Secuestro

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Aquí tienes una continuación con un toque más oscuro y caótico en la personalidad de Taehyung:

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Jimin parpadeó, aún aturdido, mientras el dolor en su cabeza latía intensamente. Su cuerpo estaba atado a una silla, y un frío inquietante se colaba en sus huesos. La habitación a su alrededor era oscura, las paredes desnudas, y había una única luz parpadeante en el techo, lanzando sombras inquietantes que parecían moverse.

Entonces, la puerta se abrió de golpe y, bajo la débil luz, Taehyung entró, riendo. No era una risa cualquiera; era una carcajada torcida, que resonaba como un eco en la habitación. Sus ojos brillaban con una chispa de locura y emoción, como si todo esto fuera un juego que solo él podía entender.

—¡Oh, Jimin, Jimin! —canturreó Taehyung, acercándose con pasos erráticos—. ¿No es emocionante? Esto… tú y yo… nadie para interrumpirnos.

Jimin lo miraba con terror, sintiendo que cada palabra de Taehyung era como una puñalada. Había algo oscuro y completamente impredecible en su vecino, algo que hacía que sus instintos le gritaran que huyera.

—Déjame ir, Taehyung. Esto no tiene sentido —dijo Jimin, intentando mantener la calma, aunque su voz temblaba ligeramente—. Nadie tiene que salir herido.

Taehyung estalló en una carcajada aún más frenética, inclinándose hacia Jimin con una mirada desquiciada.

—¿Herido? ¿Por qué piensas que te haría daño? —dijo, sus ojos llenos de una extraña mezcla de locura y devoción—. Al contrario, querido, ¡estoy aquí para salvarte! —exclamó, extendiendo los brazos dramáticamente, como si estuviera en el centro de un escenario.

Jimin intentó apartar la vista, pero Taehyung lo tomó del mentón, obligándolo a mirarlo a los ojos. Había un brillo extraño en ellos, un destello de desesperación y posesión.

—Esos malditos te están observando —murmuró Taehyung, inclinándose tan cerca que Jimin podía sentir su aliento—. ¡Lo he visto! ¡Se mueven en las sombras, esperando, acechando! ¿Pero sabes qué, Jimin? —Se detuvo un segundo, sonriendo de oreja a oreja—. Yo también puedo jugar en las sombras.

Jimin tragó saliva, su mente trabajando a mil por hora, buscando una manera de escapar. Pero cuanto más hablaba Taehyung, más sentía que su situación se volvía peligrosa y sin salida.

—Esto es una locura, Taehyung. ¡Tienes que dejarme ir! —dijo, tratando de infundir algo de firmeza en su voz.

—¿Locura? ¡Oh, cariño! —respondió Taehyung, poniendo una expresión dramática, sus ojos bailando de emoción mientras se acercaba aún más, sus labios curvados en una sonrisa que era cualquier cosa menos amable—. ¿Quién no tiene un poco de locura hoy en día? La diferencia, Jimin, es que la mía… la mía tiene un propósito.

De repente, Taehyung empezó a pasearse alrededor de la silla de Jimin, moviéndose en círculos con un ritmo frenético, casi como si estuviera en una especie de trance.

—¿Sabes qué pasa con la gente como tú? —murmuró, deteniéndose detrás de Jimin, sus manos sobre los hombros del chico—. Son ciegos. No ven el peligro… hasta que es demasiado tarde.

Jimin se estremeció al sentir la presión de sus manos, tratando de reprimir el pánico que amenazaba con apoderarse de él.

—Taehyung, por favor… esto no tiene que ser así —dijo, intentando apelar a cualquier parte cuerda que pudiera quedarle.

Taehyung se inclinó hacia él, sus labios cerca del oído de Jimin, susurrando con una voz helada.

—¿Así? —dijo con un tono burlón—. ¿Qué crees que esto es, un mal sueño? Esto es solo el comienzo, Jimin. Porque eres mío. ¿Entiendes? —se rió entre dientes, cada palabra marcada por una oscura fascinación—. ¡Mío! Nadie más puede tenerte.

Jimin sintió que la desesperación lo invadía; su única salida era huir, y rápido, pero cada movimiento de Taehyung le demostraba que no sería fácil.

