Logan
Me quedé quieto con las manos en el volante, pensando en la reacción que había tenido Maya. ¿Había actuado como un idiota? Sí ¿Me arrepentía? No. Era necesario, no quería que pensara que seríamos amigos a partir de ahora.
Esperé a que ella entrara y le di su tiempo. No quería volver a cruzarmela, no después de lo que le había dicho.
Miré el asiento trasero mediante el espejo retrovisor y me quedé allí. Se me subió la bilis a la garganta, se me formó el nudo en el estomago y mi respiración no funcionaba.
Apreté las manos en el volante hasta que los nudillos se me pusieron blancos, apreté más y tuve que bajar la cabeza en un intento de conseguir que el aire me pasara.
—Papi —me llamó mientras seguíamos caminando, su manito estaba entre la mía, ambas unidas.
—¿Sí, cariño?
—¿Tú me quieres?
Fruncí el ceño ante esa pregunta.
—Yo te amo princesa, ¿por qué me preguntas eso?
¿Qué estaba haciendo mal? ¿Acaso no le demostraba todo el tiempo que la amaba con todo mi corazón?
Me hizo una seña con sus deditos indicandome que me agachara. Lo hice y me quedé arrodillado frente a ella.
—Mis primos me dijeron que yo era un error —me susurró.
Puta madre. Tenía que hablar nuevamente con la familia de Melany.
—No eres un error cariño. Mamá y yo te amamos mucho.
Sus ojitos, iguales a los de su madre, se pusieron brillantes e hizo un mohín de angustia.
—Sí… yo también te amo papi —dijo y me abrazó. Le devolví el abrazo acariciandole el cabello.
Joder, no la habiamos planeado, éramos demasiado jovenes y creíamos que ibamos a comernos el mundo. Pero mi pequeña hija no podía ser un error, un amor tan grande como el que le tenía no podía estar mal. Era lo más correcto que podría haberme pasado en la vida.
Volví a la realidad e intenté contar para evitar el ataque de pánico que veía venir.
Respiré por la boca.
De repente alguien golpeó la ventanilla del coche sacándome de mi trance y por alguien me refiero a Maya.
—No quiero hablar contigo eh, pero quiero ducharme y no tengo idea de donde están las toallas y… —se excusó nerviosa.
Suspiré y salí para entrar a la casa con ella siguiéndome detrás.
Fui al baño, abrí el cajón y le tendí una toalla.
Me la quedé mirando por alguna razón. Ella no me apartó la mirada.
Nos quedamos en silencio.
Sin quererlo comencé a detallarla, tanto como para notar las pecas que resaltaban en su nariz y mejillas, que el color de su cabello era completamente azabache y que casi no podía distinguirse la pupila del color de sus ojos. Sus ojos estaban… brillantes. Son muy…
¿Bonitos?
—Ya puedes irte Batman, ¿o creíste que iba a invitarte a pasar conmigo? —rió nerviosa.
Invítame, cariño. Tal vez es justo lo que estaba esperando.
Ese no fui yo.
Claro, fue Patricio.

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Soy contigo
RomanceMaya está perdida y no tiene idea de quien es. Logan había creído encontrarse a sí mismo hace mucho tiempo, hasta que todo ocurrió.