02.

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LISA

ESTABA SENTADA EN LA SILLA FRENTE a la computadora, la guitarra eléctrica descansando en mis piernas, buscando ese maldito sonido perfecto que se me escapaba cada vez que creía tenerlo. Toqué un acorde más, pero nada. Suspiré frustrada mientras los tonos retumbaban en los audífonos.

Al otro lado de la habitación, Vicky estaba tirada en mi cama, revisando su teléfono con la misma calma que siempre llevaba. Su cabello platinado contrastaba con las sábanas oscuras, y de vez en cuando la miraba de reojo, tratando de no perderme en la distracción que era verla tan tranquila.

—Oye, ¿qué te parece esto? —dije, tocando algunas notas, aún sin estar segura.

—Está chillin', pero, ¿no te suena como a lo mismo de siempre? —respondió Vicky, levantando una ceja, siempre directa, siempre brutalmente honesta.

—¡Eso es lo que me frustra! —exclamé, soltando un suspiro y apartando la guitarra a un lado—. Siento que no llego a donde quiero, que no lo estoy logrando.

Vicky bajó el teléfono y me miró con una sonrisa ladeada.

—Tú siempre quieres hacer las cosas tan complicadas, cabrona. ¿Por qué no te relajas y dejas que fluya?

—¿Relajarme? —bufé, cruzando los brazos—. Estoy tratando de escribir algo que de verdad diga lo que siento y nada me sale.

Me dejé caer hacia adelante, apoyando la cabeza en su estómago, frustrada.

—No sé qué hacer ya.

Vicky soltó una carcajada suave, mientras comenzaba a acariciarme el cabello.

—Nena, estás pensando demasiado. Deja que las palabras lleguen solas, no las fuerces —dijo, con ese acento tan puertorriqueño y calmado, como si el mundo no se estuviera derrumbando en mi cabeza.

La miré desde donde estaba apoyada y, de repente, me entró una desesperación tan fuerte que me lancé sobre ella. La guitarra cayó al suelo, y me tiré encima de Vicky, cubriéndola con mi cuerpo.

—¡¿Qué carajo haces, loca?! —gritó ella, riendo mientras intentaba zafarse.

—Buscando inspiración —respondí, riendo mientras empezaba a darle besos por toda la cara—. ¿Te parece simple esto?

Vicky dejó de intentar zafarse de mí y, en cambio, me envolvió con sus brazos. Me acomodé sobre su pecho, escuchando el latido rápido de su corazón, lo que me hizo sonreír aún más.

—Marica, se te va a salir el corazón —dije en tono de burla, levantando la cabeza para mirarla. Ella solo me dio un leve jalón en mi cabello rizado.

—¡Coño, e' tu madre! ¡Mis rizos, los definí hoy! —protesté, tratando de esconder mi risa, pero ella se reía también, dejándome un beso suave en la frente.

Me acurruqué nuevamente, disfrutando de ese breve momento de paz mientras mi mente seguía divagando. Sin darme cuenta, empecé a tararear una melodía que se me había quedado pegada:

I burn for you, And you don't even know my name. If you asked me to, I'd give up everything
To be.

Vicky me miró desde abajo, con esa mezcla de curiosidad y admiración que me hacía sentir mariposas en el estómago.

—Acho, eso suena demasiado bien —me dijo, y al escucharla, me incorporé rápidamente.

—¡Espera, espera, tengo que apuntarlo! —dije, corriendo hacia la mesita donde estaba mi cuaderno. Agarré un bolígrafo y escribí la frase con rapidez, todavía sintiendo el calor de su mirada en mi espalda.

Vicky se levantó lentamente de la cama, se acercó y se apoyó en el marco de la puerta mientras me veía escribir.

—Tienes un talento pa' esto, ¿sabes? No sé cómo lo haces, pero siempre terminas sacando algo brutal.

La miré de reojo y sonreí, sintiendo ese empujón de confianza que siempre me daba. Volví a concentrarme en las palabras, moviendo la pierna con impaciencia.

—Es fácil cuando te tengo cerca —respondí sin pensar demasiado, y cuando me di cuenta de lo que había dicho, sentí cómo se me calentaban las mejillas—. Y lo aprendí de ti.

Vicky rió suavemente.

—Pues parece que tienes bastante material, nena. Solo sigue, que aquí estoy —me dijo con una sonrisa torcida antes de desaparecer por la puerta.

Me quedé mirando el cuaderno y, por primera vez en todo el día, las palabras empezaron a fluir.

Sus palabras resonaban en mi cabeza mientras mi mano trazaba líneas rápidas en el cuaderno. No había forma de negar que todo fluía mejor cuando ella estaba cerca, aunque se empeñara en ser más seca que el desierto de Atacama.

Con el bolígrafo en la mano, seguí escribiendo, tarareando la melodía que me había surgido mientras apuntaba la letra:

"I burn for you
And you don't even know my name
If you asked me to
I'd give up everything..."

Estaba tan inmersa en el proceso que ni siquiera escuché cuando Vicky volvió a entrar en la habitación. Sentí su presencia solo cuando se apoyó de nuevo en el borde de la cama, observándome en silencio.

—¿Qué más tienes? —preguntó en voz baja, casi como si no quisiera interrumpir mi momento.

Me giré para mirarla, un mechón de su cabello platinado cayendo sobre su rostro. Me mordí el labio, tratando de pensar en algo más que sonara bien, pero las palabras no llegaban tan rápido como antes.

—No mucho —admití—. Solo esa línea, y luego... nada.

Ella ladeó la cabeza, como si estuviera analizando algo.

—Déjalo por ahora, no lo fuerces —me aconsejó—. Cuando menos lo pienses, te va a salir algo brutal.

—Siempre dices lo mismo —respondí, sonriendo, pero dejé el bolígrafo en la mesita, aceptando que, tal vez, tenía razón.

Me acerqué a ella y me dejé caer en la cama a su lado, tumbándome boca arriba mientras miraba al techo.

—¿Sabes? —empezó a decir, con ese tono tranquilo que siempre usaba cuando estaba a punto de soltar algo importante—. A veces creo que ya escribiste esa canción. Solo que no te has dado cuenta todavía.

Giré la cabeza para mirarla, intrigada.

—¿Cómo que ya la escribí?

—Sí —dijo Vicky, encogiéndose de hombros como si fuera lo más obvio del mundo—. Siempre andas tarareando pedacitos de cosas, fragmentos de ideas. Pero cuando te juntas todos esos pedazos, te das cuenta de que ya tienes algo ahí. Solo tienes que unirlos.

La miré fijamente, pensando en lo que acababa de decir. Sabía que tenía razón, pero no quería admitirlo tan fácil.

—Tal vez. Pero, ¿cómo los uno?

Vicky me lanzó una mirada cómplice, como si tuviera una respuesta que yo no esperaba.

—Eso, baby,  It's your job. Yo solo soy la que te aguanta la frustración.

Me eché a reír, golpeando suavemente su brazo.

—Eres tan útil, Tori, de verdad —dije, sarcásticamente.

Ella sonrió y, sin decir nada más, se inclinó hacia mí, plantándome un beso rápido en la frente antes de recostarse a mi lado.

—Cuando lo termines, ya sabes a quién se lo vas a cantar primero —murmuró, cerrando los ojos, como si estuviera planeando una siesta mientras yo seguía dándole vueltas a esa canción que empezaba a tomar forma.















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holiiii, espero les guste no olviden votar y comentar, BESOS, NIX💗

DELICATE (Young miko) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora