capítulo 3

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— Jirat, ven aquí.

Force volteó casi de forma automática, mirando como pececito a su amigo en cuanto se dió cuenta de que le hablaba al perro, y no a él.

— buen chico. — Book dejó un beso en la frente del cachorro, sentándose bajo la sombra de un árbol en el pasto. — ¿por qué sigues de pie, mirándonos como pececito, en lugar de hacernos compañía?

— no quiero llenarme de pelos, ni ensuciar mi pantalón con pasto. — se negó, observando tensarse la correa que sostenía en su mano.

el cansado perro, que Book adoptó porque nadie quería a uno viejo, aulló muy bajito, avisando que necesitaba descansar.

— descansemos, Snoopy. — Force se sentó a un lado de Book, aceptando que el perro se recostara en sus piernas. — toma, pequeño.

Force sacó de su bolso un plato, y vertió agua de su botella, acercándosela al animal, quien bebió gustosamente.

— es muy bueno que no quisieras ensuciarte. — rió el más bajo, acariciando el pelaje del cachorro. — gracias por ayudarme, Force.

— Snoopy es un buen perro, ¿por qué no querría sacarlo a pasear? — cuestionó, fingiendo ignorar que el perro estaba dejando completamente mojada su camiseta al lengüetear el plato.

— Fluke dice que es innecesario, porque Snoopy está casi ciego y sordo. — suspiró el otro, acercando su mano a la nariz del perro, para que lo reconociera, y luego acariciarle las orejas. — honestamente, nunca le gustó salir con él. llegó a casa siendo un ancianito, nunca pudieron trotar juntos.

un tonto.

Snoopy siempre fue lento para caminar. generalmente Force lo cargaba para volver a casa, a pesar de su gran tamaño.

— pues, es un perro viejo, ¿qué espera que haga?, ¿sacar el primer lugar en un maratón? — ironizó. — ¿cómo te sientes con esos comentarios?

Book rió, retomando su juego con el cachorro. — simplemente lo ignoro. es mi casa, y me hago cargo de todos mis niños. si le molesta, sabe que es libre de irse. — contestó con tranquilidad. — no pienses mal de Fluke, busca maneras amables de decirme las cosas, soy yo quien se coloca a la defensiva.

— porque son tus niños. — Force sentía sus piernas comenzar a dormirse. — si no es algo lindo de ellos, no te gustará oírlo.

— exacto. — Book levantó al cachorro, acercándolo a su rostro. — ¿por qué no les dices cosas lindas a mis niños? — dada la cercanía, tuvo que tolerar lengüetazos en su mejilla. — le agradas a Jirat, ¿no es una ternura?

— no, no lo es. — Force lo miró de reojo, limpiándose su mejilla restregándola contra su hombro. — mantén lejos de mí al albergue de pulgas.

— tus palabras pueden afectar su autoestima. — el más bajo abrazó al cachorro, dejando muchos besos en su frente. — pececito feo.

— veo al albergue de pulgas muy afectado. — de forma juguetona, acarició la espalda del perro, quien abandonó su lugar junto a Book y buscó más caricias de su parte.

— no vayas con él, comenzarás a mirar feo a la gente, Jirat. — Book lo alzó, obteniendo ladridos en respuesta. — no debes responderme así, corazoncito. — lo regañó.

Force rió ante la escena. Book realmente creía que los animales le entendían.

— no te rías, mi hijo terminará aprendiendo tus malas mañas. — el más bajo se veía molesto. — dale un mejor ejemplo a tu sobrino.

— el albergue de pulgas lo olvidará para mañana, no me regañes que no soy uno de tus animales rescatados. — exigió, moviéndose suavemente para recuperar algo de sensibilidad en sus piernas.

— no eres un animal, pero sí te rescaté, pececito. — el tono infantil que utilizó, lo hizo mirarlo mal. — Force, te rescaté.

— no lo hiciste. — se defendió, sabiendo que sí fue así. — ¿caminemos un poco más?

— estás cambiando el tema, porque yo tengo la razón. — Book pellizcó su mejilla, haciéndolo quejarse. — acepta que te rescaté. — siguió haciendo presión, aunque no lo lastimaba realmente.

era un mochi.

— bien, me rescataste. — cedió. — aunque yo pertenecía a un hogar con mucho amor. tú simplemente te entrometiste.

Book rodó los ojos, atrayéndolo a él con intenciones de besarlo en la mejilla.

— ya tengo las babas del albergue de pulgas en la cara, no necesito las tuyas. — se alejó, comenzando a despertar a Snoopy, para emprender el camino.

el viejo perro se levantó, se estiró, y se recostó a su lado en el pasto.

— Force, ven aquí. — lo llamó en el mismo tono en que llamaba a sus perros.

— no. — lo miró como pececito, pero sus piernas aún dormidas le fallaron en el intento de ponerse de pie, cayendo de costado al suelo.

Book comenzó a reír, sujetando su estómago. — me recordaste a Jirat enredándose con su correa en los primeros paseos.

— esto no es gracioso, Kasidet. — murmuró, palmeando sus piernas para quitarse la sensación de hormigueo. — renuncio a este cargo de paseador animal.

— no puedes renunciar, Snoopy solo accede a caminar contigo. — Book lo ayudó a levantarse, sosteniéndolo por la cintura para asegurarse de que se mantendría de pie. — tal vez porque te quiere, o porque lo intimidas.

— ¿sabías que eres el único animal que no se deja intimidar por mi actitud? — lo molestó, alejándose lentamente de su amigo, porque la cercanía le hacía pensar en qué tan suave serían sus labios.

— no es tu actitud el problema, es tu expresión de pececito. — el más bajo caminó a su lado, a paso lento. — si no te conociera, creería que incluso yo te desagrado.

— eres molesto en ocasiones. — se encogió de hombros, evitando mirarlo.

Book lo sujetó del brazo, haciéndolo voltear. en cuestión de segundos, el más bajo estaba peligrosamente cerca de su rostro, sin siquiera lograr procesar lo que sucedía, le dió un lengüetazo en su otra mejilla.

— eso fue por llamarme animal. — sin más, siguió caminando, paseando al inquieto cachorro.

— eres un asqueroso, Kasidet. — se quejó, limpiándose la mejilla hasta sentirla enrojecida.

— tú comenzaste a ser molestoso, yo te hablaba en serio, Jiratchapong.

Force quiso seguir la discusión, pero el viejo Snoopy suspiró cansado. con cierta dificultad, logró levantarlo, cargándolo en sus brazos hasta llegar a su auto, en donde lo acomodó en los asientos traseros.

— mira que privilegiado eres, reservé estos asientos exclusivamente para ti. — le habló bajito, acariciando sus orejas antes de cerrar la puerta. — ¿qué?

Book lo miraba, con una amplia sonrisa. — ¿ves que sí los quieres, pececito?

— tú vigila que el albergue de pulgas no rasguñe el tapiz del asiento. — pidió, entrando al auto.

— intentaremos no hacer perjuicios. — Book acomodó al cachorro en sus piernas, tras acomodarse en el asiento del copiloto. — fue una linda tarde, ¿no lo crees?

— claro que lo fue. — concordó, encendiendo la radio para sintonizar una emisora.

la compañía de Book siempre hacía lindos sus días.

Pececito | ForceBookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora