Capítulo 2: Entre las Sombras de Qinghe

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La noticia del regreso de Nie Fenghua recorrió la fortaleza del Clan Nie como fuego arrasando un bosque seco. Los discípulos susurraban, los sirvientes especulaban, y hasta los más antiguos miembros del clan se mantenían expectantes. Era como si un fantasma hubiera vuelto a la vida, trayendo consigo una ola de incertidumbre y cambio. Pero más que eso, el regreso de Fenghua marcaba el inicio de un capítulo que pondría a prueba no solo los lazos de sangre, sino también el destino del Clan Nie.

Esa noche, los tres hermanos se reunieron en la sala principal de la fortaleza, un lugar reservado para discusiones de la mayor importancia. Las llamas de las antorchas bailaban en las paredes, proyectando sombras largas y ominosas. Nie Mingjue estaba sentado en el lugar del jefe del clan, su postura rígida, mientras Huaisang se encontraba a su lado, jugueteando nerviosamente con su abanico. Frente a ellos, Fenghua, que ahora vestía las ropas ceremoniales del clan, parecía lista para responder todas las preguntas que ambos hermanos tenían.

—Fenghua —comenzó Mingjue, con la misma severidad que solía mostrar en todos los asuntos importantes—. Debes entender que tu regreso, aunque bienvenido, no es algo que pueda aceptar a ciegas. Te creímos muerta. ¿Cómo sobreviviste realmente?

Fenghua suspiró, su mirada oscura fija en el fuego que ardía en el centro de la sala. Por un momento, el peso de los recuerdos parecía agobiarla, pero pronto recobró la compostura y alzó la vista para enfrentarse a sus hermanos.

—La emboscada que sufrimos cuando éramos niños fue planeada por los Wen —empezó, con voz grave—. Su intención no era simplemente atacar, sino eliminar al linaje Nie. Padre logró salvarme, pero en el caos de la batalla me perdí en las montañas. Fui rescatada por un cultivador errante, alguien que había sido expulsado de su propio clan. Bajo su tutela, aprendí a sobrevivir y a fortalecerme. Fue una vida dura, pero me mantuvo con vida.

—¿Y por qué no regresaste antes? —intervino Huaisang, con una mezcla de curiosidad y cautela. A pesar de su naturaleza más despreocupada, sabía que algo más profundo se escondía tras las palabras de su hermana.

—No fue tan simple —respondió Fenghua—. Estuve en movimiento constante, huyendo de los mismos Wen que querían asegurarse de que no quedara ningún heredero del Clan Nie. Fue solo cuando su clan fue destruido que pude regresar. Pero incluso entonces, había otras fuerzas en juego. —Su mirada se endureció—. El Clan Jin está tramando algo, y no solo contra el Clan Nie. Algo oscuro se está gestando en el mundo cultivador, y lo que he visto en estos últimos años me ha convencido de que necesitaremos estar más unidos que nunca.

Nie Mingjue permaneció en silencio, procesando cada palabra con cuidado. No era hombre de dejarse llevar por las emociones, y aunque el regreso de su hermana tocaba una fibra profundamente personal, no podía permitirse el lujo de ser ingenuo. El mundo cultivador estaba lleno de traiciones y manipulaciones, y había aprendido que hasta el más pequeño error podía costarle la vida a su clan.

Finalmente, alzó la mirada y fijó sus ojos en Fenghua.

—Si los Jin están tramando algo, como dices, no podemos actuar sin pruebas —respondió, su tono firme, pero reflexivo—. Necesitamos más que solo rumores para enfrentarnos a ellos. Un paso en falso podría llevarnos al borde de la guerra.

Fenghua asintió, entendiendo la cautela de su hermano. Sabía que Mingjue era un líder sabio y que no se lanzaría a una confrontación sin antes asegurarse de que todas las piezas estaban en su lugar. Sin embargo, también sabía que el tiempo jugaba en su contra.

—No estoy sugiriendo que ataquemos ahora —replicó Fenghua—. Pero necesitamos prepararnos. Debemos fortalecer nuestras alianzas y asegurarnos de que el Clan Nie no esté solo si los Jin deciden moverse en nuestra contra. Los Wen ya no son una amenaza, pero los Jin tienen más poder de lo que aparentan. Sus alianzas son profundas, y su ambición, ilimitada.

Huaisang, quien había estado en silencio hasta entonces, rompió su habitual postura despreocupada y añadió con un tono de preocupación:

—Si los Jin están involucrados en artes oscuras, eso cambia las reglas del juego. Necesitamos estar seguros de lo que enfrentamos. No solo tenemos que prepararnos para una batalla política, sino también para algo mucho más peligroso… algo que quizás no podamos comprender del todo.

Nie Mingjue asintió lentamente, sopesando las palabras de sus hermanos. Los Jin siempre habían sido un clan calculador, pero si estaban jugando con fuerzas más allá de lo común, el equilibrio del mundo cultivador podría estar en riesgo. Y los Nie, con su legado basado en la fuerza y la rectitud, tendrían que enfrentarlo de frente, como siempre lo habían hecho.

—Entonces, tenemos un camino a seguir —dijo finalmente Mingjue, levantándose de su asiento—. Fortificaremos el clan, y nos aseguraremos de estar listos para lo que venga. Mientras tanto, necesitaremos más información. Huaisang, tú te encargarás de investigar más sobre los movimientos de los Jin. Fenghua, tú ayudarás a reforzar nuestras defensas y a entrenar a los discípulos. Si lo que dices es cierto, cada uno de ellos debe estar listo para lo que sea.

Fenghua asintió, sabiendo que su lugar estaba nuevamente en el campo de batalla, pero no pudo evitar notar la leve vacilación en los ojos de Huaisang. Su hermano menor, aunque astuto, siempre había evitado el conflicto directo. Sin embargo, en momentos como este, no habría lugar para evitar responsabilidades.

—Haré lo que sea necesario —respondió Huaisang, guardando su abanico y dejando ver una determinación oculta tras su habitual apariencia relajada.

—Que así sea —dijo Mingjue, su voz resonando con la autoridad de un líder nato—. El destino de Qinghe depende de nuestra unidad. No hay espacio para errores.

Los tres hermanos compartieron una última mirada antes de que la reunión terminara. Había un entendimiento silencioso entre ellos, un lazo que, aunque había sido puesto a prueba por el tiempo y las adversidades, seguía siendo fuerte. Sin embargo, las sombras que se cernían sobre ellos eran más oscuras de lo que cualquiera de los tres podía prever. Y mientras se preparaban para enfrentar lo que venía, cada uno tendría que luchar no solo contra los enemigos externos, sino también contra los demonios que habitaban en su propio interior.

Con las primeras luces del amanecer, los tres Nie sabían que la tormenta se acercaba. Y esta vez, no solo pondría a prueba sus habilidades en el campo de batalla, sino también la fortaleza de los lazos que los unían como familia.

La Nie PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora