Episodio 2

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El Plan.

La cafetería "The Roaster's Corner" era el lugar de reunión favorito de Ellis y sus amigos. Las paredes decoradas con vinilos antiguos y el aroma constante a café recién molido le daban una vibra acogedora, a pesar de que la música de fondo a veces quedaba un poco fuera de lugar. Ellis empujó la puerta y miró alrededor, buscando las caras familiares. No tardó en encontrarlos: Arthur, con su espalda ancha y su postura relajada, ocupaba casi dos sillas, mientras que Richard, el más pequeño del grupo, estaba sumergido en su laptop, seguramente revisando algún artículo científico o las últimas noticias tecnológicas. Y Charlie, como siempre, se inclinaba hacia adelante, escuchando atenta a Arthur mientras le contaba alguna anécdota.

Ellis se acercó y dejó caer su mochila en el suelo junto a la mesa. Todos levantaron la vista al mismo tiempo.

—Mira quién decidió aparecer —bromeó Charlie con una sonrisa—. ¿Qué te trae por aquí, Mr. Documentalista?

Ellis forzó una sonrisa y, sin perder tiempo, sacó la videocámara de Miles Upshur y la puso sobre la mesa. El dispositivo hizo un leve *clic* al tocar la superficie de madera.

—¿Qué es eso? —preguntó Richard, levantando una ceja.

—Es lo que va a cambiar nuestras vidas —respondió Ellis, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y nerviosismo.

Arthur soltó una risa breve.

—¿Otra de tus locuras, Mackenzie? No sé si quiero saber qué estás planeando esta vez.

Ellis se sentó y miró a cada uno en silencio por un momento, como si evaluara si estaban listos para lo que estaba a punto de decir.

—¿Alguno de ustedes ha oído hablar de un periodista llamado Miles Upshur?

Charlie negó con la cabeza y Richard frunció el ceño, claramente tratando de recordar.

—Me suena el nombre, pero no tengo idea de dónde —respondió Richard.

—Claro que no les suena —dijo Ellis, inclinándose hacia ellos—. Lo que ocurrió fue encubierto por la Corporación Murkoff y el gobierno. Nadie quiso que la verdad saliera a la luz.

Arthur cruzó los brazos, interesado pero escéptico.

—¿La verdad de qué? ¿De qué estás hablando?

Ellis tomó una bocanada de aire.

—Hace diez años, Miles Upshur se infiltró en el Centro Psiquiátrico Mount Massive, buscando exponer los oscuros experimentos que Murkoff estaba llevando a cabo allí. Documentó todo lo que encontró: pacientes convertidos en monstruos, cuerpos desmembrados y… algo peor. Algo que desafía cualquier explicación racional.

Los ojos de Charlie se entrecerraron.

—¿Estás diciendo que esto es real? Porque suena como la trama de una mala película de terror.

—Es real —dijo Ellis, tajante—. Tan real como que tengo su cámara aquí mismo. —Le dio unos golpecitos a la videocámara—. Y todo lo que grabó está dentro.

Richard, siempre el curioso, extendió la mano hacia la cámara.

—¿Puedo ver?

Ellis asintió y le pasó la cámara. Richard la encendió y, tras unos segundos de cargar, comenzaron a reproducirse las imágenes que Ellis había visto horas antes. El grupo quedó en silencio mientras observaban las tomas de corredores oscuros, las paredes cubiertas de sangre, los gritos de fondo y las figuras distorsionadas que apenas se vislumbraban entre sombras.

—¡Mierda! —murmuró Arthur, inclinándose hacia adelante—. ¿Qué demonios es esto?

Charlie puso una mano sobre el brazo de Ellis, su expresión ahora mucho más seria.

—¿De dónde sacaste esto?

—Me lo enviaron —respondió Ellis—. Esta mañana, sin remitente, solo la cámara. Alguien quería que la encontrara.

Arthur apagó la cámara y la puso sobre la mesa con una expresión pensativa.

—De acuerdo. ¿Y qué planeas hacer con esto?

Ellis se pasó una mano por el cabello, como siempre hacía cuando estaba a punto de soltar una idea que probablemente nadie aprobaría.

—Voy a Mount Massive.

Hubo un momento de silencio. Los ojos de sus amigos se agrandaron, y Charlie fue la primera en hablar.

—¿Estás loco? ¿Sabes lo que estás diciendo? Ese lugar fue cerrado por una razón. Nadie debería acercarse a ese maldito manicomio.

—Es el plan más estúpido que has tenido —agregó Richard, aunque no había verdadero rechazo en su voz, sino más bien preocupación.

—Es exactamente por eso que tenemos que ir —insistió Ellis—. Nadie más lo hará. Diez años después, todo lo que ocurrió allí sigue siendo un misterio. Tenemos la oportunidad de descubrir la verdad, de mostrarle al mundo lo que realmente pasó. Y, si lo hacemos bien, esto podría ser el documental de nuestras vidas.

Arthur se rascó la barba, pensativo.

—Si lo que dices es cierto, entonces Murkoff no querrá que nadie se meta allí de nuevo. ¿Qué te hace pensar que no nos van a detener, o peor, que no vamos a encontrarnos con… lo que sea que estaba ahí adentro?

Ellis lo miró fijamente.

—Porque es ahora o nunca. El lugar está abandonado, ya no queda personal ni guardias. Pero eso no significa que esté vacío. Alguien o algo todavía está en ese lugar. Y si no lo hacemos, esa verdad morirá con ellos.

Charlie sacudió la cabeza, nerviosa.

—Ellis, no sé si esto es una buena idea. Sabes que siempre te apoyo en tus locuras, pero esto suena… peligroso. Más que nada de lo que hemos hecho antes.

Ellis la miró, tratando de transmitirle calma.

—Charlie, no te voy a obligar a venir. Pero necesito hacer esto. No puedo quedarme sabiendo que tengo en mis manos la clave para revelar uno de los mayores secretos ocultos de nuestra era. Si no lo hago, ¿quién lo hará?

Richard soltó un largo suspiro y se reclinó en su silla.

—Bueno, si lo piensas así, supongo que alguien tiene que ser el idiota que te salve cuando las cosas se pongan feas. —Sonrió con ironía—. Así que, ¿quién soy yo para decir que no?

Arthur lo miró con sorpresa y luego se echó a reír.

—De acuerdo, cuenta conmigo. Si vamos a hacer esto, más vale que lo hagamos bien.

Charlie miró a Ellis por unos segundos más antes de soltar un suspiro rendido.

—Sabes que no puedo dejarte ir solo. Pero quiero que sepas que sigo pensando que es una locura.

Ellis sonrió, aliviado de ver que sus amigos estaban dispuestos a unirse a su plan. Sabía que no sería fácil, pero con ellos a su lado, sentía que podían enfrentarse a cualquier cosa que el Monte Masivo pudiera arrojarles.

—Entonces está decidido —dijo, levantando su café como si fuera un brindis—. Nos vamos a Mount Massive...

Outlast: Return. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora