El viaje en autobús se convirtió en una experiencia surrealista para Valeria. Miraba por la ventana, observando cómo los paisajes cambiaban mientras se alejaban de Caracas, pero su mente estaba atrapada en la confusión de emociones. Sofía, a su lado, parecía llena de optimismo, hablando sobre sus sueños de un nuevo comienzo, mientras Valeria apenas podía escucharla. Todo lo que podía pensar era en María y en la despedida que nunca tuvo la oportunidad de cerrar.
Al llegar a su destino, una pequeña ciudad en Colombia, Valeria se sintió desorientada. Todo era nuevo y extraño, y el aire fresco de la mañana parecía prometer un futuro brillante, pero su corazón seguía en Caracas. A medida que se establecían en un pequeño apartamento, Valeria intentaba adaptarse a su nueva vida, pero el vacío dejado por María se hacía sentir con cada momento.
Sofía estaba emocionada. Pasaba horas explorando su nuevo entorno, tomando fotografías y planeando su próximo paso como periodista. Valeria, en cambio, se sentía atrapada entre la alegría de Sofía y la tristeza por lo que había dejado atrás. A menudo, se encontraba en el balcón, mirando el horizonte, preguntándose si alguna vez volvería a ver a María.
Una tarde, mientras Sofía estaba fuera, Valeria decidió buscar en las redes sociales alguna noticia sobre María. Lo que encontró la dejó helada. Había varias publicaciones sobre las manifestaciones en Venezuela, y entre las fotos, vio a María, fuerte y decidida, hablando con un grupo de manifestantes. Las imágenes mostraban a María liderando protestas, defendiendo su causa con una pasión que Valeria siempre había admirado.
La sensación de impotencia la invadió. Mientras ella estaba lejos, María seguía luchando por la libertad de su país, y Valeria se sintió culpable por no estar allí. Las lágrimas brotaron de sus ojos, y se preguntó si alguna vez podría encontrar la manera de reconciliar su amor por Sofía con su amor por María.
Los días se convirtieron en semanas, y aunque Valeria intentaba sumergirse en la nueva vida que compartía con Sofía, no podía evitar que su mente viajara de regreso a Venezuela. En una conversación sincera, Valeria se abrió con Sofía sobre sus sentimientos.
—Sofía, hay algo que necesito contarte —dijo Valeria una noche, mientras estaban sentadas en el sofá.
Sofía la miró con preocupación, dejando de lado su laptop.
—¿Qué pasa?
—Es sobre María. No puedo dejar de pensar en ella, en lo que dejé atrás. Siento que he traicionado lo que había entre nosotras al irme —admitió Valeria, sintiendo que el peso de sus palabras la aplastaba.
Sofía suspiró, claramente afectada por la revelación.
—Lo entiendo, Valeria. Tú y María tuvieron una conexión profunda. Pero ahora estamos aquí, y quiero que sepas que estoy aquí para ti.
—No quiero que pienses que no te amo. Te amo, pero es difícil dejar de lado a alguien que fue tan importante para mí —dijo Valeria, sintiendo la necesidad de ser honesta.
Sofía asintió, su mirada llena de comprensión, aunque también había un matiz de tristeza.
—Tal vez deberías intentar contactarla, si eso te ayuda a cerrar ese capítulo. No puedo pedirte que olvides a alguien que ha sido parte de tu vida, pero quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte —dijo Sofía, con una sinceridad que conmovió a Valeria.
Esa noche, Valeria se sentó frente a su computadora y comenzó a escribirle a María. Le explicó cómo se sentía, la tristeza que llevaba consigo y su deseo de saber de ella. Sin embargo, cuando terminó, sintió una mezcla de miedo y esperanza. ¿Estaría María dispuesta a hablar con ella después de todo lo que había pasado?
Después de varios días de ansiedad, Valeria recibió un mensaje de vuelta. El corazón le dio un vuelco mientras leía las palabras de María. Su respuesta fue directa, pero también llena de emociones reprimidas.
Valeria, entiendo lo que hiciste y por qué lo hiciste. Estuve pensando en ti todos los días desde que te fuiste. Estoy aquí, luchando, y aunque me duele que estés lejos, quiero que sepas que siempre estaré contigo en espíritu. Pero necesito tiempo para procesarlo. No estoy segura de lo que eso significa para nosotras.
Las lágrimas cayeron por el rostro de Valeria. Las palabras de María estaban llenas de amor, pero también de dolor. Era evidente que ambas luchaban con sus emociones, y la incertidumbre de su relación se cernía sobre ellas.
Valeria sintió que un peso se levantaba al poder comunicarse con María, pero al mismo tiempo, la distancia entre ellas se hacía más clara. Sofía, que había estado observando a Valeria con preocupación, se acercó y le preguntó qué decía el mensaje.
—María… sigue luchando allá. Me dijo que me piensa todos los días, pero también necesita tiempo para procesar lo que pasó —respondió Valeria, sintiendo que su voz temblaba.
Sofía la miró con una mezcla de comprensión y preocupación.
—Eso es bueno, ¿no? Al menos sabes que todavía hay algo ahí. Pero también necesitas ser honesta contigo misma, Valeria.
Con el tiempo, Valeria continuó intercambiando mensajes con María, lo que le brindaba consuelo, pero también la hacía más consciente del amor que aún sentía por ella. A medida que Sofía prosperaba en su nuevo entorno, Valeria se debatía entre su deber hacia su relación actual y su anhelo por el pasado.
Un día, mientras paseaban por el parque, Sofía se detuvo y miró a Valeria con seriedad.
—¿Crees que María te daría otra oportunidad si volvieras? —preguntó, y Valeria sintió que el aire se le escapaba.
—No lo sé. Quiero creer que sí, pero también he construido algo contigo. No quiero hacerte daño —respondió Valeria, sintiendo que la angustia la invadía nuevamente.
—Solo quiero que seas feliz, Valeria. Si sientes que necesitas volver y explorar lo que tienes con María, entonces deberías hacerlo.
Valeria sintió una mezcla de gratitud y tristeza por la comprensión de Sofía. En el fondo, sabía que Sofía tenía razón, y esa posibilidad de regresar a Venezuela y enfrentar su pasado la aterraba. Pero también era liberador.
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Promesas bajo el sol-María Corina Machado
RomanceTe amo de acá a la luna a pasitos de tortuga.🌷