"Capitulo 3"
"La edad solo es un numero que se puede derribar con facilidad"
Habían pasado dos años desde la muerte de mama. Todo era tan diferente, mi vida había dado un giro de trecientos sesenta grados. Ahora cursaba el segundo grado de secundaria. Estaba por finalizarlo con excelentes calificaciones. Algo de lo que mi padre se sentía bastante orgulloso, a un cuando nuestras conversaciones eran cortas y limitadas de información.
Durante las cenas solo nos limitábamos a preguntarnos como nos iba en nuestro día, y cuando cada uno daba su respectiva respuesta, guardábamos silencio y seguíamos comiendo nuestros alimentos. En el fondo me daba la impresión de que mi padre no podía olvidar a mamá, quizás por que él le había fallado, por que muy a pasar de que mi madre lo perdono, él nunca se perdono a si mismo. Y tampoco supo manejarlo. Termino afectándolo mucho más de lo que yo imagine. Sin embargo se esforzaba por mantenerse al pie de la letra y darme un buen ejemplo.
Al finalizar la cena, se ponía de pie se acercaba y besaba mi frente. Y en silencio se dirigía a su habitación. Ensimismado en sus pensamientos, sumergido en sus asuntos personales. Ya no había vida social para él, no existían motivos que levantaran su animo. Había dejado de leer, había dejado de salir con sus amigos. Su imagen pulcra estaba descuidada, hacia mucho que ni si quiera se cortaba el cabello, mucho menos se quitaba la barba. Estaba mas delgado, ojeroso y su piel se veía muy áspera. Ya no era aquel hombre guapo, de radiante belleza y bien vestido. Había perdido su toque. Eso me apenaba mucho por él. Pero yo no podía hacer nada mas, solo no causarle problemas.
Mientras pasaban los días me repetía una y otra vez "La vida sigue" no podía rendirme, y se que mamá no hubiera estado feliz de verme sin ánimos, sin ganas. Aunque muchas veces pensé que ya nada tenia sentido. Sobre todo cuando me sucedían cosas de la cuales no podía contarle tan fácilmente a mi padre.
Un día en clase de matemáticas llego el director con una noticia que nos alegro a muchos. El antiguo profesor de matemáticas por fin se había jubilado. Su avanzada edad ya no lo ayudaba mucho, y en ocasiones terminaba quedándose dormido en clases.
- Buenos días jóvenes - todos nos pusimos de pie y saludamos cordialmente - Pueden tomar asiento - regresamos a nuestros asientos -. Jóvenes, como ya todos saben el profesor Eleazar Méndez, por fin se jubilo. Pero eso no significa que se quedaran sin maestro lo que resta del año -. se giró e hizo una señal. Todos giramos la cabezal en dirección a la puerta. Yo siempre me sentaba al frente del salón. Me gustaba poner atención y odiaba tener que estar preguntando lo que decían por no escuchar bien - Adelante.
Recuerdo que mis ojos se abrieron repentinamente asombrada. Fije la mirada en aquel hombre que caminaba lentamente hacia al director. Para ser maestro era muy joven, unos 25 a lo mucho 26 años. Era muy delgado, de espalda ancha y cintura pequeña. No muy alto, quizás el metro setenta cinco. o un poco más. Piel extremadamente blanca, cabello lacio, oscuro. De ojos marrones. Vestía pantalón negro, una camisa blanca y un chaleco que marcaba lo pequeño de su cintura. Zapatos finos y acharolados. Todo indicaba que era un hombre de clase. Eso era evidente.
- Les presento al profesor de matemáticas Agustín Milani - el hombre saludo y esbozo la sonrisa mas perfecta que mis ojos nunca antes habían visto.
Desde ese entonces no pude apartar la mirada de él. Se había metido en mi cabeza, deambulaba por mis pensamientos y por la noches aparecía en mis sueños. Al principio me incomodaba un poco, después fui descubriendo que él llamaba mucho mi atención. Incluso me costaba trabajo mantenerme cerca de él. Me ponía nerviosa su presencia, a un cuando él ni si quiera lo notara. O al menos eso pensaba yo.
Una mañana me levante con un fuerte dolor abdominal, no le dije nada a mi padre para no agobiarlo. Así que me alisté como todas las mañanas para asistir a clases. Mi cuerpo estaba cambiando, mis senos habían crecido unos centímetros más. Ahora había chicos formados en la fila para pedir mi numero. Mis amigas me decían que debía hacerle caso por lo menos a uno, de todos los chicos que pedían mi Instagram o mi numero de celular. Pero ninguno a excepción de Daniel el chico de 2B, me llamaba la atención. Todos eran niños inmaduros, y se que yo también lo era. Pero odiaba tener que lidiar con tonterías como esas. Evitaba todo lo que tuviera que ver con romance, noviazgo y demás.
