• ° ☆─── 🌒 𝐅𝐎𝐑𝐁𝐈𝐃𝐃𝐄𝐍
Nadeshiko, una joven genin de la remota Aldea de la Luna, ubicada entre las escarpadas montañas del País de la Noche, partió hacia Konoha junto a su equipo para participar en el prestigioso examen Chūnin.
A pesar de la...
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PRIMERA PRUEBA
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Con el paso de una semana las tres nos volvimos más fuertes y resistentes de lo que ya éramos. Así pasó el tiempo volando hasta llegar el día de los aclamados exámenes. Y cómo no, íbamos tarde, por mi culpa, otra vez. Me había pasado la noche en vela pensando en aquellos ojos azules de los dos chicos misteriosos. Y me había dormido sobre las tres de la mañana.
—¡Vamos a llegar tarde por tu culpa!— me gritó mi mejor amiga con enfado mientras corríamos. Yo iba la primera, detrás de mí la pelirosa y Rina siguiéndonos. Como no encontramos a la maestra Kiyomi desde que la vimos por última vez ayer no la esperamos.
Cada vez veíamos más cerca el recinto donde haríamos los exámenes. Y con rapidez, entramos a la clase donde se hallaban el resto de contrincantes.
—¡Ya hemos llegado!— grité con todas las fuerzas que me quedaban. Todos se nos quedaron mirando como si fuéramos un trío de locas, o bueno, a mí.— Uy...
—Aya, tenéis suerte de que el examinador no haya llegado todavía.— nos habló la chica de ayer, Sakura creo que era su nombre. Si que se habían hecho amigas en tan poco tiempo.
—Menos mal. Ésta de aquí.— me señaló.— Se quedó muy tarde despierta y la hemos tenido que despertar a la fuerza.
Yo solo pude reír nerviosa, por la atenta mirada de la clase y por las palabras de mi amiga. Pero razón no le faltaba. La siguiente vez procuraré no desvelarme tanto y dormir a la hora correspondiente.
Ellas siguieron hablando, mientras que Rina esperaba en silencio a su lado. Por otro lado, observé con atención a las personas de las otras aldeas con detalle, para ver si tenían algún rasgo destacable. Sin embargo, mi mirada se estancó en el trío donde estaba el pelirrojo de aquél día.
—¡Andá! ¡Pero mira quién está aquí! Son el mapache y su grupito.— con rapidez me acerqué a ellos y abracé al de capucha del hombro. Ignorando sus gruñidos.
—¡¿Qué crees que haces?!— me empezó a reprender. Por supuesto que yo también pasaba de él. Me concentré en los preciosos ojos color azul manantial del contrario.
—Me gustan tus ojos, son bonitos. Pero el contorno de alrededor te los hace resaltar, pareces un mapache.— lo halagué. Él, en cambio, solo arrugó su entrecejo y me miró con odio.— No creas que con esa mirada de fiera me vas a asustar. Es más, te hace ver más mono de lo que eres.
Después de ese comentario sonreí de oreja a oreja. Al abrir mis ojos recién cerrados por la mueca observé expectante las expresiones de sus caras. La rubia y el maquillado estaban con la boca abierta, al parecer sorprendidos. Y Gaara también, pero tenía un brillo en los ojos que no había notado hasta ahora, no los tenía el día en que nos conocimos. Supongo que era algo bueno.