—¡Felicidades! —gritaban mis amigos y familiares mientras me abrazaban fuerte y yo no sabía si llorar, reírme o gritar.
—Muy bien, hermana. Un diez de diez, sos una genia. Te amo. —me dijo Barbarita mientras me abrazaba fuerte.— Falta un pasito nomas. Estoy muy orgullosa de vos.
—¡Siii! Perrita malvada. —dijo Flor mientras saltaba y se unía a nuestro abrazo.— Te amo, boluda. Que capa que sos.
—Llegue, llegue... ¿y? —preguntaba Anto agitada que se había escapado unos minutos antes del trabajo para venir.
—¡Un diez, amiga! —grite y volvimos a festejar todas.
Eran las siete y media así que nos fuimos las cuatro, Anto, Flor, Barbi y yo a mi casa a comer como habíamos quedado. Estábamos en el patio, se escuchaba Muévelo de Los Piojos de fondo mientras charlábamos animadas en la mesa del patio. Todas en la ronda fumábamos, a excepción de Bar.
—Hijas de puta, una chimenea son. —dijo espantando con sus manos el humo que ibas hacia su cara y se corrio de lugar.
—Yo te dije de cambiar de lugar y no quisiste. —le dijo Anto mientras le cambiaba el lugar, pero el viento parecía reírse de mi amiga porque él humo la seguía haciendo que nos riamos todas de nuevo.— Ay, amiga, que lindo. —chilló mientras me abrazaba.— Falta nada y ya podes arrancar con toda. Yo tengo unas ganas de recibirme.
—Todo a su tiempo, amiga. Vas a ver que vas a llegar. Aparte psicología es larguísimo, hermana. Y más el laburo es un huevo.
—Si, encima tu jefe ni te da los días. Así que cuando te recibas tiramos la casa por la ventana. —dijo Flor que siempre pensaba en joda.
—Vos, nena, tenes que terminar la secundaria; no te hagas la boluda.
Flor chasqueó la lengua revoleando los ojos.— Una paja me da, yo ya tengo trabajo y me va bien. Chau. —entró después de apagar su cigarro a llevar las cajas de pizza y traer más birras frías.
—Che, querida... nunca más nos hablaste de Facu... —me dijo Bar.
—¿Para qué?
—Que se yo, ¿no lo viste más?
—Es complicado, amiga.
—No es muy complicado, te garchaste a dos hermanos y uno se enganchó mal. —me cargo Anto haciendo que nos carcajeemos un poco.
—Cállate, estupida.
—Ay, para... conta que yo no se. —me pido Anto mientras se removía en su lugar y yo soltaba un suspiro apagando el pucho en el cenicero que había en medio de la mesa mientras me sentaba chinito en el banco.
—Nada, en diciembre, o sea el que pasó; me hablo Nicolas, un chico re divino que me venía reaccionando a las historias y me ponía like en todo. La cuestión es que en enero nos vimos, para su cumpleaños, el cinco de enero creo que fue... cuestión que fue media rara la cita. —me reí por lo bajo mientras los recuerdos venían a mi.— me acuerdo que llegué a la casa, vivía con los papás y sus hermanos; pasamos al quincho, me pasó una birra y le dije feliz cumpleaños, que se yo; me dijo que si sabía cuántos años cumplía y le dije que no sabía, obvio salió con el jueguito ese de "¿cuánto me das?" Y le dije que no más de veintisiete y me dijo que cumplía treinta y uno, ni se le notaba. Así que nos pusimos a charlar y en una me pregunta si le tengo miedo a la muerte...
—Ah, rarísima la pegunta. —acotó Anto que me estaba escuchando atentamente.
—Si, si, súper rara. Le dije que no porque si me quedaba con eso no iba a vivir nunca en paz, porque capaz no me encargo de vivir a full este momento y mañana me choca un camión, o sea... nunca se sabe cuando te puede llegar la hora, es muy impredecible la muerte en si, sabes que va a llegar pero no cuando va a llegar y que en algún punto tenerle miedo genera una ansiedad tremenda. Y me dijo que él si, que era algo que pensaba constantemente y más en el día de su cumpleaños. Eso después tiene una explicación. —dije poniéndole un párate a la historia.— Bueno, empezamos a chapar, y cuando fuimos a garchar: primero que nada, fue tipo cinco segundos y ya, yo pensé que me estaba jodiendo, pero no; garchamos en el piso en un colchón en el quincho. Nos pusimos a hablar y entró el hermano hasta la puerta, llegue a taparme justo y el loco se fue. Después Nicolás me decía que hacía un tiempo le pasaba eso de que no se le pare del todo y acabar enseguida, y yo le dije que capaz era yo y me dice nah, si no se me llegaba a activar con vos me tenía que retirar mira lo que sos....
—Esa es mi amiga, potra.
—... Bueno cuestión que seguimos charlando y después me fui y él quería que me quede pero no, ni loca. Así que me fui y de ahí charlábamos de vez en cuando. A las dos semanas mi hermano me dice que si quería caer a la casa de Dante, que estaban los chicos y le dije que si, así que fui y estaba el hermano de Nicolás, Facundo... en mi cabeza de ebria tarada la idea de ser simpática con el hermano para caerle bien y que se yo para que, se ve que me zarpe en simpática y me lo termine agarrando. Volví a casa esa noche re arrepentida, porque Facu ni sabia que era yo, y con Nico me seguía hablando espontáneamente y no sabía si invitarlo a hacer algo o no. Hasta que en una le dije si quería tomar algo y me dijo que no, que tenía que ir a hacerse unos análisis y le pregunte de que y me termino contando que tenía leucemia, bah tiene pero controlada... así que medio me sentí una poronga... y ahí se explica el por qué de su miedo a la muerte. —Anto asentía de acuerdo conmigo.— Pero no pare. —ahora nos reímos como unas pelotudas.— porque seguí hablando con Facundo. Me lo garche... —mi amiga me miro y yo levante los pulgares.— No fue el mejor, peeero... se defiende muy bien. Y así hasta que le termine contando y medio nos distanciamos. No me jodio pero lo que sí me rompió las bolas fue que nos cruzamos en una joda de amigos en común y el flaco se acercó, mamado, a decirme que quería hablar conmigo. Me termino diciendo que yo le gustaba muchísimo, pero que no podía, que el hermano, y toda la mar en coche. Hasta ese entonces yo no había sentido nada, pero que me diga esas cosas me genero algo como buena boluda que soy y la siguiente joda que nos vimos le termine diciendo que yo también sentía cosas, y se invirtieron los papeles porque me rechazo y yo termine hecha concha. —sonreí mientras mi amiga se cagaba de risa para después darle un trago a mi lata de birra.— Cosa de pendeja borracha. Ya re fue, aparte creo que está con Valentina de nuevo, y me parece perfecto porque se los re veía juntos. Que se yo. Ya fue.
—¿Ya fue?
—Si, amiga. Nunca más me meto ahí. Encima no sabes, me siguió la hermana y me hablo tipo re amigas mal. No se que le pasa a esa familia conmigo. —ambas nos reímos.
Conversaciones que teníamos con mis amigas. Mucha variedad pero siempre con el chongo en la boca. El tema fue mirar para arriba y ver a Guido asomado, asintiendo para después sonreírme medio burlón y meterse adentro.
Que hijo de puta, escucho todo.
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Asiduo | Guido Sardelli
Fanfiction¿Qué tanto podía afectar a su vida coridiana cruzarse con este tipo? ¿Lo ordinario y lo extravagante? ¿Lo asiduo y lo novedoso?