"Capítulo 4"
Estaba recostada en mi cuarto, observando fijamente una pequeña grieta en el techo, muy cerca de la ventana. Me pregunté como una casa tan lujosa y recién construida podría tener grietas. Entre más atención le dedicaba a esa pequeña fisura, más similitudes encontraba con las grietas que mi corazón tenía. Y es que la vida a veces no te prepara de manera apropiada para lo que pueda suceder en el futuro. Esas grietas, en mi corazón, no se iban a rellenar tan fácil, como la grieta en el techo.
Mientras continuaba ensimismada en mis pensamientos, no me percate de que la puerta de mi cuarto se había abierto. Escuche la voz de mi padre y gire la cabeza para verlo entrar por la puerta. Llevaba una bolsa en su mano izquierda la cual alzó antes de decirme que había traído la cena.
- Traje cena, sushi, tu favorito - dijo con cierto entusiasmo en sus palabras.
Honestamente me pareció muy extraño que papá se tomará la molestia de venir avisarme que había traído cena, siempre enviaba a Lucero, nuestra ama de llaves. Ella era la encargada en avisarme cualquier cosa que mi padre solicitaba.
Me incorporé lentamente y sin ganas. Estaba cansada y solo queria dormir, pero en cuanto le puse suficiente atención observe que mi padre se había afeitado, y no solo eso, su cabello lucia un poco mas corto y bien peinado. Incluso su rostro se notaba limpio, aseado. Vestía unos pantalones negros, una camisa de cuadros, arremangada hasta los codos dejando expuestos sus antebrazos. Llevaba unos zapatos con suela de color camel, y su rolex que nunca soltaba. Fue tanta mi sorpresa que no pude evitar mirarlo con asombro mientras mi boca se abría ampliamente.
- ¿Te arreglaste? - pregunté. Aunque la pregunta estaba demas, pues era mas que evidente que lo habia hecho.
- ¿Como luzco? - dijo dando una vuelta por mi habitación.
Lo mire de arriba abajo anonadada y a la vez un tanto molesta. No sé si estaba siendo egoísta, creo que ni siquiera sabía como reaccionar. Era evidente que mi padre necesitaba cambiar su aspecto, pero... así, tan repentinamente de la nada.
- Bastante bien, supongo - respondí algo confundida.
- Ven, vamos a cenar, y ver películas ¿quieres? - salió de la habitación y como pude me puse de pie y lo seguí. Iba tarareando una melodía armoniosa, incluso iba dando pasitos lentos moviendo sus caderas al ritmo de la melodía.
Cuando llegamos al comedor la mesa ya estaba puesta y ambos tomamos nuestros respectivos lugares. Mientras Lucero nos servía la cena, (el sushi que mi padre había comprado) saque los audífonos de mi bolsillo, por alguna extraña razón mi padre estaba demasiado feliz. Y no es que me molestara su extraña felicidad, pero no queria estar fingiendo en este momento. Me puse ambos audífonos, subí el volumen de la música y me sumergí en ella. Pero a los poco segundos Lucero palpo mi hombro e hizo una señal. Levante la mirada para observar a papá quien seguía sonriendo como adolescente enamorado. Y entonces una punzada en mi pecho me hizo sudar frío.
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"La chica de la sombrilla roja"
RomanceLa edad es solo un número - me repetí una y otra vez. Mis sentimientos por el profesor Agustín habían resurgido desde aquel encuentro. Sus ojos marrones me observaron con delicadeza, sonreí tímidamente, baje la mirada y esperé a que se acercara...