Capítulo 05.

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Era el día antes de rendir el primer final y me sentía súper segura. Salí a hacer algunas compras porque ya me estaba quedando en bolas y mi viejo me había pasado la guita que siempre me pasaba. Por lo general la usaba para hacer compras y pagar las cuentas y con lo que me daba Joaquin me manejaba en el día a día. Tenía el auto en el taller hacía como dos meses así que tenía que pasar por lo de Lorenzo a ver cómo iba todo, por suerte era amigo de mi papá, en realidad mi viejo era amigo de todo el mundo, supongo que es por su laburo.

Mi papá es conocido por ser organizador de eventos, mucha noche, mucha gira. No me quejo, nunca en la vida nos falto nada y si lo necesitábamos él estaba y siempre respondía. Lo único era que no se llevaba bien con mamá y listo. Ella siempre fue una mujer muy difícil e independiente, él la quería en casa siempre y eso no era vida para ella, así que cuando yo tenía cuatro años se separaron y la verdad fue santo remedio. Mi infancia fue muy linda, la familia de ambos lados estaban siempre para nosotros, el apoyo era y es incondicional y somos muy unidos a pesar del drama entre mis papás. Por suerte no fueron inmaduros y nunca pelean adelante nuestro, tratan de ser cordiales y se hablan lo justo y necesario.

Es por eso que mi vieja siempre me inculcó el ser independiente, el tener mis cosas, mi trabajo, mi esfuerzo, para nunca depender económicamente de ningún hombre que pueda ejercer, a la larga o a la corta, violencia económica para conmigo. Y es algo que agradezco en demasía ya que es algo bastante común y bastante normalizado el que una mujer por el simple hecho de convertirse en mamá deba abandonar sus metas y tenga que pedir plata hasta para comprarse un calzón. Era inaudito y muchas lo sufrían. He discutido con una de mis amigas estando ella embarazada por eso, por suerte me escucho y pudo salir adelante. Nunca hay que depender de un varón, jamás, a menos que sea buena compañero y de buenas intenciones que la verdad son muy pocos los que hay.

Volví cargando varias bolsas juntas entre quejidos hasta que sentí que alguien atrás mío abría las rejas de entrada.

—Estefi, déjame que te ayude. —Guido enseguida agarró unas cuatro bolsas, las más pesadas, para poder darme una mano.

—Ay, muchas gracias, casi me quedo sin dedos. Ya la próxima tengo el auto así que no mas ayuda.

—Nah, pero si no es molestia para mi darte una mano con lo que sea que necesites. —me guiño un ojo, o eso intento haciendo que me ría mientras buscaba en mi bolsillo las llaves de casa para poder abrir la puerta.

Entramos y me ayudo a guardar las cosas mientras hablábamos.

—¿Y vos? Tenes una cara de cansado terrible.

—Anoche dormí en el estudio prácticamente.

—¿Se vienen cositas?

—Tal cual, se vienen muchas cositas. Tenemos un par de anuncios y estrenos muy lindos. Pero como somos algo obsesivos, viste, muy meticulosos; nos tomamos nuestro tiempo.

—¿Hace cuanto no sacan algo? —pregunte mientras me agachaba en la heladera para guardar las verduras previamente lavadas en el cajón.

—Bueno, hace rato ya. Ahora tiramos un adelanto nomas, pero falta mucho. Craneamos tantas cosas al mismo tiempo que es como cuando sacas las luces de navidad todas enredadas y después te tomas el tiempo y la paciencia para desenredarlas. Así están nuestras ideas ahora. Pudimos desenredar una partecita por ahora.

—Claro, es como que la inspiración por ahí llega full desordenaba.

—Tal cual. ¿Mañana rendís entonces?

—Si, el primero de dos... dos pasitos nomas.

—Que bueno, te imaginaba siendo de todo menos seño.

—¿No tengo pinta de seño? Eso porque no me viste bien peinada todavía.

—Avisame donde vas a estar para que lleve a mi sobrino ahí.

—Ojalá tenga rápido una titularidad. Tengo que hacer varios reemplazos primero para sumar puntos.

—Aah, ¿es por puntaje?

—Si, te dan cursillos con los que podes sumar más puntos, son pagos, ya tengo varios visto como el taller de ESI, el de lengua de señas, e inglés. Son los que más suman hoy en día y los que más me interesan.

—Está buenísimo eso, me encanta. Vas a ser la mejor, vas a ver. Más allá de que no tenes aspecto de seño se nota mucho que te gusta. Te va a ir súper bien. Confía.

—Muchas gracias, rubio. Como pago por ayudarme y porque veo que estás medio cansado, acéptame unas napolitanas con puré.

—Ufff... si, por favor.

—Buenisimo. ¿Queres ir a la tele y poner música?

—Voy, hoy estoy con ganas de escuchar algo mío así que con permiso que voy a deleitar tus oídos. —me reí echando la cabeza para atrás.

—Con gusto y placer, por favor. —le deje el control del tele para volver a la cocina y empecé a hacer la comida al momento que empezaba a escuchar un tema suyo.— Uy, que lindo. ¿Como se llama?

—Relámpagos, nena. —dijo volviendo a mi lado mientras lavaba y pelaba las papas mientras yo preparaba la mezcla para hacer las milanesas, bailaba al ritmo de la canción y Guido cantaba por lo bajo al lado mío.— Un poco esclavo, un poco prededor, un poco loco un poco sabio, mi amor. Pero si hay algo que te puedo pedir tus satisfacciones son para mi. 

Agarro una de mis manos para hacer que de una vuelta mientras nos reíamos. Dios mío, qué íbamos a hacer con este tipo.

Asiduo | Guido SardelliWhere stories live. Discover now