De repente, Taehyung se giró y se alejó un par de pasos, lanzando una última mirada enigmática a Jimin.

—¿Sabes? —dijo, con una sonrisa retorcida mientras comenzaba a cerrar la puerta de nuevo, dejando a Jimin en la penumbra—. Si intentas escapar, Jimin… te aseguro que será lo último que hagas.

Taehyung salió, dejándolo solo en la oscuridad, pero con su risa macabra resonando en la habitación como si fuera eco en cada rincón

Jimin sintió cómo la puerta se cerraba tras él, dejando un silencio que hacía eco en su mente.
Sabía que no tenía mucho tiempo, y el miedo que sentía solo lo empujaba a actuar más rápido.
Con movimientos cuidadosos, empezó a trabajar en las cuerdas que lo mantenían atado.
Las manos le temblaban, pero no podía dejar que el pánico lo controlara.
Respiró profundamente y, tras algunos intentos, logró soltarse.

Se puso de pie lentamente, tratando de hacer el menor ruido posible.
Miró a su alrededor en busca de una salida y avanzó hacia la puerta.
Al girar el picaporte, se sorprendió al encontrarlo sin seguro.
Taehyung, confiado, había dejado la puerta destrabada, seguro de que Jimin no escaparía.

Con el corazón acelerado, salió al pasillo.
Todo estaba oscuro, excepto por una luz débil que parpadeaba al final del corredor.
Jimin avanzó con pasos ligeros, sin hacer ruido, intentando mantener la calma mientras sus ojos buscaban desesperadamente la salida.
A medida que se acercaba a la puerta principal, empezó a sentir una chispa de esperanza.

Pero justo cuando estaba a unos pocos pasos de la libertad, una sombra apareció frente a él. Era Taehyung, bloqueando la salida. Su expresión era intensa y calculadora, y en sus ojos había una chispa de emoción oscura que congeló a Jimin en su lugar.

—¿Pensaste que podrías escapar así de fácil? —murmuró Taehyung, su voz suave pero cargada de una amenaza implícita—. Te dije que no ibas a salir de aquí.

Jimin sintió el peso de la amenaza en cada palabra, pero no respondió. Su mente estaba enfocada en encontrar una salida, en cualquier dirección posible. Dio un paso hacia atrás, preparándose para correr en la dirección opuesta.

Taehyung, como si hubiera anticipado su movimiento, se acercó con rapidez, y en un segundo, lo empujó contra la pared. Jimin intentó soltarse, pero la fuerza con la que lo sujetaba lo mantenía atrapado.

—¿Por qué haces esto, Taehyung? —preguntó Jimin, intentando mantener su voz firme aunque el miedo le nublaba la mente—. Déjame ir.

Taehyung lo miró, sus ojos oscuros y fijos en él, llenos de una convicción inquietante.

—No te estoy reteniendo —respondió, su voz apenas un susurro—. Solo estoy protegiéndote… de ellos.

Jimin intentó liberarse de nuevo, pero Taehyung solo aumentó la presión de sus manos.

—Si realmente te importara, me dejarías ir —dijo Jimin, buscando cualquier forma de razonar con él.

Taehyung lo soltó un poco, lo suficiente para que Jimin pudiera respirar, pero mantuvo su mirada fija, llena de una mezcla de emoción y determinación.

—Déjame decirte algo, Jimin. —Taehyung acercó su rostro hasta que sus ojos estaban a centímetros de los de Jimin—. No voy a permitir que alguien te aleje de mí.

Jimin supo en ese instante que la única salida era pelear. Reuniendo toda su fuerza, empujó a Taehyung y corrió hacia el pasillo, sus pasos resonando mientras trataba de encontrar una salida. Pero la risa de Taehyung comenzó a llenar el espacio detrás de él, resonando en cada pared.

Al doblar un pasillo, Jimin se detuvo y miró hacia atrás, dándose cuenta de que no podría escapar fácilmente. El peligro estaba ahí, en los ojos de Taehyung, en su voz calmada que prometía que no lo dejaría ir.

Jimin sabía que tendría que enfrentarse a esa locura si quería ser libre. Tomó una respiración profunda, decidido a hacer lo necesario para escapar, y esperó el próximo movimiento de Taehyung, sabiendo que cada segundo contaba.




stalker (ver.vmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora