Huracan

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Afuera hay truenos, vientos y cae agua por porrazos, literalmente veo por la ventana una tormenta
sin embargo le tengo más miedo a este vacío que parece, no me suelta.

Es tan fuerte el ventarrón, que me he quedado sin electricidad más ha sido tú alejamiento lo que realmente ha generado esta oscuridad.

La neblina despiadada e incesante ha tapado por completo el sol radiante. Me hizo recuerdo a ti que me calumniaste, haciéndome creer que sería tu eterno acompañante.

Veo como las ramas se estrellan contra la pobre ventana. Ojalá no amanezca como yo mañana, rota de tanto golpe, de tanta saña.

Algo que aprendi después de tantos años de vivir cerca al océano, es que los huracanes no son en realidad tan brutales animales.

El gran daño ocasionado
suele ser después de que han pasado.

La marea sube y el agua inunda,
sigilosa, destructiva, furibunda.

Y debo admitir que es triste y hasta rencoroso
pero no puedo compararte con el huracán furioso y majestuoso, sería demasiado decoroso.

Tu, eres el agua turbia que viene después, la que silenciosa te agarra a puntapiés, la que si te descuidas, te mete un revés, la que realmente causa el estrés.

Tú no eres el huracán, eres el líquido elemento, cruento, por el cual persiste mi interminable lamento.

Colección de mis conflictosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora