Capítulo 3: Batalla y Realización

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Con la espada cada vez más cerca de la cara de Hiroki, los instintos del chico se pusieron en marcha. Saltó hacia atrás y, al mismo tiempo, curvó la columna para esquivar el ataque. Sus ojos pudieron ver casi a cámara lenta cómo una pequeña parte del mechón frontal de su pelo nadaba en la brisa provocada por el impulso de la espada al haber sido cortado por la hoja oxidada.

"Eso estuvo cerca!" - Pensó Hiroki, retrocediendo de un salto unos pasos más para abrir la brecha entre él y la abominable criatura. El corazón le latía sin control en el pecho, dándole la impresión de que estaba a punto de sufrir un paro cardíaco en cualquier momento. Su cerebro se obligó a intentar razonar todo lo que estaba ocurriendo. Por qué tenía delante a un ogro cuando el propósito de utilizar la tecnología de RV era llevar a cabo un simple proyecto escolar? Eso era lo que martilleaba el cerebro de Hiroki.

Al ver que el ser ajustaba de nuevo la espada en posición de combate, los músculos del cuerpo del chico se tensaron. Sabía que no podía bajar la guardia. A pesar de su enorme tamaño y abundante masa corporal, el ogro, que debería ser considerado lento sólo por estas características, rompió la creencia del joven con bastante facilidad por su pura incongruencia. Aquella cosa no sólo era un portento en lo que a fuerza bruta se refiere, sino que además era veloz, superando la velocidad que el adolescente era consciente que podía alcanzar en su mejor condición.

No es que Hiroki se considerara débil. Al contrario, era extremadamente fuerte. Los años de duro entrenamiento en un sinfín de artes marciales, alimentados por la ira que sentía hacia Kokujin, habían transformado al joven, hasta el punto de que si hoy surgiera un conflicto entre él y Kokujin, Hiroki estaba seguro de que ganaría sin mayores dificultades. El tiempo y la experiencia de muchos combates le hicieron abandonar su costumbre de arremeter siempre de frente contra su oponente sin pensar. Aprendió a leer el ambiente y a tomar decisiones más inteligentes y menos arriesgadas. Todo eso le llevó a acceder a su situación en apenas unos segundos, lo que le hizo llegar a una conclusión obvia:

Le era imposible enfrentarse a ese monstruo, huir era la opción por defenitiva.

Pero quedaba un problema.

''Maldita sea, este campo abierto es probablemente mi mayor desventaja contra esta aberración. Si estuviéramos en una ciudad o al menos en un bosque, podría usar el entorno a mi favor para engañar al ogro y despistarlo." - El frenesí del rubio era claro, su mueca daba forma visual a ese sentimiento. - ''Como es más rápido que yo, no tendré más remedio que esquivar sus ataques hasta que se canse. Si consigo eso, estoy seguro de que surgirá una oportunidad para herirle-!"

Pow!

Hiroki sintió un impacto repentino. Su cuerpo fue lanzado al aire como si fuera un muñeco de trapo. En un abrir y cerrar de ojos, el ogro había aparecido frente al adolescente rubio y le había asestado un puñetazo devastador.

El cielo azul y el color verde de la césped se convirtieron en un único borrón mientras él se elevaba por los aires, entrando en fricción con el suelo al rebotar como una pelota. Con cada contacto, el chico desaceleraba aún más, hasta que finalmente se detuvo. Un dolor sobrehumano le atenazaba hasta el último nervio, pero los ojos nebulosos de Hiroki alcanzaron a ver algo justo por encima de su cabeza.

''Qué es esto?''

Flotando sobre él estaba el número 10 en un brillante color rojo.

Pero no sólo la indicación numérica, también había una especie de barra en la que se leía:

HP - 90/100

'Espera, quieres decir que estoy en un juego? Haaaaah, supongo que me estaba preocupando por nada.'' - El chico soltó un suspiro de alivio. - ''Si me mata esta bestia fea, probablemente solo volveré al mundo real.'' - Hiroki se dijo a sí mismo, pero incluso con este nuevo conocimiento, su alivio iba acompañado de una pizca de incertidumbre.

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