DELICATE (Young miko)

04.

LISA

YA HABÍA TERMINADO DOS CANCIONES, y la verdad es que no me sentía inspirada para seguir. Así que me dejé caer en la cama, viendo el techo de mi habitación, aburrida. Podía escuchar a lo lejos el sonido de la televisión en la sala, pero no me provocaba salir. Después de unos minutos, decidí que no podía más con el silencio. Me levanté, salí de mi cuarto y me dirigí al de Vicky.

La encontré acostada, con los auriculares puestos y una expresión relajada en su rostro. Parecía que estaba en su propio mundo, pero no me importó interrumpir.

—Tú, ¿me donarías un riñón? —solté de repente, mientras me apoyaba en el marco de la puerta.

Vicky levantó una ceja y se quitó los audífonos lentamente, mirándome como si no hubiera entendido la pregunta.

—¿Qué?

—Ya sabes, si un día necesito un riñón. ¿Me donarías el tuyo? —repetí, acercándome para sentarme en el borde de la cama.

—¿Qué carajo te pasa? —dijo ella, soltando una risa corta, pero todavía confundida.

—Solo pregunto. Es una cuestión de vida o muerte. —respondí, tratando de sonar seria.

Vicky me miró por un segundo como si realmente estuviera pensándolo. Luego se encogió de hombros y se estiró en la cama.

—Acho, no sé. ¿De qué riñón estamos hablando? ¿El bueno o el malo?

Me reí y me tiré a su lado, mirándola con las manos detrás de mi cabeza.

—Pues, el bueno. ¿Me dejarías morir por no darme el bueno? —insistí, esperando que dijera algo más.

—Tú sabes que te quiero, pero me estás poniendo en un aprieto, baby. —dijo ella, cruzando los brazos y mirándome de reojo.

Nos quedamos en silencio un momento. Luego, me giré hacia ella, lista para la siguiente pregunta.

—¿Si solo pudieras comer una cosa por el resto de tu vida, qué sería? —pregunté, ignorando el hecho de que acabábamos de tener una conversación sobre la posibilidad de que yo necesitara un riñón.

Vicky se tapó la cara con una almohada y murmuró:

—Puñeta, ¿por qué tú siempre vienes con preguntas tan random?

—Porque estás aburrida y yo también. Contesta.

Ella se destapó, suspirando.

—Mofongo, duh. ¿Tú?

—Arepas, obvio. —dije, sin pensarlo demasiado.

Nos reímos las dos, y por un momento, todo se sintió ligero. Me apoyé más cerca de ella, disfrutando de la paz que siempre me daba estar así, sin preocupaciones. Pero sabía que iba a seguir con mis preguntas.

—Y... ¿si te ofrecieran un millón de dólares por no verme nunca más?

Vicky me miró con una mezcla de incredulidad y risa, como si la idea le pareciera tan ridícula que no valía la pena considerarla.

—Ay, Lisa, eres tan anormal.

Nos reímos hasta que el aire se volvió más denso, pero la comodidad entre nosotras nunca se iba. Yo seguía encima de Vicky, todavía aguantando mis locuras.

—Ok, ¿qué prefieres: nunca más escuchar música o nunca más verme? —pregunté, riéndome, pero sabiendo que le iba a costar contestar.

Vicky me miró como si mi pregunta fuera demasiado tonta para tomarla en serio. Se inclinó hacia adelante, apoyando la cabeza en la cama por un segundo, y luego me miró otra vez, más seria esta vez.

—Lisa, si sigues preguntando esas cosas, te voy a tener que botar de aquí —dijo, pero en su voz había un tono más bajo, más profundo.

Me quedé callada por un momento, retándola con la mirada, esperando a ver si era verdad que me iba a echar. Pero en vez de eso, ella me agarró de la cintura y, con un movimiento rápido, me subió completamente encima de ella, sin ninguna advertencia. Quedé montada en sus caderas, y las risas desaparecieron de inmediato.

Vicky me miró fijo, con esa intensidad que hacía que todo mi cuerpo reaccionara. Sus manos estaban ahora en mis piernas, sujetándome, pero no apretaba; solo esperaba, observando mis movimientos. No hacía falta decir nada. Sabíamos exactamente lo que estaba pasando entre nosotras en ese momento.

Me mordí el labio, nerviosa, y sentí cómo su mirada bajaba a mi boca. La tensión era tan obvia que hasta me daba risa, pero también me aceleraba el corazón.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté en voz baja, aunque era obvio lo que ambas queríamos.

—Nada, tú viniste pa' acá. —respondió ella con una leve sonrisa, subiendo una mano a mi espalda, como si quisiera acercarme más.

El silencio entre nosotras se llenó de mil palabras no dichas, de recuerdos de aquellas noches donde todo se había quedado ahí, sin ir más lejos. Me incliné hacia ella, acercándome, y sus ojos siguieron fijos en mis labios, tentándome a hacer lo que llevábamos años evitando.

Justo cuando la distancia entre nuestros labios se hacía más corta, la puerta se abrió de golpe. Salté un poco y miré hacia la entrada, donde estaba Mariana parada con una expresión de sorpresa en la cara.

—Acho, no quería molestar. —dijo rápido, levantando las manos como si estuviera retrocediendo en cámara lenta.

Me bajé de Vicky de inmediato, sintiendo el calor en mis mejillas. Vicky solo se rió entre dientes, sin moverse ni un centímetro, como si nada hubiera pasado.

—Tranquila, Mari. No pasó na'. —respondió Vicky con calma, pero con esa mirada juguetona que me hizo querer enterrarme en la cama.

—Puñeta, qué timing el mío —soltó Mariana, antes de desaparecer de la puerta en un segundo—. Si las dejo solas, me avisan.

Escuchamos sus pasos alejarse, y yo me dejé caer al lado de Vicky, soltando un suspiro nervioso mientras ella seguía riéndose.

—¿Tú te lo gozas, verdad? —le dije, dándole un empujón suave en el brazo.

—Acho, no te pongas nerviosa, mami. —contestó Vicky, volteándose hacia mí, con una sonrisita de lado—. No pasó nada, ¿o sí?

—Nada... que tú quieras admitir. —repliqué, girándome también para verla de frente.

Me quedé callada, pensando en lo cerca que habíamos estado.

HOLAAAAAAA, aquí ando perdón por no actualizar the story of us es que me he quedado bloqueada, tengo la idea del capítulo pero no sé cómo hacerlo avanzar, so ténganme un poquito de paciencia porfissss😭😭😭 nothing else to say

BESOS, NIX💗

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(nixm.oon)