La Nie Perdida

Capítulo 4: Alianzas Frágiles

La luna llena brillaba sobre Qinghe, bañando la fortaleza del Clan Nie con una luz pálida y fantasmal. En el interior de los altos muros, los tres hermanos estaban inmersos en la planificación de su siguiente movimiento. Sabían que debían actuar rápido, pero también que cualquier error podría significar la caída no solo de su clan, sino del equilibrio del mundo cultivador.

Nie Mingjue se encontraba de pie junto a una mesa en la que había desplegado un mapa de las tierras cultivadoras, señalando las posiciones estratégicas de los clanes. Fenghua y Huaisang lo acompañaban, cada uno sumido en sus pensamientos mientras analizaban las posibles rutas a seguir.

—El Clan Lan es nuestra mejor opción para una alianza sólida —dijo Mingjue, señalando la región de Gusu—. Lan Xichen es honorable y no dudaría en unirse a nosotros si supiera que los Jin están jugando con fuerzas oscuras.

Fenghua asintió, pero su mirada estaba fija en otra parte del mapa.

—Lan Xichen es confiable, pero no es el único que deberíamos considerar. Wei Wuxian tiene un profundo conocimiento de las artes oscuras. Si los Jin están manipulando ese tipo de poder, él sería una pieza clave para contrarrestar su magia. Sabemos que el Clan Jiang es leal a la justicia, pero Wei Wuxian… su camino es más incierto.

—Wei Wuxian es poderoso, pero su influencia sobre Jiang Cheng puede ser un problema —respondió Huaisang, doblando su abanico con un clic—. El Clan Jiang ha sufrido mucho, y Jiang Cheng no siempre sigue el mismo camino que Wei Wuxian. Debemos tener cuidado al contar con ellos.

Nie Mingjue frunció el ceño. Sabía que tenían razón. A pesar de sus buenas relaciones con Jiang Cheng y Lan Xichen, cada uno de ellos tenía su propio camino y sus propios intereses. Convencerlos no sería fácil.

—No tenemos opción —dijo finalmente Mingjue—. Los Jin están moviéndose rápido. Si no actuamos pronto, podrían consolidar su poder. Necesitamos a Lan Xichen y a Wei Wuxian para equilibrar la balanza.

Fenghua se enderezó, su mirada decidida.

—Entonces iré a Gusu. Hablaré con Lan Xichen personalmente y le contaré lo que hemos descubierto. Si puedo convencerlo, será un gran aliado. Después de todo, Gusu Lan no tolera la corrupción.

—Yo iré a Yunmeng —anunció Mingjue, sorprendiéndolos a ambos—. Wei Wuxian es un amigo, y aunque Jiang Cheng puede ser difícil, debo intentarlo. Ambos clanes deben unirse a nosotros si queremos tener alguna oportunidad contra los Jin.

—Y yo… —empezó Huaisang, antes de detenerse. Él no era como sus hermanos. No era un guerrero ni un estratega. Pero sabía que su mente afilada sería útil en otros aspectos—. Permaneceré aquí y reuniré más información. Necesitamos saber todos los movimientos de los Jin antes de que puedan actuar. Además, si algo sale mal, Qinghe no puede quedarse sin liderazgo.

Mingjue asintió, satisfecho con el plan.

—Muy bien. Partimos al amanecer.

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A la mañana siguiente, el sol apenas había comenzado a asomarse sobre los picos montañosos cuando Fenghua y Mingjue se preparaban para partir hacia Gusu y Yunmeng. Huaisang los despidió en la puerta principal, su rostro inusualmente serio.

—Cuídense —dijo con una pequeña sonrisa, pero su preocupación era evidente—. No confíen en nadie fuera de los clanes. Los Jin tienen ojos en todas partes.

Fenghua asintió, montando su caballo con la elegancia de una guerrera curtida en la batalla.

—No te preocupes, Huaisang. Hemos enfrentado peligros peores. Nos volveremos a ver pronto.

Mingjue, a su lado, le dio una última mirada a su hermano menor.

—Mantén Qinghe a salvo. Si los Jin intentan algo mientras estamos fuera, no dudes en actuar.

Con esas palabras, los dos cabalgaron hacia el horizonte, dejando a Huaisang solo en la puerta de la fortaleza. Él se quedó observando hasta que desaparecieron de vista, sus pensamientos girando en espiral. Sabía que la responsabilidad que recaía sobre sus hombros no era menor, y aunque no era un guerrero como Mingjue o Fenghua, su papel sería crucial en lo que estaba por venir.

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El viaje de Fenghua a Gusu fue rápido, pero no menos tenso. Sabía que las montañas que separaban Qinghe de Gusu eran peligrosas, especialmente si los espías de los Jin la seguían. Sin embargo, su preocupación principal era la reacción de Lan Xichen. Aunque siempre habían sido aliados, la relación con Gusu Lan era delicada, especialmente cuando se trataba de asuntos relacionados con las artes oscuras.

Cuando finalmente llegó a las puertas de la residencia de la secta Lan, fue recibida con el respeto habitual, pero también con cautela. Los discípulos de Gusu siempre eran estrictos con sus reglas, y Fenghua, con su naturaleza más rebelde, no siempre se había llevado bien con ellas.

Lan Xichen la recibió en uno de los jardines privados del lugar, rodeado de flores de loto. Su rostro sereno era un reflejo de la calma que siempre transmitía, pero Fenghua sabía que él también estaba preocupado por la situación en el mundo cultivador.

—Es un placer verte de nuevo, Nie Fenghua —saludó Lan Xichen con una leve inclinación de cabeza—. Pero intuyo que no has venido solo por cortesía.

—Tienes razón —respondió Fenghua sin rodeos—. Hay algo muy serio en marcha, y necesitamos tu ayuda. El Clan Jin está tramando algo peligroso, y creemos que está relacionado con las artes oscuras. Si no actuamos pronto, podría ser el fin del equilibrio en el mundo cultivador.

Lan Xichen frunció levemente el ceño, pero mantuvo su habitual compostura.

—El Clan Jin siempre ha sido ambicioso, pero si lo que dices es cierto, no podemos permitir que algo así suceda. Sin embargo, para actuar, necesito pruebas claras. Los Lan no tomamos decisiones precipitadas.

Fenghua asintió. Sabía que convencer a Lan Xichen no sería fácil, pero había visto el peligro con sus propios ojos. Ahora, tendría que usar todas sus habilidades para mostrarle que la amenaza era real.

Mientras tanto, en el otro extremo del mundo cultivador, Nie Mingjue llegaba a Yunmeng, donde lo esperaba un desafío aún más grande: convencer a Wei Wuxian y Jiang Cheng de que la alianza era necesaria, a pesar de sus diferencias.