Capítulo 12 "Decisiones Bajo el Fuego"

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A medida que Sofía comenzó a recuperarse en el hospital, Valeria se sintió cada vez más aliviada. Pasaba horas a su lado, hablando sobre los momentos difíciles de su vida y la esperanza de un futuro mejor. Pero también sentía que la presión de su entorno se volvía insostenible. La situación en Venezuela continuaba deteriorándose, y cada día que pasaba la idea de salir del país se hacía más real.

Un día, mientras Valeria y Sofía estaban sentadas en la habitación del hospital, Sofía miró a Valeria con una expresión de determinación.

—Valeria, he estado pensando… tal vez deberíamos considerar salir de aquí —dijo Sofía, sus ojos brillando con una mezcla de preocupación y esperanza.

Valeria sintió que el corazón le daba un vuelco. Había estado pensando en eso también, pero no había tenido el valor de mencionarlo.

—¿Salir? —preguntó, tratando de ocultar su sorpresa—. ¿A dónde?

—Cualquier lugar donde podamos estar a salvo, donde podamos empezar de nuevo. No solo por la situación aquí, sino también por nosotros. Necesito que estemos bien, y no sé cuánto tiempo más puedo soportar esto —dijo Sofía, su voz firme pero llena de vulnerabilidad.

Valeria sintió una mezcla de alegría y miedo. La idea de escapar a un lugar seguro era tentadora, pero también sabía que significaba dejar atrás todo lo que conocía, incluida María.

—Tienes razón. Tal vez deberíamos pensarlo —respondió Valeria, sintiendo un nudo en el estómago al imaginarse dejando atrás a María.

Con el paso de los días, la conversación sobre su posible salida se volvió más seria. Valeria sabía que, a medida que Sofía recuperaba fuerzas, la decisión de irse se acercaba rápidamente. Mientras tanto, María continuaba siendo su apoyo en el hospital, pero también la observaba con ojos tristes, sabiendo que algo estaba cambiando entre Valeria y Sofía.

Una tarde, Valeria encontró a María en la sala de espera, revisando algunos papeles de la protesta. María la miró con una mezcla de preocupación y tristeza.

—¿Cómo está Sofía? —preguntó María, intentando ocultar su ansiedad.

—Está mejor… —dijo Valeria, sintiéndose culpable al notar que su voz temblaba—. Ha estado hablando sobre irnos, quizás salir del país.

El rostro de María palideció, y Valeria se dio cuenta de que había golpeado una fibra sensible.

—¿Te irías? —preguntó María, su voz apenas un susurro.

—No lo sé… —respondió Valeria, sintiendo que el peso de su decisión la aplastaba—. Quiero estar a salvo con ella, y lo que está pasando aquí es insostenible.

—Entiendo que quieras protegerla, Valeria —dijo María, su mirada firme pero herida—. Pero… ¿y nosotras? ¿Y lo que sentimos?

Valeria sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Quería ser honesta, pero también quería proteger a Sofía, quien había estado a su lado en cada momento difícil.

—No puedo pensar en eso ahora. Solo quiero asegurarme de que Sofía esté bien —respondió Valeria, dándose cuenta de que estaba evadiendo el tema—. Lo que pasó entre nosotras… es complicado.

María la miró con tristeza, sabiendo que su conexión estaba en peligro de perderse para siempre. Valeria sintió que el dolor de la inminente despedida la consumía, y la idea de dejar atrás a María la atormentaba.

En los días siguientes, Valeria y Sofía comenzaron a hacer planes concretos para su partida. Sofía, quien había recuperado la energía y la determinación, comenzó a investigar posibles destinos donde pudieran establecerse. Mientras tanto, Valeria se encontraba atrapada entre su amor por Sofía y sus sentimientos hacia María, que cada día se volvían más intensos.

Una noche, después de que Valeria y Sofía discutieran sus planes de salida, Valeria decidió que era el momento de hablar con María una última vez. Al entrar en la sala de espera del hospital, se encontró con María, quien estaba revisando algunos documentos.

—María —comenzó Valeria, sintiendo el nudo en su garganta—. Necesito hablar contigo.

María levantó la vista, y Valeria pudo ver la tristeza reflejada en sus ojos.

—¿De qué se trata? —preguntó María, con una mezcla de esperanza y desilusión.

—Sofía y yo ya hablamos de irnos. Ella siente que necesita un nuevo comienzo, y yo… siento que debo estar a su lado —admitió Valeria, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones.

Las palabras golpearon a María como un balde de agua fría. Su rostro se tornó pálido y, por un momento, no pudo encontrar las palabras.

—¿Si te irás? —preguntó finalmente, su voz temblando—. ¿A dónde?

—No lo sé. Tal vez a Colombia o a otro país cercano. Pero lo necesito, María. No puedo quedarme aquí y arriesgar su vida —dijo Valeria, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a asomarse.

María cerró los ojos por un momento, luchando contra el dolor que la inundaba. Había esperado que su conexión con Valeria pudiera llevarlas a un lugar mejor, pero ahora se sentía traicionada por las circunstancias.

—Lo entiendo —dijo María con voz baja—. Quieres protegerla, y eso es lo correcto. Pero… no puedo evitar sentir que esto es una traición.

Valeria sintió que el corazón se le rompía. No quería perder a María, pero sabía que su deber era estar con Sofía.

—No es una traición, María. No quiero perderte, pero… tengo que priorizar a Sofía. Ella necesita mi apoyo y mi amor en este momento.

María la miró, y en sus ojos Valeria vio la profunda tristeza que la embargaba.

—No sé si podré seguir adelante sabiendo que te vas —dijo María, su voz quebrada—. Nunca quise que esto terminara así.

—Tampoco yo —respondió Valeria, sintiendo el peso de sus emociones—. Pero tengo que hacerlo por ella. Te prometo que siempre estarás en mi corazón.

Con esas palabras, Valeria se dio la vuelta y salió de la sala, dejando a María sola en la oscuridad. En el camino hacia la habitación de Sofía, Valeria sintió que una parte de sí misma se despedía de lo que había sido una historia llena de pasión y complicaciones.

A medida que los días pasaron, Valeria y Sofía se prepararon para su partida. Con cada detalle que organizaban, el dolor de dejar a María se hacía más palpable. Valeria sabía que su decisión impactaría a María, y eso la atormentaba, pero no podía dar la espalda a su relación con Sofía.

Finalmente, el día de su partida llegó. Valeria se despidió de Sofía con la promesa de un futuro juntos, pero al mismo tiempo, su corazón latía por la pérdida inminente de María. En la estación de autobuses, mientras esperaban su transporte, Valeria miró hacia atrás una última vez, esperando que María apareciera para despedirse. Pero no hubo señales de ella.

Mientras el autobús se alejaba de Caracas, Valeria sintió que una parte de su alma quedaba atrás. A pesar de la esperanza de un nuevo comienzo con Sofía, el vacío que dejaba María se sentía abrumador. Las lágrimas fluyeron por su rostro mientras miraba por la ventana, la ciudad desvaneciéndose en la distancia.

Sabía que había tomado la decisión correcta, pero también sabía que la historia entre ella y María había terminado de una manera dolorosa y sin resolución. El futuro era incierto, y Valeria se preguntaba si alguna vez volverían a encontrarse en un mundo donde la lucha y el amor pudieran coexistir sin que uno tuviera que sacrificar al otro.

Promesas bajo el sol-María Corina Machado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora