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MIKO

NO SE QUE CARAJO TIENE Lisa con esos besitos por toda la cara, pero siempre me saca una sonrisa, aunque yo me haga la seca. Su energía es otra cosa, un contraste total conmigo. A veces pienso cómo es que aguanto estar con alguien tan diferente, pero ahí estaba, escribiendo sus canciones mientras yo la miraba desde la cama.

Decidí dejarla tranquila con su música y me fui para la cocina. Cuando llegué, los chicos ya estaban cocinando. Mariana revolvía algo en la olla, y Jonuel y Mauro discutían, como siempre, sobre qué película íbamos a ver.

—Dímelo, Vicky, ¿qué es la que hay? —preguntó Jonuel desde el counter, con esa sonrisa de siempre.

—Aquí, luchando con Lisa, que jura que va a sacar el próximo hit —contesté, riendo por lo bajo.

Mariana soltó una risa mientras movía la olla.

—Dale un break, chica, que tú sabes que la baby tiene talento. Siempre termina con algo cabrón —me dijo, pasándome la cuchara pa' que probara.

Probé la salsa y asentí. Estaba bien dura.

—Sí, talento tiene, pero se frustra bien rápido —le respondí, recostándome en el counter, viendo cómo seguía cocinando.

—Y tú no te frustras cuando no te salen las rimas, ¿eh? —se metió Mauro desde el sofá, con esa risita burlona que siempre tenía.

Lo miré con los ojos entrecerrados, pero no pude evitar soltar una sonrisa.

—Acho, obvio. Pero yo lo disimulo mejor. Cuando ella se frustra, se me trepa encima y empieza a darme besitos como si fuera una nena chiquita —les conté, riéndome mientras lo decía.

Se rieron, y yo también. Aunque siempre me hacía la seca, la verdad es que adoraba esos momentos.

Un rato después, Lisa entró a la cocina, con esa cara de concentración que ponía cuando estaba metida en su música. Me le acerqué y la jalé para darle un abrazo, pegándola a mí.

—¿Qué pasa, baby? —le pregunté bajito, tratando de bajarle un poco la intensidad.

Ella se dejó caer en mis brazos, suspirando como si el abrazo fuera justo lo que necesitaba.

—Nada, pero creo que necesito un break. Estoy volviéndome loca con esa maldita canción —murmuró, dejando su cabeza caer en mi hombro.

Le di un besito en la frente.

—Tranquila, que tú siempre sacas algo cabrón. Solo déjalo fluir, ya tú verás —le dije, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba.

—Vamos a comer, y después ver una peli —gritó Mariana, cambiando la vibra al instante—. Nada de pensar en álbumes ni canciones por un rato, ¿ok?

Lisa sonrió, soltándose del abrazo, y empezó a ayudar con la mesa, su energía volviendo a la normalidad.

Me quedé mirándola un momento, pensando en lo mucho que me hacía sentir, aunque yo no lo dijera. Pero eso se quedaba entre yo y yo.

Terminamos de cenar entre risas y conversaciones sobre cualquier cosa menos música. Después de recoger todo, nos movimos a la sala. Jonuel y Mauro ya estaban "decididos" qué película poner mientras Mari los ignoraba, sacando palomitas del microondas.

Lisa se sentó en el sofá, dejándose caer junto a mí, y sin pensarlo mucho, me rodeó con sus brazos, apoyando su cabeza en mi pecho. Siempre hacía eso, buscando ese contacto, y aunque yo no era muy fan de los abrazos en público, con ella era diferente. Le pasé un brazo por los hombros, acomodándola más cerca.

DELICATE (Young miko) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora