijeron que te cuidara.

-Idiotas -se rió un poco.

Los alumnos empezaron a llegar, Aziraphale estaba feliz de poder ver la lluvia de estrellas, mientras Crowley daba instrucciones y explicaciones sobre el fenómeno, todos estaban muy felices hasta que el profesor les dejó una tarea, guardaron su material y se marcharon. Aziraphale se quedó tumbado en el pasto, esta vez con extra ropa para no congelarse  y Crowley se acostó junto a él.

-Siento lo que hice el otro día, sé que te incomodó, no volverá a pasar, solo no me evites, por favor.

-Yo, no sé qué pensar o decirte es que, me siento confundido -tomó su mano para apretarla- también te extrañé.

Así se quedaron, ninguno alejo su mano, comenzaron a hablar de su semana, de cosas cotidianas mientras admiraban las estrellas.

Crowley fue el primero a levantarse y tomó la mano del otro para ayudarlo a levantarse, casi se caen y Crowley tuvo que tomarlo fuerte de la cintura, quedaron sus rostros muy juntos, se miraron a los ojos y el rubio tomó la iniciativa, le puso la mano en su fría mejilla y le plantó un beso en los labios.

-Lo siento -mucito cuando se alejo como un centímetro.

Se quedaron estáticos un momento y se volvieron a besar, navegando entre la culpa y el deseo, por unos minutos besándose y separándose, porque la miel que tomaron de los labios del otro era tan agradable que no deseaban perderla.

-Deberíamos ir a casa -susurro del profesor.

En el trayecto en el auto no se soltaron la mano. Al llegar a casa fue él quien le tomó el rostro y lo besó, el rubio correspondió por unos minutos.

-Crowley no quiero herirte, esto es muy lindo siento algo muy agradable y también me siento un poco confundido, podemos hablar mañana, por favor.

El rostro de Crowley intentaba ser pacífico aunque sentía dolor, solo asintió, el joven le dio un beso en la mejilla y se marchó confundido, pero feliz por todo lo que pasó. Crowley sabía que no sería una situación fácil y decidió asumir los riesgos de lo que vendría, sentía que todo valdría la pena.

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