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I WANNA BE WITH THE ONE I KNOW








Julián estaba en su pieza,  mirando las hojas de los árboles moverse con el viento. Llevaba días así, pensando y repensando todo lo que había pasado con Enzo. Cada vez que creía que había avanzado, algo lo traía de vuelta, lo hacía volver a esos recuerdos, a esos momentos donde todo parecía perfecto, pero también lleno de incertidumbre.

Lo que más lo frustraba. Él quería estar con Enzo, pero con el verdadero Enzo. No con el que se dejaba llevar por los demás, por sus amigos, por esas actitudes que lo hacían dudar de todo. Lo que lo había enamorado de Enzo era su sinceridad, esa complicidad que tenían cuando estaban solos, lejos de las influencias de sus amigos.

Julián respiró hondo, sintiendo el nudo en el pecho que parecía no querer desaparecer. Había sido difícil dejarlo. Habían pasado cuatro meses desde la última pelea, cuatro meses en los que había intentado olvidarse, salir con Oriana, hacer cualquier cosa para distraerse. Pero nada funcionaba. Porque en el fondo, sabía que seguía queriendo a Enzo. No a ese Enzo que veía en las fotos con otros, riéndose como si nada importara, sino al que conocía de verdad. Al que le había mostrado su lado más vulnerable, ese que pocas personas habían visto.

Las palabras de Oriana le resonaban en la cabeza: "Capaz Enzo está tan perdido como vos, Juli". Y, aunque le costaba admitirlo, sabía que podía ser cierto. Quizás Enzo tampoco sabía cómo manejar lo que sentía, cómo balancear su vida entre sus amigos y lo que ellos tenían. Pero eso no quitaba el dolor, no borraba las veces que lo había visto actuar como si lo que habían compartido no hubiera significado nada.

El celular vibró en su bolsillo, interrumpiendo sus pensamientos. Lo sacó sin muchas ganas, pensando que sería algún mensaje sin importancia, pero al ver el nombre de Enzo en la pantalla, sintió un vuelco en el estómago.

"Che, Juli, ¿te puedo ver? Necesito hablar con vos. De verdad".

Julián leyó el mensaje varias veces. Una parte de él quería ignorarlo, quería seguir adelante, evitarse el dolor de volver a hablar con Enzo y revivir todo lo que había pasado. Pero otra parte, la más honesta, la que seguía sintiendo algo por él, no podía evitar querer saber qué tenía que decir. ¿Sería otra disculpa vacía? ¿O tal vez Enzo, después de todo, había cambiado?

Suspiró y miró hacia el cielo, como si eso le fuera a dar alguna respuesta. Quería creer que Enzo todavía estaba ahí, en algún lugar. Quería creer que el pibe que lo había hecho sentir tan especial seguía siendo real, aunque a veces fuera difícil de encontrar.

Escribió una respuesta rápida, sus dedos temblando un poco mientras lo hacía: "Nos vemos en la plaza de siempre, en una hora".

Guardó el celular y se quedó mirando el horizonte, sin saber qué esperar. Sabía que ese encuentro lo cambiaría todo, para bien o para mal. Pero al menos, por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba un paso más cerca de entender qué era lo que de verdad quería, y si Enzo aún formaba parte de esa decisión.


















Julián llegó a la plaza de siempre, el lugar donde tantas veces se habían encontrado él y Enzo. Era un rincón medio escondido, rodeado de árboles y bancos viejos, un lugar que habían hecho suyo a lo largo del tiempo. Sentía el corazón acelerado, como si el nerviosismo lo tuviera atrapado desde el momento en que decidió responderle. No sabía qué iba a pasar, pero estaba seguro de que esa charla definiría muchas cosas.

Se sentó en un banco, mirando alrededor, recordando las veces que habían estado ahí, charlando de la vida, riéndose de cualquier cosa. Pero esas risas ahora parecían lejanas, como si pertenecieran a otra época. Se preguntó si Enzo se sentiría igual de ansioso, si esos cuatro meses también habían sido difíciles para él o si solo había seguido adelante sin más.

De repente, lo vio. Enzo caminaba hacia él, las manos en los bolsillos y la mirada clavada en el suelo, como si no quisiera enfrentar lo que estaba por venir. Julián notó que había algo diferente en su expresión, algo más serio, más pesado. Tal vez Oriana tenía razón. Quizás Enzo también había estado perdido, igual que él.

—Hola, Chuli —dijo Enzo con voz baja cuando llegó al banco, parándose frente a él.

