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La luz de la mañana se colaba a través de las cortinas ligeramente corridas, iluminando el pequeño apartamento de Jeongin. Minho abrió los ojos lentamente, aún envuelto en las sábanas revueltas, sintiendo el peso de la noche anterior como una losa en su pecho. Tardó un segundo en recordar dónde estaba, pero cuando sus ojos recorrieron el cuarto desconocido y vio a Jeongin durmiendo a su lado, todo volvió a su mente con una claridad abrumadora.
El aire estaba cargado con el silencio incómodo de la resaca emocional, y Minho se quedó quieto, mirando el techo. Las imágenes de la noche anterior pasaban por su cabeza en un bucle: las risas, el calor de la cercanía, los besos. Había sido una conexión física intensa. Sin embargo, la satisfacción que esperaba sentir nunca llegó. En cambio, había un vacío profundo que no podía ignorar.

Con cuidado, se levantó de la cama, tratando de no despertar a Jeongin. Se sentó en el borde, tomando un respiro largo y profundo, mientras el eco de sus propios pensamientos lo invadía. "¿Qué estás haciendo, Minho?" se preguntaba. "¿Por qué sigues empujándote a situaciones que no deseas realmente?" Sabía que la respuesta estaba en su propio miedo, en esa necesidad constante de huir de cualquier cosa que le hiciera sentir vulnerable, como lo hacía cuando se hablaba de Jisung.

Miró a Jeongin, quien seguía dormido, su respiración lenta y regular. El chico era atractivo, encantador, y la química entre ellos había sido innegable la noche anterior, pero eso no cambiaba el hecho de que lo que había ocurrido no se sentía bien. No de la manera en la que debería. Y, sobre todo, no podía dejar de pensar en Jisung.
El recuerdo de Jisung lo asaltó con fuerza: su risa, su torpeza adorable, cómo siempre parecía buscar su aprobación con cada gesto. Minho cerró los ojos, sintiendo la culpa crecer en su pecho. No era justo para Jisung, mucho menos para Jeongin. Había buscado un escape, una forma de evitar enfrentarse a lo que comenzaba a sentir por Jisung, pero al final solo había terminado complicando las cosas más.

Se levantó lentamente, buscando su ropa esparcida por el suelo. El sonido de sus movimientos despertó a Jeongin, quien entreabrió los ojos y lo miró con una sonrisa somnolienta. “ ¿Ya te vas? ” preguntó, su voz ronca por el sueño. Minho le devolvió una sonrisa forzada mientras se abrochaba los pantalones. “ Sí, creo que debería.. Tengo algunas cosas que hacer ”. Jeongin lo observó por un momento, y aunque su sonrisa se mantuvo, había una comprensión silenciosa en sus ojos. Sabía lo que esa salida apresurada significaba. Lo sabía, pero no iba a detenerlo. “ Está bien ” dijo finalmente, sentándose en la cama y apoyando la espalda contra el cabecero. “ No tienes que darme explicaciones, Minho ”. Minho se detuvo por un momento, sintiéndose tentado a decir algo, a explicar lo que sentía. Pero las palabras no salieron. ¿Cómo podía explicar algo que ni él mismo entendía del todo?

Mientras caminaba por las calles aún medio vacías de la ciudad, con la brisa fría de la mañana acariciándole el rostro, Minho no podía sacarse de la cabeza lo que había hecho. No es que Jeongin no le hubiera gustado, pero la realidad era que no estaba completamente presente la noche anterior. Jisung siempre había estado ahí, en el fondo de su mente, como un fantasma que se negaba a desaparecer. Pasó por una panadería abierta, y el aroma de los panes recién horneados le recordó una vez más a Jisung, a la pasión con la que hablaba de hornear. Minho cerró los ojos por un momento, maldiciendo internamente su propio lío emocional. ¿Por qué tenía que ser tan complicado?
Todo había sido más fácil cuando simplemente pretendía ser el chico callado y misterioso en la escuela, sin lazos emocionales, sin expectativas. Pero ahora Jisung había aparecido, con su torpe entusiasmo y su sonrisa deslumbrante, y había comenzado a derribar esas paredes que Minho había construido con tanto cuidado. Y eso lo asustaba.

El sonido de la campanilla en la puerta del café resonó suavemente cuando Minho entró. El lugar estaba tranquilo, solo algunas personas dispersas en las mesas, y el aroma a café recién molido lo envolvió, dándole un respiro momentáneo. Sus ojos recorrieron el lugar hasta que lo vio: Jisung, sentado en una mesa junto a la ventana, sonriendo mientras lo saludaba con una mano levantada.
Minho sintió una punzada en el estómago al verlo. La sonrisa de Jisung siempre había tenido ese efecto en él, pero ahora, después de la noche anterior con Jeongin, todo se sentía distinto. Había algo de lo que no podía escapar, una incomodidad que lo acechaba cada vez que pensaba en lo que había hecho.
Con un suspiro, Minho se acercó a la mesa, tratando de mantenerse tranquilo, de controlar su fachada tímida y tranquila, aunque por dentro sentía que se desmoronaba. Jisung lo recibió con una sonrisa cálida, como si nada hubiera cambiado.

“ ¡Minho! ” dijo Jisung, lleno de entusiasmo como siempre. “.Me alegra que hayas podido venir, tenía ganas de verte ” una sonrisa llena de felicidad se reflejó en la linda cara de Jisung.  “ Sí, claro ” respondió Minho, intentando sonreír de vuelta, aunque la incomodidad lo golpeaba con fuerza. Se sentó frente a Jisung, y notó cómo el chico lo miraba con esa misma dulzura inocente que siempre lo hacía sentir vulnerable.

Jisung seguía hablando, describiendo su día, sus planes para nuevos postres que quería probar, pero Minho apenas podía concentrarse. Cada palabra que Jisung decía lo hacía sentir más culpable. El recuerdo de la noche anterior con Jeongin se colaba en su mente, interrumpiendo la conversación, haciéndolo sentir sucio, como si estuviera traicionando a alguien, aunque Jisung no supiera nada de lo ocurrido, y mucho menos fuese algo más qué su amigo.  “ Entonces... ¿qué opinas? ” preguntó Jisung de repente, inclinándose un poco más hacia él, esperando una respuesta. Minho parpadeó, completamente perdido en sus propios pensamientos. “ ¿Perdón? No te escuché bien ” murmuró, sintiéndose más tenso de lo que quería. Jisung se rió suavemente, sin darse cuenta de la tormenta que se desataba en el interior de Minho. “ Te estaba diciendo que tal vez podríamos probar hacer un pastel juntos algún día. Ya sabes, uno de fresas, como el que te di la última vez.. Podrías ayudarme a decorarlo.. ”

Las palabras "pastel de fresas" hicieron que el estómago de Minho se revolviera. Aquel gesto de Jisung, dándole un pastel, había sido tan inocente y lleno de cariño. ¿Y qué había hecho él? Se había dejado llevar por sus impulsos, y ahora estaba ahí, sentado frente a Jisung, pretendiendo que todo estaba bien, cuando en realidad estaba lejos de estarlo. “ No sé si soy bueno con esas cosas ” respondió Minho, forzando una sonrisa, intentando alejar los recuerdos de Jeongin y lo que había ocurrido la noche anterior. Jisung sonrió más ampliamente. “ No te preocupes, yo te enseño.. ” Minho asintió, aunque en su interior seguía luchando con la sensación de incomodidad.

Pastel De Fresas - Minsung. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora