En un mes, se puede dar comienzo y concluir una guerra, o simplemente desfallecer en la batalla. Estuve tan absorta en la resolución de mis dilemas que el tiempo pasó velozmente. Se hizo imperativo guardar mis emociones y empezar a razonar con serenidad; aunque mi corazón dictara otra cosa.
Después de exponer mi caso a la coordinación de pasantías de la universidad, logré obtener un programa especial para llevar a cabo las prácticas profesionales. A pesar de la firme negativa de Alex, no alteré mi postura, ya que mi graduación dependía de ese informe.
Durante las últimas dos semanas, había establecido una especie de tregua con Hugo. Como era de esperar, Ana casi cae de espaldas y Alex se incomodó. Él pensaba que le estaba brindando una oportunidad al pelinegro de acercarse a mí, pero la verdad es que todo tenía un trasfondo.
***
-Necesito que me respaldes en esto Ana.
-Oye Rubia, solo espero que estés consciente de tus acciones.
>Alex es una persona excepcional y no me parece justo que lo excluyas en favor de Hugo.
-No es tan simple como parece-coloqué mi cabeza entre las manos-me comprenderás cuando conozcas la verdad.
-Espero que entiendas que ya no eres una adolescente y que cada decisión conlleva consecuencias.
-Tu tono suena a mi madre-reí amarga.
-La transparencia siempre ha sido nuestro mejor recurso-se levantó y extendió las manos en mi dirección.
Sabía que Ana se opondría, pero no dejaría de respaldarme, de eso se trataba nuestra amistad.
***
Mi instinto periodístico me incitaba a indagar, percibía que existía algo tras la apariencia de José Ignacio; y no se equivocó, pues al iniciar la investigación comenzó a emerger gradualmente todo aquello que él intentaba ocultar.
Mientras examinaba una tarde las solicitudes de amistad en Facebook, divisé el nombre de Gerardo. Despertó mi curiosidad y me percaté de que se trataba del joven agente de policía que había conocido cuando cursaba el bachillerato y que intervino cuando intentaron asaltarme. Él me brindó su ayuda y me ofreció su número en caso de que enfrentara algún contratiempo.
Revisé entre los contactos almacenados y noté que aún conservaba su número. Había olvidado completamente que nunca le había escrito. No obstante, me sentía tan desesperada que decidí hacerlo, con la esperanza de que recordara al menos mi nombre. Cuando uno sigue el camino correcto, no hay obstáculos que lo hagan retroceder, y cuando Gerardo vio mi mensaje, inmediatamente me llamó. Tras esa conversación, todo comenzó a desenvolverse de manera favorable.
Todos tenían una vulnerabilidad y José Ignacio no sería la excepción. A pesar de mantener un perfil discreto, cada día lograba recopilar más información gracias al policía. Estaba convencida de que Saavedra era un individuo despreciable. Él intentaba proyectar una imagen, pero en realidad era un ser despiadado.
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Después de mi amor platónico
Romansa¿Cuál es la probabilidad de que el amor platónico sea real y verdadero?