Julián levantó la vista y lo miró por un segundo antes de asentir. —Hola.

El silencio entre ellos era incómodo, cargado de cosas que ninguno de los dos sabía cómo decir. Enzo se sentó a su lado, pero dejó una distancia entre ambos que antes nunca había estado ahí. Julián lo notó al instante, esa distancia física que parecía reflejar la emocional.

—¿Cómo estás? —preguntó Enzo finalmente, rompiendo el hielo.

Julián se encogió de hombros. —Acá ando. ¿Y vos?

—Más o menos —admitió Enzo, sin rodeos. Se frotó las manos, nervioso, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para lo que venía después. —Mirá, Juli... yo no sé ni cómo empezar esto. La verdad es que, desde que nos peleamos, no paro de pensar en todo. Y... sé que la cagué.

Julián no dijo nada. Ya había escuchado esa frase antes, tantas veces que había perdido la cuenta. Pero esta vez, por alguna razón, se sentía diferente. Enzo no sonaba como el pibe que daba excusas. Sonaba genuino, como si de verdad quisiera arreglar las cosas.

—Sé que me porté como un boludo —continuó Enzo, mirándolo a los ojos por primera vez desde que se sentaron. —Con vos, con lo que teníamos. Y me dejé llevar por lo que los demás pensaban o decían, en vez de escucharme a mí mismo.

Julián apretó los labios, sintiendo una mezcla de emociones. Claro que quería escuchar eso, claro que quería que Enzo reconociera sus errores. Pero no sabía si eso era suficiente.

—Tus amigos, mis inseguridades —dijo Julián, con una voz más baja de lo que pretendía. —Ellos siempre estaban metidos en el medio, Enzo. Y cuando vos te ponías en su lugar... dolía. No era solo lo que hacías, sino cómo te transformabas cuando estabas con ellos.

Enzo bajó la mirada, claramente afectado por las palabras de Julián.

—Si ya sé. Y me doy cuenta ahora —admitió Enzo—. Siempre me jodieron con cosas, y yo seguía el juego porque pensaba que no era importante. Pero me equivoqué. No tenía que haber permitido que eso se interpusiera entre nosotros yo sé quién sos y como sos se cuanto te cuesta por tus inseguridades y realmente me equivoque en mis formas de ser

El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez no era tan incómodo. Había una sensación de alivio en el aire, como si finalmente estuvieran poniendo las cartas sobre la mesa.

—Yo solo... —empezó Julián, pero se interrumpió, sin saber cómo seguir—. Quiero estar con la persona que conozco, ¿entendés? Con el Enzo que me hacía sentir seguro, que me hacía reír, que me quería de verdad, que estaba para mi en mis peores momentos. Pero aveces no te entiendo con tu ego, tus juegos y tus idas y vueltas.

Enzo asintió lentamente, absorbiendo cada palabra. —Yo también quiero ser ese Enzo, Chuli. El que te conoció en serio, el que te quiere de verdad. Y voy a hacer lo que sea para demostrártelo, pero necesito que me des una oportunidad para arreglar lo que rompí.

Julián lo miró, sintiendo el nudo en la garganta. Parte de él quería lanzarse a sus brazos y olvidar todo el dolor, pero otra parte seguía cautelosa, todavía lastimada por las veces que había sentido esa misma promesa en el pasado.

—No te voy a pedir que me creas ahora mismo —dijo Enzo, como si leyera sus pensamientos—. Pero quiero que sepas que no voy a volver a ser ese pibe que te hace dudar de todo. Te quiero, Juli. Y esta vez, te quiero bien.

El corazón de Julián latía fuerte, y aunque todavía sentía miedo, también sentía algo más: esperanza. La persona que tenía enfrente era el Enzo que conocía, el que siempre había querido.

—No sé cómo va a ser esto —dijo Julián en voz baja—. Pero si de verdad vas a intentar, yo también lo voy a intentar.

Enzo sonrió, esa sonrisa que siempre lo había desarmado, y Julián supo que, pase lo que pase, estaban dando el primer paso hacia algo nuevo. Algo mejor.

 𝗧𝗛𝗘 𝟳 𝗧𝗛𝗜𝗡𝗚𝗦 𝗜 𝗛𝗔𝗧𝗘 𝗔𝗕𝗢𝗨𝗧 𝗬𝗢𝗨 ꩜ .ᐟ JULIENZODonde viven las historias. Descúbrelo ahora