¡Pongámonos todo en marcha!
El sonido de una van estacionándose fuera del pequeño apartamento de Ellis lo sacó de sus pensamientos. Se asomó por la ventana y vio a Arthur bajar de un vehículo grande, de color gris mate, que parecía sacado directamente de una película de road trips. La van era vieja, pero parecía en buen estado, y más importante aún, espaciosa para todo lo que necesitaban llevar.
Ellis bajó las escaleras rápidamente, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. No podía creer que todo estuviera tomando forma. Arthur estaba revisando el motor cuando Ellis salió a la calle.
—¡Mira lo que he conseguido! —dijo Arthur, sonriendo de oreja a oreja mientras se limpiaba las manos en un trapo sucio—. No es la van más moderna, pero servirá para nuestra pequeña expedición.
Ellis asintió con entusiasmo.
—¡Está perfecta! Justo lo que necesitamos. Buen trabajo, Arthur. ¿Cómo la conseguiste?
Arthur soltó una carcajada breve.
—Un primo de mi vieja la tenía arrumbada en el garaje. No la usa desde hace años, así que prácticamente me la regaló por el fin de semana. Solo tuve que cambiarle unas cuantas piezas.
Ellis rodeó la van, inspeccionándola como si fuera un niño con un juguete nuevo.
—Va a ser genial. Esto nos llevará hasta Mount Massive sin problemas.
—Sí, claro —dijo Arthur, su tono algo más serio—. Asumiendo que todo salga como lo planeas. Porque honestamente, sigo pensando que estamos locos por hacer esto.
Ellis le dio una palmada en la espalda a su amigo, intentando restarle importancia a la preocupación.
—Es solo una aventura más, Arthur. Además, si logramos documentar lo que realmente pasó en ese lugar, será más que solo una locura. Será nuestra gran oportunidad.
Arthur lo miró con una sonrisa torcida, pero no discutió más. En el fondo, Ellis sabía que su amigo estaba nervioso. Todos lo estaban, aunque él se negaba a admitirlo.
—¿Y las cámaras? —preguntó Arthur, cambiando de tema mientras miraba la parte trasera de la van.
—Ya las tengo —respondió Ellis, señalando una caja que había dejado junto a la puerta de su apartamento—. Las conseguí de mi vecino, el tipo es un freak de la tecnología. Me prestó todo lo que tenía: cámaras de visión nocturna, GoPros, micrófonos. Todo lo que podamos necesitar para grabar absolutamente todo.
—¿Todo eso gratis?
Ellis sonrió y asintió.
—No le cae mal un pequeño favor de vez en cuando.
Arthur rodó los ojos y comenzó a cargar el equipo en la van.
Mientras lo hacían, Richard llegó caminando, con una expresión concentrada en el rostro y su laptop bajo el brazo.
—¿Qué tal? —dijo Richard sin preámbulos—. He estado investigando un poco más sobre la Corporación Murkoff, y conseguí algo interesante. Algo que me parece que deberíamos tener en cuenta.
Ellis frunció el ceño, interesado.
—¿Algo sobre Mount Massive?
—Más o menos —respondió Richard, colocando su laptop sobre el capó de la van—. Después del incidente de Mount Massive, hubo otro escándalo relacionado con Murkoff, todo gracias a un tipo llamado Waylon Park. Él fue quien realmente expuso lo que estaba ocurriendo en el manicomio. Al parecer, era un ingeniero de software que trabajaba para Murkoff, y se encargó de enviar correos electrónicos filtrando toda la información confidencial.
Ellis se cruzó de brazos, escuchando atentamente.
—Eso lo escuché, pero no había podido encontrar nada más.
Richard asintió y siguió tecleando.
—Sí, bueno, lo curioso es que después de filtrar todo, Waylon desapareció. Según algunos registros, envió su último informe desde algún lugar cerca de Mount Massive. Y después, nada. No se sabe qué pasó con él. Algunos dicen que está muerto, otros creen que sigue escondido, pero nadie lo ha visto en años.
Arthur se acercó, claramente interesado.
—¿Así que ese tipo también fue a Mount Massive?
—Exactamente —respondió Richard—. Y de alguna manera logró salir, aunque nadie sabe cómo. Pero lo más inquietante es que, desde entonces, la Corporación Murkoff ha hecho un excelente trabajo ocultando cualquier rastro de su implicación en todo esto. Están enterrando la historia, y nosotros vamos directo al lugar donde todo comenzó.
Ellis sentía que su corazón se aceleraba aún más con cada palabra. Sabía que había más de lo que los medios dejaban ver, pero esto… esto lo confirmaba. Waylon Park había visto algo. Algo tan grande que lo obligó a desaparecer.
—Entonces, ¿crees que Murkoff aún tiene gente en el área? —preguntó Arthur, su tono de voz bajo.
Richard se encogió de hombros.
—No lo sé, pero es posible. Si están tan comprometidos en silenciar a cualquiera que se acerque demasiado, no me sorprendería.
Ellis respiró hondo. Esto solo hacía que su plan se sintiera más grande, más peligroso. Pero también más necesario.
—¿Y eso te asusta? —preguntó, mirando a sus amigos.
Arthur soltó una carcajada breve.
—¿Asustarme? No. Preocuparme un poco, tal vez.
Richard negó con la cabeza, aunque había una pequeña sonrisa en su rostro.
—No es exactamente el tipo de aventura que tenía en mente para el fin de semana, pero estoy dentro. Solo quiero que sepamos a qué nos estamos enfrentando.
Charlie llegó unos minutos después, con una bolsa de provisiones en la mano. Parecía tranquila, aunque Ellis sabía que en el fondo seguía preocupada.
—¿Todo listo? —preguntó, mirando a los chicos mientras guardaba la bolsa en la van—. ¿Tenemos suficiente equipo para grabar hasta nuestras propias muertes?
Ellis le dedicó una sonrisa tranquilizadora.
—Vamos a estar bien, Charlie. Tenemos todo lo que necesitamos.
Ella lo miró por un largo momento, como si tratara de leer lo que realmente pensaba, y luego suspiró.
—Ojalá tengas razón. Porque sigo pensando que esto es una locura.
Ellis no dijo nada. En el fondo, sabía que Charlie tenía razón. Era una locura, pero también era la única forma de obtener las respuestas que tanto había buscado.
—Mañana salimos al amanecer —dijo finalmente, mirando a sus amigos—. Nos dirigimos a Mount Massive y vamos a grabar todo lo que encontremos. Sea lo que sea.
Todos asintieron, aunque el ambiente era una mezcla de emoción y tensión. Arthur revisaba la van una vez más, Richard seguía revisando datos en su laptop, y Charlie se quedó a un lado, cruzada de brazos, observando.
Ellis tomó la cámara de Miles Upshur, la misma que había desatado todo esto, y la sostuvo entre sus manos. Su reflejo en la pantalla le devolvía la mirada, cargado de expectación.
—Esta es nuestra oportunidad —dijo en voz baja—. Vamos a hacer historia amigos.
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Outlast: Return. [+18]
ParanormalHan pasado diez años desde el cierre definitivo del Centro Psiquiátrico Mount Massive, un lugar infame marcado por el horror y el caos provocado por experimentos inhumanos. Las autoridades lo declararon como un caso cerrado, ocultando los detalles m...