Mientras estaba en clase de mate, el dolor abdominal se intensificó. Me estaba retorciendo en mi pupitre, pero no queria siquiera perder ningún detalle de la clase del profesor Agustín.
- ¿Alguien quiere pasar a realizar la operación? - estaba parado frente a la pizarra, con el plumón en las manos. Siempre solía jugar con el marcador mientras explicaba su clase. Y mis compañeras lo observaban como si quisieran desnudarlo en ese mismo instante. No podía evitar sentir algo de celos cuando lo veía sonreírles de forma coqueta a ellas y no a mi.
No se que estaba pensando en ese momento, levante la mano rápidamente antes de que el pudiera elegir a otro compañero. Recuerdo que me observó un tanto asombrado, pues a pesar de mis buenas calificaciones, no era de las que participará mucho. Extendió su mano y me entrego el marcador. Me puse de pie y cuando lo hice, sentí algo caliente recorrer mis piernas. Pensé en el sudor, pues los días eran bastante calurosos. Los climas ni siquiera se daban abasto.
Caminé lentamente hacia la pizarra, pero esa extraña sensación de un liquido corriendo por mis piernas no desaparecía. Cuando me detuve bajé la mirada para observar el suelo. Luego comencé a escuchar las risas de todos mis compañeros. Se estaban burlando de mí. Mis zapatos estaban manchados de un liquido rojo y espeso. Sangre. Mis piernas estaban rojas y seguía escurriendo ese liquido que salía desde mi zona intima. Yo sabia lo que eso significaba. Finalmente había dejado de ser una niña, para convertirme en una señorita. Gire la cabeza en dirección al maestro quien me observo apenado. Luego mis ojos se cristalizaron y las lagrimas bajaron por mis mejillas. Cerré los ojos, queria correr, pero temía hacer un desastre por los pasillos. Las burlas no cesaban, y yo solo queria que la tierra me tragara en ese mismo instante.
De pronto, de forma inesperada. Sentí unos brazos rodeando mi cuerpo. Abrí los ojos asustada, algo aterrada. Era el profesor, quien, sin importarle, rodeo mis caderas con su elegante blazer y me sacó del salón.
No paraba de llorar, y el solo repetía - Todo esta bien, todo esta bien.
Me llevo hasta la enfermería y ahí le pidió a la enfermera me diera una pastilla y un par de tampones. Estaba tan avergonzada, sentada en una silla con las manos sobre mi rostro. Escuche su voz de nuevo, estaba cerca de mí. Más bien estaba en cuclillas con las manos sobre mis muslos. Un extraño calor recorrió mi cuerpo, como una descarga eléctrica. Algo extrañamente raro.
- La enfermera te dará lo que necesites, llamare a tu padre para que pase por ti. En seguida te envió tu mochila con tus apuntes. Te veo mañana -. sonrió y mi corazón latió muy deprisa.
Se puso de pie y lo vi salir por la puerta para después desaparecer entre los pasillos. A los pocos minutos una de mis amigas llego con mi mochila. Acaba de salir del baño, me habían proporcionado unos pantalones e inmediatamente me cambié de ropa. Cuando vi a Valentina sentada con mi mochila en sus piernas.
- El profesor me dijo que la trajera a enfermería, ¿Te iras? - asentí - tomate esto, quitará tu dolor - hurgo en los bolsillos de su chaqueta y sacó una ristra pequeña con píldoras en color rosa. Eran para los cólicos menstruales. La tomé e inmediatamente se puso de pie para darme un abrazo.
Lo único que agradecía de este cambio de escuela, era la amistad que tenía con Valentina y Alana, mis mejores amigas. Éramos inseparables, tan unidas como hermanas. Las hermanas que me hubiese gustado tener.
Mi padre llegó poco tiempo después. No me dijo ni una sola palabra, solo se limitó en darme un abrazo. Supongo que de cierta manera él sabia que su niñita, estaba floreciendo.
¡¡GRACIAS POR LEERME!! 💐💐💐
Espero les guste este nuevo capitulo, gracias a quienes me apoyan y espero recibir su apoyo. Las amo mucho besos...😘😘😘😘😘😘😘❤️❤️❤️
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"La chica de la sombrilla roja"
RomanceLa edad es solo un número - me repetí una y otra vez. Mis sentimientos por el profesor Agustín habían resurgido desde aquel encuentro. Sus ojos marrones me observaron con delicadeza, sonreí tímidamente, baje la mirada y esperé a que se acercara...