Verdades ocultas

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El sol seguía ocultándose en el oriente. Iba a ser un buen día; sin embargo, después de que mi padre me descubriera, ya no es lo mismo. Me costó pegar el ojo y ahora estoy rondando por aquí y por allá, sin rumbo, saludando a los aldeanos que van saliendo de sus hogares para cumplir sus labores. Me miré en el pozo de agua, con los ojos rojos y ojeras por no dormir. No quiero encarar a mi padre, temiendo que quizá me eche del clan, sentencie a Jin o a los dos. Entonces, sentí el suave tacto de alguien en mi hombro que me hizo voltear.
Me costó reconocer la mirada curiosa de la jovencita, pero sus rasgos faciales son inconfundibles por la semejanza que tiene con Jin. Debe ser la hermana menor de Jin, la segunda. ¿Cómo se llamaba? Mi insomnio no me deja pensar bien

  —Cuanto tiempo, tengo entendido que Jin va a visitarlos —La saludé, viéndola borrosa—. Lamento no recordar tu...

  —Es lo de menos, joven amo, la situación con mi madre y Jin no ha mejorado con los años. Soy Chika, para aclarar. Quiero hablar con mi hermano.

A unos pasos detrás de ella la seguía un chico, desinteresado y con una expresión aburrida. Chika me saludó con formalidad. A mí no me molesta que me traten con decoro, no soy el líder de mi clan todavía.
Supuse que el chico venía con Chika, puesto que nos seguía el paso hacia la estancia de Jin, pero no dejaba su actitud irritante. Jin abrió la puerta con una expresión de horror, pensando que era mi padre, pero suspiró al ver a su hermana. Se saludaron y conversaron un poco mientras yo intentaba mantenerme despierto, recargado en un poste de la casa de enfrente. Mi mente se aclaró al escuchar las palabras de Chika:

  —Te presento a mi novio, Jin —señaló al energúmeno detrás de ella.

Jin cambió su expresión a una molesta y de desaprobación, parpadeando de forma inquieta y mordiéndose los labios, intentando controlar sus celos, quiero suponer. Soy hijo único, así que no voy a interferir en este suceso familiar que desconozco. Jin me observaba, forzando una sonrisa, soplando los mechones de su frente con un silbido. Resopló pesadamente por el enfado y confrontó la situación

  —¿Es él? —hizo énfasis en el tipo en cuestión—. ¿Saludó a Keitaro como se debe? ¿Por qué tuviste que presentarlo en vez de que él diera la cara?

Concuerdo con él; no es por arrogancia, pero es deber de un visitante forastero saludar al clan para no levantar sospechas. El novio de Chika estaba en un local preguntando por sake

  —Él no es tan malo como parece, solo...

  —No lo defiendas. A leguas se ve que se te acercó para aprovechar tu herencia, ahora que eres la heredera legítima de mamá —añadió Jin, hirviendo de celos.

Eso ya lo sabía. Jin y su madre siguen tan distantes que ella lo exilió del legado y la herencia familiar

  —Hice todo lo posible para ser el mejor curandero, hermano y cuidador posible. Aprendí todo lo que podía, incluso en la situación complicada con mamá... no puedo tolerar verte con alguien que no haría lo mismo y más por ti. No debes conformarte con menos —añadió Jin, reclamando.

  —No soy una niña para no saber qué quiero, tengo 19 años —Chika hizo un puchero—. ¿Qué sabes del amor?

  —Más que tú, y resultó fatal; recientemente ha sido una maravilla, pero no es el punto —agarró sus hombros con gentileza—. Solo te pido que tengas cuidado ¿Sí? Han crecido demasiado rápido, no quiero verlos con el corazón roto. Sé lo que se siente...

Chika abrazó a Jin con amor y él le sonrió con cariño, acariciando su cabello

 —Mamá no lo sabe, pero lo sabrá. Conociéndola, le va a enfadar más que se lo haya oculto a que sepa la verdad —risitas y se despidió—. Nos vemos, tengo deberes pendientes.

Ojos de Yokai: Legado Omori Donde viven las historias. Descúbrelo ahora