Que ridículo soy, me siento como un payaso,
te he idealizado sin mayor repaso.Que inocentada la mía, como chiquillo de escuela,
te he romantizado sin tener en cuenta la secuela.Que bobería en la que me he metido,
Nos soñé cual si nos hubiéramos prometido.Que tonto he sido con lo que he concebido,
no había nada, pero igual, a mi, me hacia sentido.Que iluso este soñador corazón, parece de algodón,
supongo que esto me pasa por llevarlo sin armazón.¿En que estaba pensando? Claramente no estaba razonando.
Como un infante, caí en un instante
rendido, a esa tu aura imperante.Me deje llevar por un par de miradas,
una cena y
algunas carcajadas.Y si bien se me he hecho la mala costumbre de culparte por mi incapacidad de olvidarte, debo admitir que todo fue mi culpa por mirarte, por desearte, por querer abrazarte a pesar de que tú, no habías ni jugado la parte.
Creo que afrontarlo, admitirlo y no a ti atribuirlo, es lo justo, lo correcto, lo hidalgo, si es qué todavía, de algo valgo.
A ti no puedo acusarte,
es mi culpa por verte como arte. ¿Quien me manda a mi alma entregarte, ademas, sin siquiera preguntarte? Anda, ve, que ya es hora de marcharte. Apúrate, corre, no me des tiempo de juzgarte que quiero con honorabilidad cerrar de mi vida, esta parte.
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Colección de mis conflictos
PoesíaUna pequeña colección de nociones fugaces que me atraviesan entero.