A partir de ese día, la relación entre Valeria y María Corina cambió de manera irrevocable. Aunque seguían trabajando juntas por la causa, la distancia emocional entre ambas era palpable. María intentaba mantener su compostura, pero no podía evitar que una sombra de melancolía la siguiera cada vez que veía a Valeria y Sofía juntas.
Sofía, por su parte, era todo lo que Valeria necesitaba en ese momento. Era atenta, comprensiva y, sobre todo, no había secretos entre ellas. En medio del caos político y la lucha por la libertad de Venezuela, Sofía le ofrecía a Valeria algo que no había encontrado antes: un espacio seguro, un lugar donde podía dejar de lado las tensiones diarias y ser simplemente ella misma.
Con el tiempo, la relación entre Valeria y Sofía se volvió más sólida. Encontraban pequeños momentos para escaparse de la tensión de las protestas, disfrutando de paseos por las montañas o cenas en los pocos lugares seguros que quedaban en la ciudad. Pero, a pesar de su felicidad, Valeria no podía evitar sentir, de vez en cuando, la mirada de María sobre ella. Siempre estaba presente en las reuniones, en las manifestaciones, en los momentos de planificación. Y aunque María nunca decía nada, Valeria podía sentir sus celos como una corriente subterránea que nunca se disipaba del todo.
Un día, después de una manifestación particularmente violenta, Valeria y Sofía estaban en un pequeño café, tomando un descanso. Las calles aún olían a gas lacrimógeno, y los sonidos de sirenas se escuchaban a lo lejos. Valeria estaba exhausta, pero agradecida de tener a Sofía a su lado. Mientras conversaban, sintió la vibración de su teléfono en el bolsillo. Lo sacó, esperando algún mensaje relacionado con la protesta, pero se sorprendió al ver que era de María.
"¿Podemos hablar? Por favor, es importante."
Valeria dudó por un momento. Sabía que, con María, las cosas nunca eran simples. Habían logrado mantener la cordialidad, pero cualquier conversación entre ellas siempre estaba cargada de emociones no resueltas. Miró a Sofía, quien notó la preocupación en su rostro.
—¿Todo bien? —preguntó Sofía, con una sonrisa suave.
—Es María —respondió Valeria—. Quiere hablar.
Sofía no dijo nada al principio, pero Valeria pudo notar un leve cambio en su expresión. Aunque Sofía había sido increíblemente comprensiva, Valeria sabía que su relación con María era un tema delicado.
—¿Vas a ir? —preguntó Sofía finalmente, manteniendo un tono neutral.
Valeria suspiró, sintiendo el peso de la decisión sobre sus hombros. Había dejado atrás sus sentimientos por María, pero sabía que, de alguna manera, esa historia no estaba completamente cerrada.
—No lo sé —admitió—. Tal vez sea algo importante para la lucha, pero…
—Si necesitas ir, hazlo —dijo Sofía, tomando la mano de Valeria—. Solo recuerda por qué estás aquí ahora.
La sinceridad en las palabras de Sofía le dio a Valeria la fuerza que necesitaba. Asintió y, después de besarla suavemente en la mejilla, decidió que iría a hablar con María. No sabía qué la esperaba, pero sentía que era algo que debía enfrentar.
Cuando llegó al lugar donde habían acordado encontrarse, un pequeño parque fuera del bullicio de la ciudad, María ya estaba allí, esperando. Llevaba una expresión seria, pero había algo más en sus ojos: una mezcla de vulnerabilidad y cansancio que Valeria no había visto antes.
—Gracias por venir —dijo María, rompiendo el silencio inicial.
—¿Qué es lo que querías hablar? —preguntó Valeria, manteniendo un tono neutral, no queriendo dejarse llevar por las emociones que aún flotaban entre ambas.
María respiró hondo, como si estuviera reuniendo fuerzas para lo que estaba a punto de decir.
—He estado pensando mucho en todo lo que pasó entre nosotras —comenzó, su voz suave, casi vacilante—. Y… sé que cometí errores. Sé que te lastimé, y lamento no haber sido honesta desde el principio.
Valeria permaneció en silencio, escuchando. Ya había hecho las paces con esa parte de su vida, pero podía ver que María aún cargaba con ese peso.
—Pero verte con Sofía… —María hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. Me he dado cuenta de que dejé ir algo importante. Me equivoqué al mantenerte a distancia, al no permitir que fueras parte de mi vida completa. Y, ahora que veo lo feliz que eres con ella, no puedo evitar sentir… celos.
Valeria se quedó en silencio por un momento, asimilando las palabras de María. Era la primera vez que María admitía abiertamente lo que había estado sintiendo. Pero también sabía que, aunque esas palabras eran importantes, ya no cambiaban las cosas.
—María, lo que pasó entre nosotras… fue real, y fue importante —dijo Valeria con suavidad—. Pero también aprendí algo muy valioso: merezco estar con alguien que sea completamente honesto conmigo, que no me oculte partes de su vida.
María asintió, mirando hacia el suelo. Sabía que Valeria tenía razón. Había tenido su oportunidad, y la había desperdiciado.
—No te estoy pidiendo que vuelvas conmigo —dijo María, finalmente levantando la mirada—. Solo quería ser honesta contigo, al menos una vez, sobre lo que siento.
Valeria sonrió con tristeza, apreciando la sinceridad, pero también sabiendo que las cosas entre ellas habían cambiado irrevocablemente.
—Gracias por ser honesta —dijo Valeria—. Y quiero que sepas que siempre voy a respetar lo que compartimos. Pero ahora estoy en otro lugar, con alguien que me hace feliz. Y necesito seguir adelante con eso.
María asintió lentamente, aceptando la verdad de las palabras de Valeria. Sabía que no había vuelta atrás, pero al menos había encontrado la manera de expresar lo que había estado sintiendo todo ese tiempo.
—Espero que seas feliz, Valeria —dijo María, su voz quebrándose un poco—. Realmente lo espero.
Valeria la miró con afecto, reconociendo el esfuerzo que María estaba haciendo.
—Y yo también espero lo mejor para ti, María. Siempre lo he hecho.
Con esas palabras, Valeria se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Mientras caminaba de regreso hacia Sofía, sintió una extraña paz interior. La historia con María había llegado a su conclusión definitiva. Ahora, podía enfocarse completamente en el presente, en el futuro que estaba construyendo junto a Sofía.
Y aunque María seguiría siendo parte de su vida como aliada en la lucha por Venezuela, su corazón finalmente había encontrado un nuevo hogar.
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¡¡Auch!!
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Promesas bajo el sol-María Corina Machado
RomanceTe amo de acá a la luna a pasitos de tortuga.🌷